Nuevo Comité Central de los Laicos Misioneros Combonianos

En el marco de la celebración de la VII Asamblea General De los Laicos Misioneros Combonianos que se celebró del 9 al 14 de diciembre en Maia, Portugal, tuvo lugar la elección del nuevo Comité Central que coordinará el Movimiento LMC durante los próximos 6 años.

Los miembros del nuevo Comité Central son (en la foto, de izquierda a derecha): Flavio Schmidt de Brasil, Mukami Anne Mutheede de Kenia, Alberto de la Portilla de España (que continúa como coordinador general) y Anna Obyrtacz de Polonia.

Son muchos los retos que se han planteado en esta Asamblea y que a lo largo de los próximos 6 años habrá que ir dando respuesta con la ayuda y guía del Espíritu.

Como Movimiento LMC España, damos gracias a Dios por el trabajo de esta Asamblea y por la disponibilidad y servicio a la misión del nuevo equipo coordinador. Que el Señor os bendiga.

LMC

Asamblea Continental de Animación Misionera

Del 3 al 6 de diciembre pasado tuvo lugar en San José, Costa Rica, la Asamblea Continental de la Animación Misionera de los Misioneros Combonianos. En ella se compartieron las actividades e iniciativas de animación misionera en cada una de las circunscripciones combonianas del continente americano y de Asia y se elaboró el plan continental para los próximos años. 

Por: P. Héctor Peña, mccj

Apenas hemos concluido nuestra Asamblea Continental de la Animación Misionera en América. Nos reunimos en Costa Rica y tuvimos como sede, la casa de pastoral de la diócesis de Alajuela en la provincia del mismo nombre. Nuestra asamblea inició el martes 3 de diciembre y la concluimos a los pies de nuestra señora de los Ángeles en su santuario nacional ubicado en Cartago el pasado día 6.

Fueron tres los ejes que movieron los trabajos de estos días: Iluminativo, informativo y programático. En la parte iluminativa, tuvimos la oportunidad de refrescar un poco la misionología con la ponencia del director nacional de las OMP de Costa Rica, el padre Jafet Peytrequín Ugalde, quien luego de haber participado en el CAM6 vino a compartir con nosotros su visión a cerca de los congresos misioneros en América, especialmente este último, que retoma con toda su fuerza la animación misionera de las Iglesias locales en las cuales se debe instar a vivir con más fuerza la misión ad gentes.

En otro momento el padre Fernando González, secretario general de la misión de los combonianos, nos recordó las conclusiones de la Asamblea General de la Animación Misionera que tuvimos en Roma el pasado mes de abril, las cuales nos invitan a fomentar nuestra incursión en los medios digitales y a una colaboración más cualificada involucrando a los laicos en nuestro servicio misionero.

Por su parte Monseñor Vittorino Girardi, misionero comboniano, nos hizo un repaso por los documentos capitulares que nos recuerdan el compromiso que tenemos con la animación misionera y lo hizo también citando otros documentos de la Iglesia. Nos recordó aquella célebre frase de los documentos de Puebla en los que se invita a la Iglesia de América a dar desde su pobreza misioneros al mundo.

Por último, dentro de este marco referencial de la animación misionera, nos habló Mons. Bartolomé Buigues Oller, Obispo de la diócesis que nos albergó esos días para presentarnos, desde su perspectiva, el panorama que en las iglesias de Costa Rica tiene la dimensión misionera y como se busca comprometerla cada vez más en esta importante tarea de la Iglesia universal.

Dentro de la parte informativa tuvimos la oportunidad de escuchar los informes de las actividades de animación misionera que se están realizando en las provincias y delegaciones del continente. Como siempre, un momento como éste, nos ayuda a mirar la dinamicidad y creatividad que en el plano de la animación misionera se está realizando en el Instituto.

Finalmente, luego de habernos escuchado y con elementos suficientes en mano, nos pusimos a concretar nuestro plan continental de animación misionera, que no fue otra cosas sino actualizar el anterior pero que en esta ocasión nos compromete a contagiar la pasión por la misión al pueblo de Dios, sintiéndonos animadores misioneros en sinodalidad, al estilo de San Daniel Comboni, en el contexto actual; trabajando en comunión, participación y colaboración.

