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COP30. Mensaje final de la familia comboniana:

“Responder al Grito de la Tierra y de los Empobrecidos”
“Sabemos que toda la creación gime y sufre dolores de parto hasta ahora. Y no solo ella, sino también nosotros, que tenemos los primeros frutos del Espíritu, gemimos en nuestro interior, esperando la adopción, la liberación de nuestro cuerpo” (Romanos 8, 22).
“No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una única y compleja crisis socioambiental” (LS, 139).

Convocados por el clamor de los pobres y de la tierra, treinta y nueve representantes de la Familia Comboniana se reunieron en Belém (BR) con ocasión de la COP30 para vivir el Foro sobre Ecología Integral. 

Del 11 al 18 de noviembre, participamos en todos los espacios de encuentro y debate organizados en torno a la COP30 y dedicamos tiempo para trabajar juntos, compartiendo momentos de espiritualidad y sobre lo que nos marcó de cuanto escuchamos y vimos en los espacios de la COP30. Fueron días de encuentro y escucha del Espíritu presente en la lucha de los pueblos amazónicos y del mundo entero.

Nos convocamos en Belén con la convicción de que, en este tiempo decisivo, se están escribiendo importantes páginas de la historia junto a las reivindicaciones y propuestas de las comunidades en apoyo al multilateralismo de los pueblos, contra todo negacionismo y contra los intereses de quienes defienden el lucro por encima de la vida.

La Amazonía, que acoge la COP30, es un territorio de resistencia e inspiración, a partir de la sabiduría ancestral y de la mística de sus pueblos. Al escucharlos, se confirma en nosotros la percepción de la grave crisis socioambiental que estamos atravesando: una crisis civilizatoria que requiere una profunda conversión de nuestro estilo de vida individual y colectivo, de esa economía que mata, y también de una espiritualidad cristiana que ha separado al Creador de sus criaturas.

La confluencia de las aguas hasta la desembocadura del Río Amazonas reunió a pueblos de todo el mundo, con un destacado protagonismo indígena cada vez más consciente y organizado. Nos da esperanza compartir la vida y los sueños de estos pueblos: ¡en Belém sentimos fuertemente el olor de la misión!

Nos sentimos parte de una Iglesia en salida, en busca de transformación, aliada a los saberes ancestrales y científicos, en un diálogo ecuménico e interreligioso que abre mentes y corazones. Celebramos la vida de muchos mártires, que hicieron y hacen causa común con el grito de la Tierra y de las comunidades empobrecidas.

Participamos en muchos debates, en las áreas institucionales de la COP, en la Cumbre de los Pueblos y en el Tapiri Interreligioso, y profundizamos una visión sistémica de la emergencia ambiental y climática que estamos atravesando. Las comunidades de fe, las iglesias y la vida consagrada tienen un potencial y una responsabilidad única para 

ofrecer un camino de esperanza en este contexto, y este camino se llama espiritualidad de la Ecología Integral.  

Como personas convencidas y motivadas por el tesoro del carisma Comboniano y el legado de la doctrina social de la Iglesia, que relanzan la evangelización como promoción de la dignidad de la persona en todas sus dimensiones, renovamos nuestro compromiso como Familia Comboniana y proponemos las siguientes pautas de acción:

  •  Promover y sostener la conversión ecológica a nivel personal y comunitario con el fin de transformar todas las relaciones basadas en desigualdades e injusticias (colonialidad, racismo, género);
  •  Desarrollar procesos de formación inicial y permanente sobre la Ecología Integral y cultivar una espiritualidad que sea encarnada, liberadora y fundada en la colaboración en red, valorando la vida litúrgica en nuestras comunidades;
  •  Caminar como Iglesia, valorando las iniciativas en curso, como la Plataforma de las Iniciativas Laudato Si’, Sembrar Esperanza para el Planeta, el Tiempo de la Creación y la Semana Laudato Si’, profundizando el magisterio de la Iglesia y, particularmente, el Llamado de las Iglesias del Sur Global por Justicia Climática y la Casa Común;
  •  Mapear y visibilizar las prácticas de la Familia Comboniana para concienciarnos sobre el alcance de nuestro compromiso con la Ecología Integral, incluyendo estilos de vida simples y sobrios;
  •  Rescatar el Pacto Comboniano por la Casa Común;
  •  Cooperar con los medios de comunicación de la Familia Comboniana en el compromiso misionero de la Ecología Integral;
  •  Incluir la Ecología Integral en la formación y educación popular junto a nuestras comunidades, con metodologías adecuadas para las diversas edades y contextos;
  •  Apoyar acciones de incidencia política desde los territorios, con el protagonismo de las comunidades, promoviendo también actividades que concreticen modelos económicos alternativos posibles, inspiradas en la Economía de Francisco y Clara;
  •  Facilitar la colaboración entre las diferentes ramas de la Familia Comboniana dando continuidad a una Comisión General, incluso para promover un intercambio sobre nuestras prácticas con seminarios web formativos dos veces al año.

