Archives 2022

El Papa Francisco concedió una entrevista a la revista comboniana española “Mundo Negro”

El pasado jueves 15 de diciembre el Papa Francisco recibió en audiencia al P. Jaime Calvera, director de la Editorial Mundo Negro y al Sr. Javier Fariñas, redactor jefe de la revista Mundo Negro. Durante la audiencia fueron acompañados por el cardenal comboniano, Miguel Ángel Ayuso Guixot, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. (Foto: Servicio fotográfico Vaticano)

El Papa atendió muy amablemente a las preguntas que le fueron efectuadas, a lo largo de 40 minutos que duró la entrevista. Destacó en especial la relación entre fe y cultura; evangelización y cultura, poniendo de relieve que el Evangelio de Jesús, siempre enriquece a las culturas allí donde es anunciado. Recordó durante la entrevista algunas de las expectativas de sus próximos viajes a Sudán del Sur y a la República Democrática del Congo.

También recordó con especial atención los momentos de inseguridad vividos en su viaje a la Republica Centroafricana y su encuentro, entre otros, con el arzobispo de Bangui, posteriormente cardenal Dieudonné Nzapalainga. Confirmó su próximo viaje a África en concreto a República Democrática del Congo y a Sudán del Sur a comienzos del mes de febrero de 2023 y explicó cómo prepara estos viajes detalladamente.

Al inicio de la audiencia, le fue entregado un ejemplar del número especial de Mundo Negro 2022, que se edita cada tres años, con datos actualizados del continente. Cuando lo tuvo en sus manos dijo: “Este ya lo tengo y lo uso en mi despacho para consultas”.

La entrevista íntegra aparece en el número de enero 2023 de la revista Mundo Negro y será publicada en Esquila Misional del mes de febrero.

Fuente: comboni.org

El comboniano P. Bogaio Constantino, nombrado obispo auxiliar de Beira

El Arzobispo de Beira, Mons. Claudio Zuanna, anunció hoy, 13 de diciembre de 2022, el nombramiento del P. António Manuel Bogaio Constantino, misionero comboniano, como obispo auxiliar de la Archidiócesis de Beira, en Mozambique.
S.E. Mons. Antonio Manuel Bogaio Constantino, M.C.C.J., nació el 9 de noviembre de 1969 en la diócesis de Tete. Tras realizar el prepostulantado en los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús en Nampula y asistir al seminario de Matola (Maputo), hizo el noviciado en Uganda. El 10 de mayo de 1997 hizo sus Primeros Votos en Kampala y posteriormente obtuvo el Bachillerato en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. El 10 de junio de 2000 emitió los votos perpetuos en Roma y fue ordenado sacerdote el 13 de junio de 2001 en Beira.

Ha ocupado los siguientes cargos y cursado estudios superiores: Licenciado en Periodismo en Madrid, España (2001-2007); colaborador de la Revista Mundo Negro de España; Director de la Revista Vida Nova de Mozambique, colaborador del Centro de Catequesis de Anchilo (2008-2011); Párroco en Anchilo, en la Archidiócesis de Nampula; Párroco de São João XXIII en Chitima y de Santa Maria en Mucumbura, en la diócesis de Tete (2011-2016); superior provincial de los Misioneros Combonianos en Mozambique (2017-2022); presidente suplente de la Conferencia de Religiosos de Mozambique (2018-2019); desde 2019, presidente de la Conferencia de Religiosos de Mozambique.

También trabaja en el Instituto Superior Maria Mãe de África en Maputo y en la Comisión para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica de la Conferencia Episcopal de Mozambique.

La vieja guerra que no está de moda

Hno. Jorge Rodríguez Fayad
Desde Old Fangak (Sudán del Sur)

Las lluvias de los últimos meses han vuelto a convertir nuestra misión de Old Fangak en un lago. Vivimos en la zona conocida como Sudd que, según dicen, es la ciénaga más grande del mundo y el mayor humedal de agua dulce de la cuenca del río Nilo. Como las inundaciones se repiten todos los años, estamos acostumbrados a convivir con ellas. Todo el mundo colabora para construir pequeños diques y abrir caminos entre el barro.

Hace unas semanas celebramos la fiesta de graduación de los alumnos de la escuela de Secundaria, una de las pocas que existen en el estado de Jonglei. Era la primera vez que se organizaba este tipo de evento. Los alumnos han obtenido resultados académicos muy por encima de nuestras expectativas y, aunque con cierto retraso, quisimos celebrarlo junto a sus padres, que se mostraron conmovidos por el logro académico de sus hijos.

