Comunidad católica internacional: Misa internacional en Hawassa
Por: P. Pedro Pablo Hernández, mccj
Desde Hawassa, Etiopía
Entre los varios servicios pastorales que tengo en mi nueva misión, también se encuentra el de celebrar la misa cada Domingo a la pequeña comunidad de católicos extranjeros en la ciudad.
La Eucaristía la tenemos a las 8:00am en la capilla de la misión debido a que la Catedral se encuentra ocupada toda la mañana con dos misas; una en lengua amárico y posteriormente otra en lengua Sidamo.
Nuestra misa es en inglés, recibiendo personas o familias procedentes de varias partes del mundo que han decidido vivir aquí o que están de paso, y también tenemos algunas Hermanas Religiosas que participan regularmente.
Entre nuestros cristianos hay algunos, tal como se puede ver en la foto, que son de Sudan, España, Etiopía, Inglaterra, Sir Lanka y México. También hay otros que son originarios de Italia, Filipinas, Corea, Uganda, Austria, India, Ruanda, Polonia, Chile, Alemania, etc. No son un gran número de fieles que se juntan, pues algunos sólo están de visita, pero todos participan con profunda espiritualidad. ¡Son un testimonio muy positivo de fortaleza en su fe!
El hecho de que gentes procedentes de varios continentes, razas, culturas y con diferentes edades nos pongamos juntos a escuchar la Palabra de Dios, a orar y a participar en el Banquete del Señor en la iglesia, es un signo visible de la catolicidad y universalidad de la Iglesia, que manifiesta su unidad dentro de la gran diversidad universal. Vivimos juntos un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Después de la comunión, para subrayar nuestra riqueza en la diversidad, tenemos un himno en la lengua de algunos de los participantes. Hemos tenido algunos cantos en italiano, tagalo, coreano e incluso en árabe.
Nuestra misa dominical también ofrece gran apoyo espiritual a todos los que participamos pues siendo los católicos una minoría, menos del 1% de los 120 millones de etíopes, el acto en sí de juntarnos para compartir nuestra fe nos llena enormemente del Espíritu de nuestro Señor y nos fortalece el alma.
El constatar todo lo que vivimos, me motiva a orar a Dios por todos los cristianos que viven fuera de su tierra (las razones son muchas, algunas por opción y otras por no tener otra opción) quienes, además de enfrentar los desafíos diarios que encuentran como extranjeros, también se dan un tiempo para buscar, procurar y alimentar su espíritu en la Iglesia con el fin de fortalecerse y llevar sus vidas adelante lo mejor que pueden. Ciertamente, también doy gracias a Dios, una vez más, por su gran testimonio.
(La foto es del domingo pasado, primer domingo de cuaresma, donde decidimos poner la ceniza debido a que el miércoles no pudieron participar. Por eso se puede ver la ceniza, en forma de cruz, sobre nuestras frentes).