Agradecemos a Dios y a los pueblos que nos acogieron y, de manera especial, a la coordinación que organizó el Foro y a todos los que permitieron su realización. 

¡Que esta semilla más plantada en el suelo de la Familia Comboniana genere frutos de compromiso renovado, en respuesta a la urgencia de los signos de los tiempos!  

Belém, 18 de noviembre de 2025.

 Hermanas Misioneras Combonianas 
Laicos y laicas misioneros Combonianos 
Misioneras Seculares Combonianas 
Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús

Mensaje de las Conferencias y Consejos Episcopales Católicos de
África, América Latina y el Caribe, y Asia
con ocasión de la COP30.
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Una semana por los cristianos perseguidos

La voz de los que sufren y son perseguidos

Te invitamos a participar en la semana roja (#RedWeek2025) que se llevará a cabo del 17 al 23 de noviembre. Miles de iglesias, monumentos y comunidades en todo el mundo se iluminarán de rojo 🔴 —el color de los mártires cristianos— para recordar a quienes sufren persecución por su fe y alzar la voz por la libertad religiosa.
En la Red Week (#SemanaRoja), cada luz encendida es una oración, un gesto de esperanza y una muestra de unidad entre los creyentes. En México iluminaremos la Parroquia de San Juan Mata en Allende Coahuila. 🌍🙏
Tú también puedes participar en la Red Week (#SemanaRoja) de la siguiente manera:

Reza especialmente por los cristianos perseguidos

Toma una foto a tu rosario o cruz y compártela con el hashtag #REDWEEK en tus redes sociale

Ilumina tu parroquia o altar de rojo, el color de los mártires, como signo de solidaridad y esperanza.

La #RedWeek en México  
Este año, ACN México te invita a escuchar el testimonio de la Hermana Gloria Narváez, religiosa secuestrada en el desierto del Sahara. Su relato es una muestra inmensa de que el amor de Cristo nos protege ante todas las adversidades.
18 de nov: Parroquia San Josemaría Escrivá (CDMX) – 19:00 hrs
19 de nov: Instituto Fray Pedro de Gante (Apizaco, Tlaxcala) – 10:00 hrs
19 de nov: Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe (Puebla) – 19:00hrs
21 de nov: Universidad Panamericana (Guadalajara) – 20:00 hrs
22 de nov: Parroquia San Juan Mata (Coahuila) – 19:00 hrs
23 de nov: Parroquia Cristo Rey (Coahuila) – 10:00 hrs
23 de nov: Catedral Mártires de Cristo Rey (Coahuila) – 13:30 hrs

¡Participa y sé parte de esta luz que une a México en oración!

✨ Súmate tú también:
Organiza una vigilia, ilumina tu iglesia o comparte este mensaje de esperanza.
Juntos podemos ser luz para quienes viven la oscuridad de la persecución. ✝️💡
Visita nuestro sitio web para más información:

Más información aquí

ACN MÉXICO – Ayuda a la Iglesia Necesitada
Sede: Moneda 2, Col. Tlalpan Centro, CP 14000, Alcaldía Tlalpan, CDMX
Tel.: (55) 4161 3331
WhatsApp: +52 5536513630
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Somos una fundación católica que sirve a nuestros hermanos y hermanas que sufren y son perseguidos en todo el mundo desde 1947.

XXXIII Domingo ordinario. Año C

“En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido.
Entonces le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder? Él les respondió: Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado. Pero no hagan caso.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin.
Luego les dijo: Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes  lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles.
Pero antes de todo esto los perseguirán a ustedes y los apresarán; los llevarán a los tribunales  y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.

(Lucas 21, 5-19)


Jornada mundial de los pobres
Si se mantienen firmes, conseguirán la vida
P. Enrique Sánchez G. Mcc
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Poco a poco nos vamos acercando al final del año litúrgico y las lecturas de este domingo nos van preparando, en parte, y continúan con la reflexión que hemos venido haciendo del evangelio de san Lucas.

Por otra parte, invitándonos a estar listos y preparados para reconocer al Señor como el protagonista que va guiando nuestras vidas, nos dejan un mensaje de esperanza que nos acompaña para concluir este tiempo con el corazón en paz.