Todos los participantes sabemos que el verdadero trabajo luego de una asamblea como esta, sigue en la comunicación y por su puesto en la aplicación de los compromisos. Hacia ello queremos encaminarnos a fin de seguir renovando nuestro celo misionero y contagiar ad intra y ad extra de nuestras comunidades el amor a las misiones a ejemplo de nuestro Fundador San Daniel Comboni.

VII Asamblea General de los Laicos Misioneros Combonianos

Del 9 al 15 de diciembre de 2024, se celebrará la VII Asamblea General de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) en la Casa de la Comunidad Comboniana en Maia, norte de Portugal. El lema de la asamblea es «Todos juntos para la misión». La mañana del primer día, hoy 9 de diciembre, estuvo dedicada a la oración. Presidió la misa de apertura el P. Fernando Domingues, Superior Provincial de Portugal.

Son en total 29 participantes -20 LMC y nueve misioneros combonianos- de 16 países y de tres continentes: África (9), América (9) y Europa (11). De los cinco miembros del actual Comité Central, están presentes los laicos Alberto de la Portilla (España) y Marco Piccione (Italia), y el P. Arlindo Pinto (Roma), persona de contacto del Consejo General Comboniano para los LMC.

El miércoles 11 habrá un encuentro online con representantes de los Consejos Generales de la Familia Comboniana: Hermanas Misioneras Combonianas, Misioneras Seculares Combonianas y Misioneros Combonianos. El jueves por la tarde habrá una peregrinación al Santuario Mariano de Fátima. El martes y el viernes, online, se escucharán testimonios de LMC que trabajan en comunidades internacionales, en Mozambique, Kenia, República Centroafricana, Perú y Brasil.

Los principales temas que se tratarán durante la Asamblea son: la presentación del camino recorrido por cada grupo de LMC de los diferentes países durante los últimos seis años a todos los niveles (formación, misión, economía y organización); la reflexión y aprobación del estatuto de los LMC que se presentará al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en el Vaticano; por último, la elección del nuevo Comité Central para los próximos seis años.

Los trabajos concluirán el sábado 14 de diciembre, por la tarde, con una Misa presidida por el Padre David Domingues, Vicario General de los Misioneros Combonianos. Al día siguiente, Tercer Domingo de Adviento y Día Internacional de los LMC, el P. David presidirá también la Misa en presencia de los participantes en la asamblea, junto con el pueblo de Dios, en la capilla de la casa de Maia.

Mensaje final del VI Congreso Americano Misionero CAM6

¡Buenas tardes, Iglesia de América!

El Señor Jesús nos ha convocado una vez más en asamblea, como familia misionera, en el Caribe, en la Isla del Encanto: Puerto Rico. Su fuego abrasador nos ha hecho sentir el calor humano de la acogida y fraternidad de nuestros hermanos boricuas. Es en esta región geográfica del continente donde el Paráclito nos ha permitido vivir el Sexto Congreso Americano Misionero, mejor conocido por sus siglas: CAM6. Agradecemos profundamente a la Tercera Persona de la Trinidad por la efusión de sus dones en estos días que han estado repletos de gracias y múltiples bendiciones.

También, nuestro agradecimiento sube hasta el Cielo por la presencia de cientos de hermanos y hermanas de América, que se han dado cita aquí, y de decenas de misioneros del resto del mundo que nos han acompañado en esta celebración de animación, formación, cooperación y espiritualidad misionera. El agradecimiento a Dios por la presencia de todo el Pueblo de Dios, representados en sus pastores, los Obispos; en los sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados, consagradas y en la abundante presencia laical, que confirma una vez más nuestro deseo de evangelizar en sinodalidad hasta los confines de la tierra.

Somos los testigos de Cristo, más de 1,300 participantes de 42 países, y poco más de 900 voluntarios, que nos hemos dejado impulsar con nuevo ardor a la misión ad gentes de la Iglesia, caminando juntos a la escucha del Espíritu, para ser testigos de la fe en Jesucristo en la realidad de nuestros pueblos hasta los confines de la tierra.