El personal docente preparó todo con mucho entusiasmo. Me sorprendieron la fastuosidad y la atención que se brindó a los invitados de honor, entre los cuales estaban el gobernador y personal de las oenegés presentes en la zona. Sin embargo, noté a nuestros alumnos un tanto pasivos y parcos en palabras durante el acto. Es curioso, porque muchos de ellos participan en la iglesia, donde bailan danzas tradicionales y entonan cantos que ellos mismos componen. En todo caso, desde la escuela hacemos todo lo posible para desarrollar las capacidades artísticas y culturales de nuestros jóvenes, y también hemos habilitado espacios para que socialicen y practiquen deporte.

Después del éxito de la fiesta de graduación quisimos preparar otra para los alumnos de Primaria, pero la situación de violencia que vivimos en Sudán del Sur nos obligó a suspenderla. Los combates que arrasaron algunos poblados en la zona de Malakal provocaron numerosas víctimas mortales y el desplazamiento de muchas personas. Algunos llegaron hasta nuestra zona y varias oenegés les garantizaron alimentación y atención médica. Aquí soy testigo de cómo muchas organizaciones humanitarias hacen muy bien su trabajo.

Aunque los conflictos no sean todos iguales, el sufrimiento humano es siempre el mismo. Sabemos que la guerra en Ucrania está provocando una crisis económica mundial, cuyas consecuencias sentimos incluso aquí. Es la guerra de moda y tiene cobertura internacional en todos los medios. Sin embargo, me duele que la que vivimos en este país no suscite ni siquiera una pequeña mención en algún periódico o espacio televisivo.

Aquí los soldados de las diferentes facciones no obedecen más consignas que las de destruir y humillar. Sus enemigos no tienen un rostro diferente a ellos, sino que son un reflejo de sí mismos. ¿Qué empuja a estos grupos a desatar ataques contra la población? ¿Qué interés les motiva? Son cuestiones absurdas, como también lo es pensar que tienen conciencia o corazón cuando atacan poblados con gente que tiene su mismo rostro, sean nueres, shilluks o dinkas. Si esperan obtener un botín, solo se llevarán algunas baratijas, porque las inundaciones diezmaron el ganado.

Los misioneros de Old Fangak, firmes en nuestra misión y enraizados en Cristo, no perdemos la esperanza y tratamos de inculcar a los jóvenes los valores de la solidaridad, la justicia, la paz y la fraternidad.

Si quiere ayudar al hermano Jorge para el sostenimiento de su escuela, puede ponerse en contacto con nosotros en este enlace: DONATIVOS

Un comboniano, consultor del Dicasterio para el Clero

El pasado 25 de noviembre, el Papa Francisco nombró al padre Fernando Domingues, misionero comboniano portugués, consultor del Dicasterio para el Clero, según informó el boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Desde 2020, el Padre Fernando es el superior provincial de los Misioneros Combonianos en Portugal.

El padre Fernando Domingues, originario de Vagos, diócesis de Aveiro, en Portugal, fue ordenado sacerdote en 1985. Tiene un doctorado en teología y estuvo en misión en Kenia. En los últimos años ha vivido en Roma, donde fue rector del Pontificio Colegio Urbano y secretario general de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol.

El Dicasterio para el Clero se divide en cuatro Oficios –Clero, Seminarios, Administrativo, Dispensas– y es también responsable de los asuntos eclesiásticos y en la aplicación particular de las leyes canónicas en forma administrativa y del Instituto “Sacro Ministerium”, que publica el revista del mismo nombre.

Entrevista con el P. Tesfaye Tadesse, Superior General de los Misioneros Combonianos

El etíope P. Tesfaye Tadesse ha sido reelegido superior general de los Misioneros Combonianos. En conversación con las revistas combonianas habla de su primer mandato, de las líneas marcadas en el Capítulo, de las migraciones y de la falta de vocaciones.

Acaba de ser reelegido superior general de los Misioneros Combonianos ¿Cómo se siente?

No esperaba tener que quedarme en Roma, pero en el XIX Capítulo General los hermanos capitulares me han pedido que continúe mi servicio. Acepto su petición con fe, confianza y sencillez para servir a nuestro instituto y a la Misión. Confío en que los capitulares y todo el Instituto retomemos nuestro camino humano, cristiano y comboniano, cada vez más convencidos de que somos los sarmientos y de que Jesús es la vid.

Ha animado a los Misioneros Combonianos entre 2015 y 2022. ¿Qué ha cambiado en el Instituto en este tiempo?