La lectura del evangelio sitúa, también hoy, en el Templo de Jerusalén, el lugar más importante en la vida religiosa de los contemporáneos de Jesús.

Se subraya en el texto lo bello y lo magnífico de la construcción del edificio, que se consideraba como el lugar por excelencia en donde se podía encontrar a Dios.

Y, seguramente, era un templo maravilloso y esplendoroso, construido durante cuarenta y seis años y poniendo en él lo mejor que se tenía.

Era una gran obra y orgullo del pueblo judío que se sentía privilegiado de tener a Dios casi al alcance de la mano; pero tanto esplendor, de alguna manera, encandilaba los ojos y no permitía contemplar a quien era el más importante y que habitaba más allá́ de sus muros, sus columnas y sus altares.

En el texto del domingo pasado, Jesús se había presentado como el verdadero templo, el Mesías, en quien se podía contemplar el rostro de Dios; pero, incluso quienes lo reconocían como Maestro, parecían aturdidos y no lograban reconocerlo plenamente como Dios mismo que habitaba entre ellos.

El esplendor del templo parecía tenerlos encandilados y estaban preocupados pidiendo señales y queriendo conocer los tiempos de la venida del Señor, cuando en realidad ya lo tenían ante sus ojos.

La descripción de los últimos tiempos, con todo lo catastrófico que pueda ser y como muchos de ellos se imaginaban que tenían que ser, para que Dios se manifestara como el que vendría a recomponer todo en su creación, es una realidad que no puede ser negada, pero que no podía ser interpretada todavía como el fin de este mundo.

Contrariamente a lo que se podría esperar escuchando el evangelio, la palabra de Jesús se presenta como un anuncio que abre a la esperanza, haciendo comprender que quien tiene la última palabra y quien decide sobre el final de todo es únicamente Dios. Y ese día no había llegado.

Tal vez a nosotros, escuchando lo que dice  Jesús  nos  puede  venir  espontáneo pensar, de igual manera, que no estamos muy lejos de esos tiempos lejanos, porque muchas de las situaciones descritas parecen ser fotografías muy fieles de lo que estamos viviendo en nuestros días.

Por todas partes se nos habla de guerras que no tienen fin, el espectáculo del sacrificio de tantas vidas inocentes parece haberse convertido en una serie de entretenimiento que se ve en la televisión o se descarga en la tableta.

Los terremotos y las calamidades naturales han dejado en los últimos meses escenarios de destrucción que nos parecen sacados de películas de ficción.

Las epidemias, nos ha tocado experimentarlas en nuestra propia carne y todavía está muy vivo en nuestra memoria lo que ha sido el Covid, el Sida, la gripa aviar y muchas otras más que han significado muerte y pérdida de tantos seres queridos.

Las persecuciones por motivos políticos o religiosos, por ideologías que tratan de imponerse como ley para toda la humanidad, han sido motivo para justificar la destrucción de nuestro planeta y el martirio de muchos inocentes.

Basta como ejemplo lo que está sucediendo en Nigeria con la persecución de los cristianos o la situación de muchas personas que están obligadas a vivir su fe en Jesús en la clandestinidad o en el anonimato.

Para muchos de nosotros, vivir en este mundo nos resulta difícil y extraño, porque se añoran valores y testimonios de vida que nos hacían soñar un futuro que sería simplemente feliz y hoy no faltan quienes se preguntan: ¿Qué mundo les heredaremos a quienes vienen detrás de nosotros? Todo podría parecer que nos estamos dirigiendo hacia un final desastroso y no faltan los falsos profetas que anuncian el fin del mundo como una terrible destrucción de lo que nos queda de mundo, de planeta o de humanidad.

Ante ese panorama, escuchar las palabras de Jesús que nos dice: no se preocupen, es seguramente una buena noticia que mueve nuestro interior a crecer en la  esperanza y la confianza. “Que no los domine el pánico”.

Jesús nos garantiza que existe Alguien que se está preocupando por nosotros, que va vigilando nuestros pasos y que nos va guiando por sus senderos. No se preocupen, porque quien tiene en sus manos todo lo que somos, todavía no ha dicho su última palabra.

Este anuncio que podríamos considerar como un buen estímulo y una invitación a no dejarnos atrapar en las trampas del pesimismo, no es otra cosa sino una sana provocación a reforzar nuestra experiencia de fe, a vivir responsablemente confiando en que nada nos puede apartar del amor de Dios.

Que el mundo puede estar pasando por un momento de gran confusión, no hay duda, pero que ahí también Dios va escribiendo su historia de salvación para cada uno de nosotros, esa es nuestra convicción de fe.