En este mes de noviembre de 2024, aquí en Ponce, Ciudad Señorial de esta hermosa isla caribeña, nos hemos sentido acompañados por Dios, celebrando la riqueza del intercambio cultural y eclesial, con participantes desde Canadá en el norte, hasta Chile en el sur, congregados en las Antillas y acompañados por África, Europa y Asia; representados con hermanos de Italia, España, Vietnam, Filipinas y otros.

Este CAM6 es un proceso de reflexión misionológica sinodal construido en tres grandes ejes temáticos que provienen del objetivo del Congreso: Impulsados por el Espíritu, Testigos de Cristo y Hasta los confines de la tierra. Estos ejes han servido para trabajar cada uno de los días del encuentro en dos grandes bloques:

1. Iluminación Misionológica en las mañanas; y
2. Reflexión y Discernimiento Metodológico en las tardes.

Cada día inició con 3 momentos de iluminación misionológica: dos ponencias y un testimonio misionero. En cada espacio se procuró provocar la reflexión teológica sobre la misión ad gentes, la que se hacía concreta con la experiencia vivencial de misioneras en territorios específicos de primera evangelización.
Las tardes se convirtieron en el eco o resonancia de lo que el Espíritu ha querido suscitar a través de tres estrategias metodológicas:

1. Conversación en el Espíritu del Instrumentum laboris;
2. Proyectos y Experiencias, y
3. Testimonios.

Por medio de un intercambio fraternal que permitió compartir profundamente en grupos los desafíos que nuestra realidad misionera tiene en todo el continente y buscar juntos propuestas para ser respuesta testimonial en nuestras Iglesias locales, y más allá de nuestras fronteras.

Esta metodología utilizó como punto de partida los ejes de acción de las Obras Misionales Pontificias: Cooperación, Animación, Formación y Espiritualidad. Todo esto fue acompañado de una efervescente animación misionera que se intercalaba entre los distintos momentos y anunciaba el fruto de la alegría en el Espíritu.

La presencia vivaz de los jóvenes, las presentaciones folclóricas locales, la acogida en los distintos hogares y centros, las experiencias de misión en las periferias urbanas y rurales de la Diócesis, y los encuentros culturales complementaron tan profundo momento de acontecimiento eclesial.

Estos días en el Congreso nos han permitido retomar lo reflexionado en los Simposios Internacionales Misionológicos, y descubrir lo que el Espíritu ha ido confirmando en lo compartido, en tantos grupos, a saber, la percepción del retardo de América en su respuesta ad gentes al mundo. Si bien es cierto, que han sido enviados misioneros más allá de nuestras Iglesias locales, algo que hemos constatado con la riqueza de los testimonios compartidos en la mañana y en los conversatorios de la tarde; este envío no ha sido en la proporción de católicos de nuestro continente, del que desde hace mucho se espera una respuesta más significativa. Esta toma de conciencia nos invita a pedir perdón a nuestros hermanos más lejanos y pobres que aún esperan el anuncio del mensaje liberador del Evangelio en los confines de la tierra.

Intuimos como gran desafío de esta reflexión misionera, que existe aún una resistencia hacia la misión ad gentes, fundamentada por varios aspectos:

a) una introversión eclesial que hace mirar especialmente hacia lo interno de las respectivas realidades: grupos, movimientos, parroquias, diócesis;
b) falta de gratuidad hacia los misioneros y misioneras ad gentes que existen, y que muchas veces parecieran invisibles para sus Iglesias locales y parroquiales;
c) falta de formación misionológica en nuestras Iglesias locales en todos los niveles; y
d) poca infraestructura y estrategia económica, y de recursos humanos, que apoye la salida misionera.

Frente a esto, también se han ido intuyendo propuestas que brotan de lo compartido, tales como:

a) promover desde las Iglesias locales, la constante salida, como ha pedido el Papa Francisco, dando desde nuestra pobreza;
b) conocer y animar a nuestros misioneros, manteniendo una estrecha comunicación con ellos, promocionando su trabajo y apoyándolos con la oración, nuestros servicios y nuestros bienes;
c) dar a conocer los centros formativos misionológicos y las diferentes facultades, promoviendo e invitando constantemente a patrocinarlos. Crear redes internacionales de cooperación entre los mismos para abrir al pueblo de Dios el mayor acceso a ellos. En cada Iglesia local se debe insistir en proveer una formación actualizada y permanente de la misión a todo el cuerpo eclesial; y
d) la cooperación misionera no puede reducirse a una sola jornada anual, sino que debe nutrirse de distintas iniciativas para un apoyo concreto mayor. Debe promoverse una participación más activa de todos los miembros del pueblo de Dios; incentivando a los laicos y las familias, y sobre todo reconocer el espacio vital de los jóvenes en esta realidad.