El Instituto ha hecho un camino que no depende de una persona o de un grupo de personas, sino de todos los misioneros combonianos con la ayuda de Dios. Hemos caminado a través de nuestro compromiso con el anuncio del Evangelio, con el testimonio de Cristo y con el servicio a nuestros hermanos según los ministerios a los que hemos sido llamados. Hemos querido ser responsables con las nuevas vocaciones, especialmente las que proceden, en gran número, de algunas provincias [combonianas] de África. Hemos continuado nuestra reflexión sobre la llamada común a la fraternidad en nuestras comunidades interculturales, y hemos crecido con la Iglesia y el mundo en sensibilidad sobre el cuidado de la creación y por vivir bien nuestra relación con la naturaleza a través de la aceptación de las indicaciones del papa Francisco en Laudato si’. Crecemos en el diálogo con el mundo porque creemos que todos somos hermanos y hermanas. Hemos reflexionado juntos sobre cómo administrar los bienes comunes que tenemos para la Misión y cómo ser solidarios tanto dentro como fuera del Instituto. Como vimos durante el Capítulo, también hemos intentado reflexionar y gestionar nuestras fragilidades y limitaciones con un espíritu de responsabilidad y en una actitud de continua conversión. Sin embargo, yo dejaría a los demás la evaluación y el juicio del trabajo realizado por el Consejo General

¿Qué les sugiere esta reflexión?

Creo que lo que surgió del Capítulo, las semillas de vida que tenemos, las enfermedades que sufrimos y los sueños que queremos para nuestro Instituto, nos dicen claramente que estamos tratando de caminar y servir al reino de Dios. A través de la reflexión sobre el fundador y la regla de vida hemos crecido en nuestra identidad. Estamos contentos de que el Papa haya aprobado la posibilidad de que los hermanos no clérigos puedan servir como superiores, lo que también se puede aplicar en el Instituto. Además, en nuestras comunidades hemos caminado estos años como Familia Comboniana junto a las Misioneras Combonianas, las Misioneras Seculares Combonianas y los Laicos Misioneros Combonianos.

P. Tefaye Tadesse en la columnata de Bernini en el Vaticano, el pasado mes de junio. Fotografía: Lwanga Kakule Silusawa/MN

¿Qué objetivos se plantean?

Entre los muchos objetivos que tenemos, hemos señalamos cinco: la necesidad de tener una espiritualidad fuerte y una identidad clara vivida en la alegría, comprometernos seriamente en la formación de nuestros jóvenes, ser generosos en el servicio de recalificación de nuestros compromisos según el espíritu de la ministerialidad y utilizar bien los recursos de los que disponemos para servir a la Misión. Estos retos conciernen a cada misionero y a todo el Instituto. Otro reto es la vida comunitaria desarrollada en comunidades interculturales. Haremos un buen itinerario si caminamos juntos, alegres de pertenecer a una comunidad que nos apoya y a la que aportamos nuestra contribución para que sea un cenáculo de apóstoles donde todos somos discípulos y misioneros.

¿Qué retos plantea a los Combonianos el magisterio del papa Francisco?

Los retos del papa Francisco son para toda la Iglesia. En lo que se refiere a nosotros, me quedaría con esta frase de entre las muchas y hermosas que el Papa nos dirigió durante la audiencia que tuvo con los capitulares el pasado 18 de junio: «Si somos como sarmientos bien unidos a la vid, la savia del Espíritu pasa de Cristo a nosotros y todo lo que hacemos da fruto, porque no es obra nuestra, sino que es el amor de Cristo el que actúa a través de nosotros».

En la actualidad, la congregación está presente en contextos de conflicto o de inestabilidad en África: RDC, Sudán del Sur, Sudáfrica, RCA… ¿Cuál es su papel en estos escenarios?

Los Combonianos, como hemos venido haciendo desde los tiempos de nuestro fundador, san ­Daniel Comboni, y como han hecho también las Misioneras Combonianas, las Misioneras Seculares ­Combonianas y los Laicos Misioneros Combonianos, caminamos con la gente que sufre, haciendo causa común con ellos y compartiendo nuestra fe de que Dios está con nosotros, incluso en medio del sufrimiento de los pueblos del mundo. Llevamos el mensaje de la Buena Noticia que da esperanza y fuerza para caminar y construir el reino de Dios.

¿Qué lectura hacen de la llegada y del trato que reciben las personas migrantes cuando alcanzan las fronteras de la Unión Europea?