Pensar a los últimos tiempos, tal vez, nos puede ayudar a ubicarnos mejor en el tiempo presente. En este tiempo que nos toca vivir y en donde, como cristianos, estamos llamados a dar un testimonio de confianza y de esperanza, porque nos sentimos y nos reconocemos en las manos de Dios y ahí todos estamos seguros.

Pero al mismo tiempo, puede ser una buena ocasión para cuestionarnos y sacudirnos, para preguntarnos ¿qué podemos hacer o cómo podemos vivir para que nuestros hermanos, y nosotros mismos, podamos decir con seguridad y valentía que Jesús es el Mesías, nuestro Salvador y Señor?

Tenemos, también nosotros, un templo bello adornado con el testimonio de tantos que nos han precedido en la fe.

Tenemos catedrales maravillosas que han conservado como tesoro no sólo el arte de sus muros, sino la presencia de un Dios que no nos abandona y que camina a nuestro lado, esperando decir su última palabra, la palabra que nos enseñará que siempre nos ha amado.

Lo único que se nos pide es que nos mantengamos firmes, que perseveremos, que no nos dejemos paralizar por el miedo o la mediocridad. Que vivamos nuestra experiencia de fe con entusiasmo y gratitud, con un gran corazón y con la confianza de que el Padre que nos acompaña nunca nos abandonará.

Mantengámonos firmes y llenos de esperanza para que se nos conceda el don de la vida que no tendrá fin.


Para tiempos difíciles
José Antonio Pagola

Tendréis ocasión de dar testimonio

Los profundos cambios socioculturales que se están produciendo en nuestros días y la crisis religiosa que sacude las raíces del cristianismo en occidente, nos han de urgir más que nunca a buscar en Jesús la luz y la fuerza que necesitamos para leer y vivir estos tiempos de manera lúcida y responsable.

Llamada al realismo

En ningún momento augura Jesús a sus seguidores un camino fácil de éxito y gloria. Al contrario, les da a entender que su larga historia estará llena de dificultades y luchas. Es contrario al espíritu de Jesús cultivar el triunfalismo o alimentar la nostalgia de grandezas. Este camino que a nosotros nos parece extrañamente duro es el más acorde a una Iglesia fiel a su Señor.

No a la ingenuidad

En momentos de crisis, desconcierto y confusión no es extraño que se escuchen mensajes y revelaciones proponiendo caminos nuevos de salvación. Estas son las consignas de Jesús. En primer lugar, «que nadie os engañe»: no caer en la ingenuidad de dar crédito a mensajes ajenos al evangelio, ni fuera ni dentro de la Iglesia. Por tanto, «no vayáis tras ellos»: No seguir a quienes nos separan de Jesucristo, único fundamento y origen de nuestra fe.

Centrarnos en lo esencial

Cada generación cristiana tiene sus propios problemas, dificultades y búsquedas. No hemos de perder la calma, sino asumir nuestra propia responsabilidad. No se nos pide nada que esté por encima de nuestras fuerzas. Contamos con la ayuda del mismo Jesús: «Yo os daré palabras y sabiduría»… Incluso en un ambiente hostil de rechazo o desafecto, podemos practicar el evangelio y vivir con sensatez cristiana.

La hora del testimonio

Los tiempos difíciles no han de ser tiempos para los lamentos, la nostalgia o el desaliento. No es la hora de la resignación, la pasividad o la dimisión. La idea de Jesús es otra: en tiempos difíciles «tendréis ocasión de dar testimonio». Es ahora precisamente cuando hemos de reavivar entre nosotros la llamada a ser testigos humildes pero convincentes de Jesús, de su mensaje y de su proyecto.

Paciencia

Esta es la exhortación de Jesús para momentos duros: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». El término original puede ser traducido indistintamente como «paciencia» o «perseverancia». Entre los cristianos hablamos poco de la paciencia, pero la necesitamos más que nunca. Es el momento de cultivar un estilo de vida cristiana, paciente y tenaz, que nos ayude a responder a nuevas situaciones y retos sin perder la paz ni la lucidez.

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No tengáis pánico
Confiar en tiempos revueltos
Inma Eibe

“Esto que contempláis, llegará un día que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. “Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo…” Al leer estas palabras del evangelio de Lucas me vienen a la mente imágenes recientes de terremotos, guerras, inundaciones… Pienso en hermanas y hermanos nuestros perseguidos y en quienes están padeciendo las consecuencias de tantas catástrofes y me pregunto ¿cómo escucharan ellos estas palabras hoy?