Vamos vislumbrando en este CAM6, la propuesta para impulsar una animación misionera que se concrete en una cooperación misionera a través de la construcción de redes entre las Iglesias locales y las realidades misioneras existentes.

Lo vivido en el Congreso nos ha interpelado y mostrado que:

Vivimos en un mundo fragmentado y dolido, donde aún la mayor parte del mundo no es cristiano. Aunque compartimos muchos pesares, nos une sobre todo la esperanza porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado, y nos impulsa como testigos;
El encuentro con Jesús, quien es el Reino, es y sigue siendo el camino para la transformación personal y social, en una continua tensión escatológica;
Cristo es el camino propuesto por el Padre para la plenitud de toda experiencia religiosa y espiritual, su anuncio, por tanto, no es una “invasión” ni un “colonialismo”, sino luz y vida para las inquietudes más profundas de todo ser viviente. Es la Vida que atrae a los vivientes;
La misión nos hace, nos configura. Por ello:
Estamos llamados a una conversión integral misionera;
Debemos insistir que la Iglesia existe porque existe la misión, y la misión es la manifestación del Dios Uno-Trino. La Iglesia de Cristo es misionera. La misión no es una opción entre otras, sino la opción primera y frontal. Todos los recursos deben dirigirse a llevar adelante la misión.
El espacio misionero se ha ampliado más allá de un criterio meramente geográfico: es cósmico y existencial. El espacio real no son los lugares, sino que son las relaciones, por lo que estamos llamados, ante todo, a tocar a Cristo en la carne de los hermanos, sobre todo en los más pobres, marginados y excluidos.
La respuesta a nuestra realidad parece dirigirse a una cooperación misionera que hoy nos invita a construir redes con sus respectivo “nudos” e interacciones.
Es necesaria una sinodalidad ministerial: cada vocación, nacida del bautismo, está en función de la misión y llamada a integrarse con todas las otras para así manifestar la riqueza del vasto misterio de la Encarnación.

Se intuye en las diferentes resonancias que la misión hoy tiene como gran desafío:

El miedo y la indiferencia hacia a misión misma, que se traduce en un temor a salir de la zona de comodidad personal y pastoral.

Frente a los desafíos, se constatan propuestas:

a) Un nuevo método para reflexionar y construir caminos, llamado a integrar las diferencias y las experiencias y vivencias de los creyentes.
i. Un método que sea, ante todo, un arte que logre plasmar la Belleza Creadora en un mosaico de diferencias que buscan un fin compartido, a saber, la plenitud de vida en el Viviente, llamada a expresarse en una mayor relación íntima con el Dios Trinitario, a través de la oración y la contemplación activa y transformadora.
b) La misión amplía las particularidades impulsando, con la ayuda del Espíritu, la búsqueda de convergencias, y de ahí, durante el congreso, hemos evidenciado un proceso latente:
i. Ad gentes: Se insiste siempre en ir, porque la Iglesia está siempre “en salida”,
ii. Inter gentes: Salir para encontrarse, para estar “con”,
iii. Cum gentibus: Integrar y aprender de los “mundos otros”, en una clave relacional dinámica,
iv. Omnes gentes/omnes creaturas: Salir a todos y a todo, sabiendo que todo está interconectado y, por ende, se trata de un compromiso de ecología integral.
c) Deriva de todo es un modelo misionero por atracción, que parta de la presencia, el acompañamiento, la cercanía, el diálogo, el reconocimiento y la valoración de unos y otros. La forma de hacer misión es a través de la relación con Cristo, y desde Cristo con el otro como su “sacramento”.

El Congreso nos permitió recoger entre los distintos momentos metodológicos alrededor de 400 aportaciones o resonancias, divididas en desafíos y propuestas, y sectorizadas en los pilares de las Obras Misionales Pontificias (Cooperación, Animación, Formación y Espiritualidad). Esto requerirá ahora un camino de discernimiento y análisis, para acoger lo que el Espíritu Santo quiso comunicar para la misión ad gentes desde el continente y para el mundo.