Los Misioneros Combonianos, siguiendo el ejemplo del propio Comboni, que construyó internados para africanos en El Cairo y que trajo a Europa a africanos liberados de la esclavitud, tienen una larga tradición en el servicio a los inmigrantes, un servicio con el que continuamos en el contexto actual de Europa. Nos alegramos de que nuestros misioneros estén comprometidos en la acogida y la ayuda a los hermanos que se ven obligados a emigrar por diversas razones. La atención pastoral a estos hermanos es un gran reto para las Iglesias locales y para nuestra congregación. La realidad de las migraciones es muy compleja y los Gobiernos europeos responden desde un punto de vista político, mientras que la Iglesia y los Combonianos tratamos de hacerlo según el criterio evangélico, teniendo en cuenta la dignidad humana y el cuidado de las personas. Agradecemos al papa Francisco su ejemplo de vida y su enseñanza sobre la atención a los marginados e inmigrantes.

¿Cómo afronta el Instituto la crisis de vocaciones en Europa? ¿Qué hace para mantener una presencia misionera significativa en el Viejo Continente?

Como toda la Iglesia, los Misioneros Combonianos también somos realistas y nos damos cuenta de que las vocaciones disminuyen en el continente europeo. Sin embargo, también estamos convencidos de que el Señor sigue llamando en este continente a las personas para llevar la Buena Noticia: pueden ser vocaciones de adultos, de personas llamadas a la vida contemplativa, de discípulos llamados a través de diferentes movimientos eclesiales, y también vocaciones de laicos misioneros. En los últimos años hemos acelerado la internacionalización de nuestras provincias en Europa, donde ya no solo trabajan europeos. Esta es la realidad de la Iglesia. Europa ofrece muchas de sus riquezas como realidad eclesial y también sus desafíos, y sigue siendo parte de la Misión de Dios. Tenemos que discernir continuamente cómo continuar nuestra presencia aquí, acentuando nuestro compromiso con la evangelización y nuestro servicio ministerial en la realidad de las Iglesias en Europa. Al igual que en otros continentes, la Iglesia es dinámica y está en constante cambio, por eso el desafío es discernir los signos de los tiempos en cada lugar y contexto.

Nos decía que la mayoría de las vocaciones combonianas proceden de África. Además, en el nuevo Consejo General hay dos africanos. ¿Ha llegado la hora de África? ¿Se ha realizado el sueño de san Daniel Comboni?

¿Me preguntas si es la hora de los africanos? Soy de los que creen que todos somos necesarios y prefiero hablar de la hora de Dios en la que todos participamos. San Daniel Comboni, su compromiso misionero en África y todos los misioneros combonianos pertenecemos a Dios. Nuestra participación en la Misión de Dios va de acuerdo con el plan y la hora de Dios. Siempre es el tiempo de Dios, no el de un grupo particular u otro, aunque a veces los combonianos de un determinado continente durante una etapa concreta hayan contribuido de manera especial.

Pero en el tema de las vocaciones en el Instituto, la importancia del continente africano es innegable.

Es cierto que estos últimos años nuestro Instituto está recibiendo el regalo de nuevos misioneros combonianos procedentes del continente africano. Nosotros, los africanos, que hemos recibido mucho de los misioneros de otros continentes, especialmente de Europa y de América, respondemos a la llamada misionera y comboniana con un espíritu de gratitud. El gran número de nuestros candidatos y jóvenes misioneros africanos en formación exige mucho personal y recursos y todo el Instituto está contribuyendo a ello con un gran sentido de la responsabilidad. La experiencia nos ha demostrado, en todos los continentes, que las vocaciones son un don de Dios y también una respuesta individual y comunitaria a una llamada exigente. Damos gracias por el don de las vocaciones y pedimos a todos que nos comprometamos a vivir nuestra vida consagrada y misionera con alegría, dando un buen testimonio con la ayuda de Dios y de la comunidad.

El hecho de que en los últimos años la mayoría de nuestras vocaciones procedan de África demuestra que las comunidades cristianas del continente son cada vez más generosas y sólidas, y por ello damos gracias a Dios. Como dice el papa Francisco, todos los cristianos estamos llamados a ser misioneros, es más, «a ser Misión». Hay institutos que nacieron y crecieron en Asia, y por lo tanto tienen muchas vocaciones asiáticas, y hoy muchos de los servicios son dirigidos por asiáticos, aunque no exclusivamente. Hay congregaciones que nacieron y crecieron en el continente americano y ahora muchos de sus miembros vienen de América. Y lo mismo ocurre para algunas congregaciones nacidas en Europa. Nosotros, gracias a san Daniel Comboni, nacimos para y con África y hemos crecido en el continente africano; fuimos enviados a otros continentes y nos enriquecimos de esas experiencias y ahora tenemos muchas vocaciones en África. El hecho de que los combonianos de África, al igual que los de otros continentes, estemos llamados a servir en diferentes niveles y lugares forma parte de la historia de nuestro Instituto que, como decía el propio fundador, «no es español ni francés ni italiano ni alemán, sino católico, es decir universal».