En el año 2001 tuve la inmensa suerte de poder compartir un tiempo en El Salvador, después de los graves terremotos allí acontecidos. Recuerdo que, el viernes que tocaba el cántico de Habacuc en Laudes, las palabras “en el terremoto, acuérdate de tu misericordia”, sonaban a mis oídos de un modo completamente nuevo, llenas de intensidad, haciéndome experimentar con más fuerza la certeza del autor del cántico: “El Señor soberano es mi fuerza, él me da piernas de gacela y me hace caminar por las alturas”.

Seguramente nosotros ya no preguntaríamos a Jesús, como hicieron quienes le escuchaban: “Maestro, ¿cuándo va a ser esto?, porque sabemos que lo que describe el evangelio ya está sucediendo en alguna parte del mundo. Pero ¿qué es lo que Lucas nos está queriendo transmitir? ¿Por qué este texto?

Nos situamos en Jerusalén, en la última visita de Jesús antes de su pasión. Unos versículos antes, Lucas nos ha contado que, al acercarse a la ciudad, Jesús se echa a llorar. Su llanto, como sus palabras, es un llanto profético, un llanto que nace del amor y la compasión que siente hacia aquel lugar y sus gentes, hacia su pueblo. En aquella ciudad y en ese templo muchos creyentes habían depositado sus esperanzas, tanto que habían dejado de ponerlas en Dios mismo para aferrarse, idolátricamente, en espacios y piedras, en ideas o normas. Jesús, con sus palabras, desea despertar a quienes le escuchan para que se conviertan, para que se vuelvan por completo, para que vuelvan sus ojos y todo su ser de nuevo a Dios mismo.

No olvidemos también que el evangelio de Lucas fue escrito en una época cercana a un acontecimiento vivido en el año 70 d.C.: la destrucción del Templo de Jerusalén, algo que para los judíos de aquella época fue devastador pues este edificio había cobrado para ellos un sentido absolutamente referencial.

Lucas relativiza esa catástrofe incluyéndola dentro del devenir de la historia humana y lo hace con una mirada realista, pero creyente y confiada, segura de la presencia de Dios en todo.

Por ello, las palabras de Jesús invitan al consuelo y a la esperanza: “No tengáis pánico” “Yo os daré palabras y sabiduría” “Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. A su llamada de atención para que pongamos nuestros sentidos en lo Absoluto y no en lo relativo; para que no nos quedemos en lo superficial sino que vayamos a lo profundo, acompaña una promesa de consuelo, de compañía; una invitación a confiar, a mantenernos en la certeza de que Dios está con nosotros, a perseverar.

Seguro que no puede ser igual escuchar esto cuando estamos contemplando la belleza de las piedras o cuando lo que hay a nuestro alrededor son ruinas… Pero justo ahí, donde todo está destruido, donde la violencia arrasa y el sufrimiento crece, donde la vida está totalmente amenazada… justamente ahí Dios acampa, Dios sufre, Dios consuela y sostiene.

Jesús, por tanto, desea despertar nuestra adormilada conciencia para que no pongamos nuestra esperanza en aquello que es pasajero. Pero, al mismo tiempo, nos invita a situarnos con responsabilidad, lucidez y creatividad ante las dificultades de la vida y los conflictos fruto de la miseria humana. “Perseverad”, nos dice. Manteneos en la convicción de mi presencia en medio de vosotros. Confiad. Pero no perdáis el sentido.

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El fin del mundo
Frente a la curiosidad, testimonio
José Luis Sicre

El cálculo del momento final y las señales

Ya que la mentalidad apocalíptica considera inminente el fin del mundo, desea calcular el momento exacto en que tendrá lugar y las señales que lo anunciarán. Las dos preguntas que formulan los discípulos a Jesús en el evangelio de hoy recogen muy bien ambos aspectos: ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder? Los Testigos de Jehová, cuando afirmaban a mediados del siglo pasado que el fin del mundo sería en 1984 (70 años después de la gran conflagración, marcada por el comienzo de la Gran Guerra en 1914) son los mejores exponentes modernos de esta forma de pensar. Para la mentalidad apocalíptica, cualquier acontecimiento trágico, sobre todo si era de grandes proporciones, anunciaba el fin del mundo. Por eso, en el evangelio de este domingo, cuando los discípulos oyen anunciar la destrucción de Jerusalén, inmediatamente piensan en el fin del mundo.