El fruto de esa reflexión se complementará en la próxima etapa de este proceso, la cual se realizará y materializará en el Post-CAM6, en marzo de 2025 en Costa Rica; y en la que se compartirá la síntesis de este camino misionero a modo de orientaciones generales para toda la Iglesia en América.

Nuestro CAM6 se ha realizado en el contexto del Sínodo de la Sinodalidad, por lo que han resonado sus ejes temáticos: Comunión, Participación y Misión, algo que hemos vivido a plenitud en estos días.

A las puertas del próximo Jubileo, Peregrinos de la Esperanza, nos orientamos a un nuevo Pentecostés misionero en nuestro continente americano, para ser con nuestro testimonio, don de Dios al mundo.

¡América, con la fuerza del Espíritu, testigos de Cristo!

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Cardenal Ayuso: «Lo que más me ha servido han sido mis 20 años de experiencia misionera en África»

En homenaje al cardenal Miguel Ángel Ayuso, primer cardenal en la historia del instituto de los Misioneros Combonianos, recientemente fallecido, reproducimos esta entrevista que le hizo la revista comboniana Mundo Negro. Su gran experiencia misionera la ayudó mucho en su trabajo “en la retaguardia”, como dice él mismo, para fomentar el diálogo entre las religiones.

Entrevistó: Javier Fariñas Martín, MUNDO NEGRO
Fotos: Javier Fariñas, Misioneros Combonianos, Mundo Negro

El cardenal comboniano Miguel Ángel Ayuso es el prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso desde 2019. Curtido durante 20 años en el trabajo misionero en África, lidera un equipo de 15 personas dedicado a la promoción del encuentro con el otro.

¿En términos no eclesiales, ¿a qué ministerio equivaldría este dicasterio?

Este dicasterio sería un ministerio de asuntos religiosos. Desde aquí nos dedicamos a establecer relaciones oficiales, institucionales, con las conferencias episcopales o con grupos para alcanzar buenas relaciones interreligiosas. Nosotros no nos ocupamos de, entre comillas, cuestiones políticas. La segunda sección de la Secretaría de Estado del Vaticano es la responsable de la relación con los estados y con las organizaciones internacionales. Aunque a veces en nuestro trabajo nos encontramos con personas, grupos o instituciones que quieren abordar cuestiones de tipo sociopolítico, les hacemos ver que nosotros solo nos ocupamos de asuntos interreligiosos. 

¿Tienen contrapartes al mismo nivel en el resto de confesiones? ¿A quién se dirigen cuando tienen que entablar esas relaciones?

Hay una relación bilateral con grupos e instituciones que se acercan a nosotros y manifiestan el deseo de establecer una colaboración regular para reflexionar y potenciar el diálogo interreligioso. Eso ocurre, por ejemplo, con Irán, país con el que tenemos una relación de colaboración desde hace tiempo. Cada dos años nos encontramos en Roma o en Teherán e intercambiamos ideas y reflexiones. También con Irak hemos mantenido algunos encuentros, el último en Bagdad, con sunitas, chiitas y yazidíes. Nuestra contraparte allí es una institución gubernamental que, sin embargo, en su relación con nosotros, aporta reflexión y colaboración de carácter religioso y no político. También mantenemos relación, por ejemplo, con la Academia Real de los Ulemas de Marruecos. Tenemos establecidas una serie de relaciones para compartir, proponer eventualmente algún tipo de mensaje o, simplemente, crear comunión entre las diferentes confesiones.

¿Cuál es el punto de convergencia en esos diálogos?

Principalmente se trata de compartir desde nuestra tradición religiosa, desde nuestra fe; son encuentros de amistad. Buscamos espacios comunes a partir de la diversidad. No pretendemos discutir cara a cara sobre cuestiones teológicas delicadas para ver quién tiene razón, sino que nos encontramos para mirar juntos nuestro mundo y ver qué podemos hacer. Hay una humanidad herida, y hablamos sobre cómo podemos unir nuestras fuerzas para crear un mundo mejor. Se trata de no ­ponernos enfrente sino al lado del otro. Hay muchos elementos que son necesarios como la libertad religiosa, la cohesión social, la dignidad humana… Es interesante ver que en los temas más espinosos, entre las diferentes tradiciones religiosas o, incluso, a nivel político, suele haber puntos de vista comunes. Así, por ejemplo, vemos cómo la Santa Sede y los países musulmanes se sienten unidos en la defensa de la vida y de la familia. 

