La vieja guerra que no está de moda
Hno. Jorge Rodríguez Fayad
Desde Old Fangak (Sudán del Sur)
Las lluvias de los últimos meses han vuelto a convertir nuestra misión de Old Fangak en un lago. Vivimos en la zona conocida como Sudd que, según dicen, es la ciénaga más grande del mundo y el mayor humedal de agua dulce de la cuenca del río Nilo. Como las inundaciones se repiten todos los años, estamos acostumbrados a convivir con ellas. Todo el mundo colabora para construir pequeños diques y abrir caminos entre el barro.
Hace unas semanas celebramos la fiesta de graduación de los alumnos de la escuela de Secundaria, una de las pocas que existen en el estado de Jonglei. Era la primera vez que se organizaba este tipo de evento. Los alumnos han obtenido resultados académicos muy por encima de nuestras expectativas y, aunque con cierto retraso, quisimos celebrarlo junto a sus padres, que se mostraron conmovidos por el logro académico de sus hijos.
El personal docente preparó todo con mucho entusiasmo. Me sorprendieron la fastuosidad y la atención que se brindó a los invitados de honor, entre los cuales estaban el gobernador y personal de las oenegés presentes en la zona. Sin embargo, noté a nuestros alumnos un tanto pasivos y parcos en palabras durante el acto. Es curioso, porque muchos de ellos participan en la iglesia, donde bailan danzas tradicionales y entonan cantos que ellos mismos componen. En todo caso, desde la escuela hacemos todo lo posible para desarrollar las capacidades artísticas y culturales de nuestros jóvenes, y también hemos habilitado espacios para que socialicen y practiquen deporte.
Después del éxito de la fiesta de graduación quisimos preparar otra para los alumnos de Primaria, pero la situación de violencia que vivimos en Sudán del Sur nos obligó a suspenderla. Los combates que arrasaron algunos poblados en la zona de Malakal provocaron numerosas víctimas mortales y el desplazamiento de muchas personas. Algunos llegaron hasta nuestra zona y varias oenegés les garantizaron alimentación y atención médica. Aquí soy testigo de cómo muchas organizaciones humanitarias hacen muy bien su trabajo.
Aunque los conflictos no sean todos iguales, el sufrimiento humano es siempre el mismo. Sabemos que la guerra en Ucrania está provocando una crisis económica mundial, cuyas consecuencias sentimos incluso aquí. Es la guerra de moda y tiene cobertura internacional en todos los medios. Sin embargo, me duele que la que vivimos en este país no suscite ni siquiera una pequeña mención en algún periódico o espacio televisivo.
Aquí los soldados de las diferentes facciones no obedecen más consignas que las de destruir y humillar. Sus enemigos no tienen un rostro diferente a ellos, sino que son un reflejo de sí mismos. ¿Qué empuja a estos grupos a desatar ataques contra la población? ¿Qué interés les motiva? Son cuestiones absurdas, como también lo es pensar que tienen conciencia o corazón cuando atacan poblados con gente que tiene su mismo rostro, sean nueres, shilluks o dinkas. Si esperan obtener un botín, solo se llevarán algunas baratijas, porque las inundaciones diezmaron el ganado.
Los misioneros de Old Fangak, firmes en nuestra misión y enraizados en Cristo, no perdemos la esperanza y tratamos de inculcar a los jóvenes los valores de la solidaridad, la justicia, la paz y la fraternidad.
Si quiere ayudar al hermano Jorge para el sostenimiento de su escuela, puede ponerse en contacto con nosotros en este enlace: DONATIVOS