El peligro de esta mentalidad es que resulta estéril. Todo se queda en cálculos y señales, sin comprometerse con los problemas del mundo que nos rodea. Y eso es lo que pretenden evitar los evangelios sinópticos cuando ponen en boca de Jesús un largo discurso apocalíptico, que la liturgia se encarga de mutilar abundantemente (en nuestro caso, los 29 versículos de Lucas 21,8-36 quedan reducidos a los doce primeros; menos de la mitad).

La respuesta de Jesús

Las palabras de Jesús recogen un buen catálogo de las señales habituales en la apocalíptica: 1) a nivel humano: guerras civiles, revoluciones y guerras internacionales; 2) a nivel terrestre: epidemias y hambre; 3) a nivel celeste: signos espantosos.

Pero nada de esto anuncia el fin del mundo. Antes, y aquí radica la novedad del discurso, ocurrirán señales a nivel personal y comunitario: persecución religiosa y política, cárcel, juicio ante tribunales civiles; incluso la traición de padres y hermanos, la muerte y el odio de todos por causa de Jesús. Esta parte abandona la enumeración de catástrofes apocalípticas para describir la dura realidad de las primeras comunidades cristianas. En todas ellas habría algunos juzgados y condenados injustamente, traicionados incluso por sus seres más queridos. Sólo dos frases alivian la tensión de este párrafo tan trágico.

La primera resulta casi irónica, pero no lo es: Así tendréis ocasión de dar testimonio. La persecución, la cárcel y los juicios injustos no se deben ver como algo puramente negativo. Ofrecen la posibilidad de dar testimonio de Jesús, y así lo interpretaron los numerosos mártires de los primeros siglos y los mártires de todos los tiempos.

La segunda alienta la confianza y la esperanza: ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. Más bien habría que decir que perecerán todos los cabellos de vuestra cabeza, pero salvaréis vuestras almas, que es lo importante.

Si siguiésemos leyendo el discurso, todo culminaría en la aparición de Jesús, «el Hijo del Hombre que llega en una nube con gran poder y gloria». Es el sol del que hablaba Malaquías, que ilumina y salva a todos los que creen en él.

Frente a la curiosidad, testimonio

Las lecturas de este domingo corren el peligro de ser interpretadas en el Primer Mundo como mero recuerdo de lo que ocurrió entre los primeros cristianos. Muy distinta será la interpretación de bastantes iglesias africanas y asiáticas, que se verán muy bien reflejadas y consoladas por las palabras de Jesús. También nosotros debemos recordar que, sin persecuciones ni cárceles, nuestra misión es aprovechar todas las circunstancias de la vida para dar testimonio de Jesús.

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Un Padre amoroso que cuida hasta los cabellos de nuestra cabeza
Romeo Ballan, mccj

¿El final del mundo, o el fin (la finalidad, el sentido) del mundo? La palabra de Jesús (Evangelio) no es realmente tan anunciadora de catástrofes, como parece a primer avista, sino más bien reveladora del misterio amoroso de la vida y del cosmos. La conclusión cercana del año litúrgico y del año civil motiva la lectura de una serie de textos bíblicos complejos, en los cuales se sobreponen niveles diferentes: la destrucción de la hermosa ciudad de Jerusalén (v. 6), guerras entre pueblos, terremotos y otras calamidades, signos grandes en el cielo que llevan a pensar que todo se va a acabar pronto (v. 9-11). Lucas utiliza tonos encendidos, ardientes, como dice el profeta Malaquías (I lectura), el cual gritaba contra los soberbios y los injustos, destinados a quemar como paja (v. 19); mientras el Señor protegerá con rayos benéficos a los que honran su nombre (v. 20).

El género literario ‘apocalíptico’, propio de estas lecturas, antes que causar terror, es portador de una revelación, de un mensaje de salvación. ‘Apocalipsis’, en efecto, significa ‘revelación’, quitar el velo. De hecho, el último libro de la Biblia, con un lenguaje poético y misterioso, presenta el final del mundo no como una catástrofe sino como evento de esperanza y de vida: cielos nuevos y tierra nueva, como un banquete de bodas (Apoc 21,1-2). Siempre, la Palabra de Dios, aun cuando es apocalíptica, ilumina, juzga, salva, consuela…; se hace más cercana en las pruebas de la vida y de la fe. Con las palabras «no quedará piedra sobre piedra» (Lc 21,6) Jesús no quiere amedrentar, ni preanunciar el final del mundo. No debemos ocuparnos de ello, sino de vivir con responsabilidad nuestro tiempo: interesarnos del fin del mundo y del sentido de la historia, dar sentido a nuestra vida; cuidar nuestra casa común, crear una tierra de fraternidad entre todos los pueblos, un hogar de paz, de mutuo respeto, reconciliación y misericordia.