¿La religión puede ser un instrumento útil para abordar asuntos políticos?

Sí. Mi predecesor, el cardenal Jean-Louis Tauran, en repetidas ocasiones decía que la religión no es un problema sino que es parte de la solución a los problemas de hoy. El mundo de la política y de lo social no debe mirar con sospecha a la religión o a las diferentes denominaciones religiosas, sino ver en ellas una fuente de donde obtener resultados positivos. En estos últimos años ha habido una especie de interferencia. Aunque a veces lo político ha entrado en lo religioso y viceversa, y esto crea conflictos, divisiones y reacciones de­sagradables, no podemos ignorarnos. 

¿Percibe cierto rechazo a dialogar con el diferente, con el otro?

Sí, he visto que hay miedo, y el miedo es el mayor enemigo del diálogo. En encuentros y reuniones me dicen a veces que hay muchos musulmanes en Europa y que van a invadir e islamizar el continente. Siempre he dicho que no hay que tener miedo a esta presencia extranjera desde el punto de vista social, identitario, intercultural e interreligioso, sino que debemos experimentar la inclusión de la que habla el papa Francisco. A mí lo que me da miedo como cristiano es el abandono de la fe por parte del mundo cristiano, me dan miedo una secularización y una laicización agresivas que luchan contra los valores cristianos. Esto es lo que hace desintegrar nuestra identidad. Esto es lo que me da miedo y me preocupa. Si en Occidente tuviéramos una fe arraigada, no tendríamos miedo de esto. Lo que sí tenemos que hacer es saber acogerlos, aceptarlos e integrarlos desde la diversidad.

¿Este miedo es más propio de los adultos o de los jóvenes?

Este miedo y esta reacción de rechazo que tenemos los adultos se difumina cuando me encuentro con gente joven. No se sienten mal porque viven integrados y aceptan esa integración desde el respeto, la amistad y la colaboración. A veces estamos demasiado preocupados por este asunto. Debemos reconocer que hay una nueva generación que está creciendo y que tiene que aprender estos valores con el objetivo de vivir en diversidad respetando la propia identidad. Una sana diversidad refuerza nuestra identidad. Aquello que nosotros creemos que es un problema, o a lo que tenemos miedo, en realidad dispone de una riqueza potencial enorme siempre que nos lleve a una cultura de la aceptación y la inclusión del otro. Sin embargo, sabemos que esto, muy a menudo, convive por desgracia con una evidente cultura de exclusión.

Hablaba antes del abandono de la fe. ¿Estamos ante un fenómeno eminentemente occidental?

Sí, aunque entre otras confesiones religiosas hay una sensación de que este proceso de secularización, que promueve un modelo de sociedad focalizado en el bienestar desde un punto de vista materialista y que anula la dimensión religiosa que tiene el ser humano, puede provocar la pérdida de nuestras tradiciones.

¿Qué importancia tiene en el diálogo interreligioso el documento sobre la Fraternidad Humana suscrito en Abu Dabi en febrero de 2019?

Es un documento que ha marcado un hito en la historia. Ha tenido una gran recepción en todo el mundo y a todos los niveles porque no es un documento religioso, no es un documento para los cristianos o los musulmanes, sino que es para la humanidad. Se dirige a los líderes políticos y financieros, a los responsables de la sociedad, de las comunidades religiosas, para que se pueda establecer un tipo de convivencia en paz. Todos los participantes en el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales celebrado en septiembre del año pasado en Kazajstán, y en el que participó el Papa, adoptaron el documento. Aunque el texto, que es del papa Francisco y del gran imam de Al Azhar, no está pensado para que otras personas o instituciones lo rubriquen, es importante ver cómo los participantes en el congreso de Kazajstán expresaron su deseo de seguir los pasos propuestos en él. Y no solo eso. El presidente de Timor Este, en su primera comparecencia ante el Parlamento del país, propuso este documento como una hoja de ruta para la labor de su Gobierno.