La comunidad del Evangelio de Lucas (alrededor de los años 70-80) estaba sufriendo persecuciones y muerte por parte de fuerzas externas (imperio, sinagoga, tribunales…, v. 12); pero sufría también por debilidades en su interior (abandonos, traiciones, odio…), siempre por el nombre de Jesús (v. 17). Para ellos Lucas escribe estas palabras de Jesús, el cual invita a sus seguidores a cuidarse de los anuncios engañosos (v. 8); a no dejarse atemorizar por guerras y revoluciones (v. 9). Las persecuciones serán para ellos un tiempo de gracia, un kairos, una oportunidad para dar testimonio del nombre de Jesús (v. 13), con la certeza de su asistencia especial: el Señor mismo pondrá en sus labios las palabras sabias para el momento oportuno (v. 15). Y para garantizarles eso, Jesús utiliza una imagen concreta, nada banal: hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados y son todos importantes (v. 18).

¡Tenemos un Dios que ‘pierde su tiempo’ en contar nuestros cabellos! Si Dios cuida hasta los fragmentos, si pone su omnipotencia al servicio de las cosas pequeñas, si es un Padre que alimenta las aves del cielo y viste los lirios del campo (cf. Mt 6,26s), cuánto más tendrá cuidado de sus hijos. De ahí la invitación a los cristianos a perseverar en la prueba, aun la más dura, con la certeza del éxito final (v. 19), gracias a la ayuda perenne y providente del Padre. La historia de los mártires de todos los tiempos (algunos los recordamos también en los próximos días: los mártires de Paraguay el 16, Cecilia el 22, Agustín Pro el 23, los mártires de Vietnam el 24) demuestra  la verdad y fidelidad de la palabra de Jesús. Él sostiene a los que dan testimonio de su nombre.El cristiano es una persona de esperanza: sigue sembrando con paciencia, siempre dispuesto a volver a empezar. Con perseverancia y confianza en Dios. La historia de la evangelización del mundo está marcada por la presencia amorosa del Señor hacia sus hijos.

Las pruebas pasan, la misión se extiende: los frutos permanecen y son signos de vida. En el campo del Señor hay lugar y trabajo para todos los que quieran. Pablo invita a los fieles de Tesalónica (II lectura) a usar sus buenas cualidades en beneficio de los demás, renunciando a una vida desordenada, sin hacer nada y solo ocupados en curiosearlo todo (v. 11). El apóstol no duda en proponerse a sí mismo como ejemplo, ya que ha trabajado con tesón y cansancio día y noche a fin de no ser un peso para nadie (v. 8–9). ¡Una llamada de atención, ciertamente, y un modelo para todo obrero del Evangelio!

Mensaje del papa León XIV a la Cop30: “Cuidar la Creación para cultivar la Paz”

Mensaje del papa León XIV pronunciado por el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, en la trigésima sesión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) en Belem, Brasil.

Señor Presidente,
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno,
Señoras y señores,

En nombre del Papa León XIV, saludo cordialmente a todos los participantes en la trigésima sesión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y les aseguro su cercanía, su apoyo y su aliento.

Si quieres cultivar la paz, cuida la creación. Existe un claro vínculo entre la construcción de la paz y la gestión de la creación: «La búsqueda de la paz por parte de todos los hombres de buena voluntad se verá sin duda facilitada por el reconocimiento común de la relación indisoluble que existe entre Dios, los seres humanos y toda la creación».

Si bien, en estos tiempos difíciles, la atención y la preocupación de la comunidad internacional parecen centrarse principalmente en los conflictos entre naciones, también existe una creciente conciencia de que la paz se ve amenazada por la falta de respeto hacia la creación, el saqueo de los recursos naturales y el progresivo deterioro de la calidad de vida debido al cambio climático.

Dada su naturaleza global, estos retos ponen en peligro la vida de todos en este planeta y, por lo tanto, exigen una cooperación internacional y un multilateralismo cohesionado y capaz de mirar hacia el futuro, que sitúe en el centro la sacralidad de la vida, la dignidad de cada ser humano dada por Dios y el bien común. Lamentablemente, observamos enfoques políticos y comportamientos humanos que van en la dirección opuesta, caracterizados por el egoísmo colectivo, la falta de consideración hacia los demás y la miopía.

«En un mundo que arde, tanto por el calentamiento global como por los conflictos armados», esta Conferencia debe convertirse en un signo de esperanza, a través del respeto mostrado hacia las ideas de los demás en el intento colectivo de buscar un lenguaje común y un consenso, dejando de lado los intereses egoístas y teniendo presente la responsabilidad que tenemos los unos hacia los otros y hacia las generaciones futuras.