¿Cuántas veces pasó por las manos del cardenal Ayuso el borrador de este documento?

Es un documento del papa Francisco y del gran imam. Ellos han dicho en numerosas ocasiones que lo han ido trabajando los dos. Sí puedo decir, y no en referencia a este texto, que en la Curia somos y nos sentimos una familia, colaboramos los unos con los otros y estamos al servicio del Santo Padre, de las conferencias episcopales y de las comunidades cristianas en todo el mundo. Por tanto, la actividad del Papa se ve enriquecida por este apoyo que se da en este espíritu de familia y que se expresa, a veces, en documentos como el de la Fraternidad Humana. Es bonito trabajar en la retaguardia.

¿Qué requisitos deben cumplir para trabajar en «esta» retaguardia del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso?

Creo que el punto central sobre el cual se apoya todo lo demás es el de la motivación para trabajar y la identificación con la propia fe. Esto nos ayuda a construir después. El conocimiento de las lenguas es un vehículo que ayuda, no es absolutamente necesario pero ayuda mucho. Hay que conocer un poco las tradiciones religiosas, hay que tener una experiencia de vida, de contacto intercultural e interreligioso. A mí lo que más me ha servido han sido mis 20 años de experiencia misionera en África. No soy diplomático, pero sí tengo experiencia pastoral que, con el tiempo, se ha ido completando con una década en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos y ahora como prefecto de este dicasterio. Pero lo que realmente vale es la experiencia y estar motivado para trabajar sobre el diálogo. Después, el trabajo diplomático se va aprendiendo poco a poco. Creo que bastaría solo una cosa para abordar las relaciones interculturales e interreligiosas: un poquito, un poquito, un poquito de sentido común. ¡Cuántas cosas y cuántos problemas se podrían solventar con un poquito de sentido común!

Sin hablar de éxito o fracaso, ¿cuándo sienten en el dicasterio que han logrado algo importante?

Más que en términos de éxito, trabajamos en términos de servicio. Tratamos de servir, de hacer el bien sin mirar a quién. Nosotros colaboramos con muchas comunidades religiosas, con el Consejo Mundial de las Iglesias, pero también con diferentes comunidades y denominaciones cristianas porque tenemos una necesidad de comunión entre nosotros para dar testimonio de unidad a los que pertenecen a otras tradiciones religiosas. Aquí, aparte del diálogo interreligioso, nos interesa el diálogo intrarreligioso. ¿El éxito? No nos da tiempo a pensar en él porque cuando obtenemos algún objetivo ya tenemos sobre la mesa cuatro o cinco más.

Cuando el Papa fue a Bangui, pidió permiso y rezó en la mezquita. En las relaciones interreligiosas, ¿qué importancia tienen los gestos?

Son fundamentales. No hay que hacer un revoltijo que haga pensar que con los gestos perdemos nuestra identidad, pero hay momentos en los que se ven cosas que impactan muchísimo, como ver al papa Francisco en los jardines vaticanos con los líderes judío, musulmán y palestino en un clima de oración, pero no para rezar juntos, sino para, juntos, rezar, que es distinto… A veces personas y comunidades con muy buena intención hacen una especie de potaje que no es bueno. Hay gestos de los cuales no podemos escandalizarnos, sino que tenemos que acogerlos como gestos de comunión y no de división, confusión o renuncia a la propia fe.

¿Somos de escándalo fácil?

En el entorno interreligioso, sí. En ocasiones, en todas las tradiciones religiosas hay posiciones radicales, hay tradicionalistas a los que les cuesta acercarse a los demás. He visto trabajos muy bonitos de misioneros en África. Les he preguntado por su actividad y se saben de memoria los nombres y apellidos de todos los fieles de la parroquia, pero si les pregunto si hay protestantes o musulmanes en la aldea, me dicen que ellos no se preocupan de eso, que solo se interesan por los «suyos». Hay personas santas y capaces a las que les falta esa dimensión de apertura a los demás. Se le atribuye a André Malraux la frase que dice que «el siglo XXI será religioso o no será». Y es verdad. Vivimos en sociedades donde las diferentes tradiciones, y en concreto la nuestra, tienen necesidad de dar testimonio de su fe. Esto, no obstante, no debe hacerse desde un punto de vista proselitista, sino desde una perspectiva de acogida del otro para que podamos construir juntos una sociedad mejor. Tenemos un gran desafío y no debemos tener miedo ni ser excluyentes. Si realmente quiero estar identificado con mi fe, con mi cultura, con mi ser, entonces tengo que abrirme a los demás. Cuando salimos de nosotros mismos y descubrimos otras realidades y culturas, volvemos a mirarnos, nos redescubrimos y reforzamos nuestra identidad. En lugar de temer que vamos a perder parte de lo que somos, nos sentimos identificados y, a la vez, diferentes de los otros, pero plenos de humanidad en este mundo en el que vivimos. Como dijo el Papa durante la pandemia, todos estamos en la misma barca.  

Entrevista publicada por la Revista Mundo Negro. Marzo 2023, Pág. 42-47

Fallece el Cardenal Miguel Ángel Ayuso

El cardenal Miguel Ángel Ayuso, prefecto del Dicasterio para el Diálogo interreligioso, falleció en la mañana de hoy, 25 de noviembre, a consecuencia de una insuficiencia cardiorrespiratoria grave. El Cardenal Ayuso había sido ingresado en la clínica Gemelli de Roma a causa de una insuficiencia respiratoria y de problemas cardíacos. Fue el primero -y hasta ahora único- miembro del instituto comboniano nombrado cardenal. Tenía 72 años.

Miguel Ángel Ayuso Guixot nació en Sevilla (España) el 17 de junio de 1952. Hizo sus primeros votos el 15 de agosto de 1975 en Moncada (Valencia) y fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1980, tras haber estudiado la Teología en Roma, donde se licenció en Árabe y Estudios islámicos por el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de Roma (PISAI). En 1982 fue destinado a Egipto y en 1986 a Sudán, donde permaneció hasta 1994. En el 2000, obtuvo también un Doctorado en Teología sistemática y Dogmática por la Universidad de Granada (España). Buena parte de su vida misionera la pasó como profesor de Islamología, tanto en Jartum (Sudán) como en El Cairo (Egipto), hasta que fue nombrado director del PISAI en 2003.

El 30 de junio de 2012 fue designado por el papa Benedicto XVI como nuevo secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso,​ que era presidido por el cardenal Jean-Louis Tauran, y vice-prefecto de la Comisión para las Relaciones Religiosas con los Musulmanes, presidida por el cardenal Francis Arinze.

El 29 de enero de 2016, el papa Francisco le otorgó el título honorífico de obispo titular de la diócesis de Luperciana​ (situada en la Sede titular Cartaginense de Túnez).​ Recibió la consagración episcopal​ el 19 de marzo del mismo año, en la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano, de manos del propio papa Francisco.

El 26 de septiembre de 2017 fue confirmado como secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso in aliud quinquennium. El 15 de mayo de 2019 fue nombrado presidente del mismo Pontificio Consejo y miembro de la Congregación para las Iglesias Orientales.

El 1 de septiembre de 2019, el papa Francisco anunció, en el tradicional rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro del Vaticano, la creación de trece nuevos cardenales, entre los que se encontraba Mons. Ayuso. El Consistorio en el que fueron creados miembros del colegio cardenalicio se celebró el 5 de octubre de ese año.

El 13 de octubre de 2020 fue nombrado miembro de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Tras la entrada en vigor de la constitución apostólica Praedicate evangelium el 5 de junio de 2022, pasó a ser prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. El 17 de febrero de este año fue nombrado miembro del Dicasterio de las Causas de los Santos.

Trabajó como principal representante del Vaticano en el restablecimiento del diálogo con el gran imán Ahmed el-Tayeb de la mezquita Al-Azhar de El Cairo. Fue también uno de los artífices de la declaración conjunta sobre la Fraternidad Humana, emitida por el Gran Imán y el Papa Francisco en febrero de 2019 en Abu Dhabi.

Con su muerte se pierde un gran defensor del diálogo interreligioso. Hablaba numerosas lenguas, entre ellas el árabe, el italiano, el inglés y el francés. Dio numerosas conferencias y escribió numerosos artículos sobre el islam y el diálogo entre las religiones.

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