Señor Presidente,

Ya en los años noventa del siglo pasado, el Papa San Juan Pablo II subrayó que la crisis ecológica es «un problema moral» y, como tal, «pone de relieve la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre los países en desarrollo y los países altamente industrializados. Los Estados deben mostrarse cada vez más solidarios y complementarios entre sí en la promoción del desarrollo de un entorno natural y social pacífico y saludable». Trágicamente, los que se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, la deforestación y la contaminación. Cuidar de la creación se convierte, por tanto, en una expresión de humanidad y solidaridad.

Desde este punto de vista, es esencial traducir las palabras y las reflexiones en decisiones y acciones basadas en la responsabilidad, la justicia y la equidad, con el fin de alcanzar una paz duradera cuidando de la creación y de nuestro prójimo.

Además, dado que la crisis climática nos afecta a todos, las medidas correctivas deben involucrar a los gobiernos locales, alcaldes y gobernadores, investigadores, jóvenes, empresarios, organizaciones confesionales y ONG.

Señor Presidente,

Hace una década, la comunidad internacional adoptó el Acuerdo de París, reconociendo la necesidad de una respuesta eficaz y progresiva a la urgente amenaza del cambio climático. Lamentablemente, debemos admitir que el camino hacia la consecución de los objetivos fijados en ese Acuerdo sigue siendo largo y complejo. En este contexto, se insta a los Estados Partes a que aceleren con valentía la aplicación del Acuerdo de París y de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Hace diez años, el Papa Francisco firmó la encíclica Laudato si’, en la que abogaba por una conversión ecológica que incluyera a todos, ya que «el clima es un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana».

Que todos los participantes en esta COP30, así como aquellos que siguen activamente sus trabajos, se sientan inspirados a abrazar con valentía esta conversión ecológica con el pensamiento y con las acciones, teniendo presente el rostro humano de la crisis climática.

Que esta conversión ecológica inspire el desarrollo de una nueva arquitectura financiera internacional centrada en el ser humano, que garantice que todos los países, especialmente los más pobres y los más vulnerables a los desastres climáticos, puedan alcanzar su pleno potencial y ver respetada la dignidad de sus ciudadanos. Esta arquitectura debe tener en cuenta también el vínculo entre la deuda ecológica y la deuda externa.

Que se promueva una educación sobre la ecología integral que explique por qué las decisiones a nivel personal, familiar, comunitario y político dan forma a nuestro futuro común, sensibilizando al mismo tiempo sobre la crisis climática y fomentando mentalidades y estilos de vida orientados a respetar mejor la creación y a salvaguardar la dignidad de la persona y la inviolabilidad de la vida humana.

Que todos los participantes en esta COP30 se comprometan a proteger y cuidar la creación que Dios nos ha confiado con el fin de construir un mundo pacífico.

Les aseguro las oraciones del Santo Padre mientras en esta COP30 toman decisiones importantes para el bien común y el futuro de la humanidad.

www.vatican.va

¿Ha disminuido la pobreza?

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de SCLC

HECHOS

Nuestros gobernantes han presentado estadísticas para demostrar que su gobierno y su partido han logrado reducir los índices de pobreza. ¡Qué bueno que así fuera! Ciertamente los programas sociales han ayudado a mucha gente y eso ya es un derecho constitucional, independientemente del partido en el poder; sin embargo, no faltan personas pudientes que también los reciben, con lo cual se desconfía si el objetivo es reducir la pobreza, o ganar votos en las elecciones. A todo adulto mayor se le da dinero cada dos meses, aunque no sea pobre. ¡Basta que tengas más de 60 años, seas pobre o rico, y tienes tu apoyo económico bimensual asegurado! ¿Eso es ayudar a los pobres, o comprar conciencias para un partido? Y también depende del método que usan para medir la pobreza, porque ésta es multifactorial. Que sigue habiendo miles de pobres, es indudable. Basta que salgamos de nuestro ambiente de confort, y veremos cuántas personas apenas sobreviven.

Es verdad que las condiciones generales de nuestros pueblos han mejorado, pero esto no es logro del sexenio anterior y del presente solamente. Hace años, en Chiapas, particularmente en la selva, muchos pueblos no tenían luz eléctrica, y ahora la tienen; no había escuelas, y ya las hay; incluso hay bachilleratos y algunas universidades; ya hay más clínicas de salud y hospitales, aunque a veces con muchas carencias de implementos. Por los años 2000, yo tenía que viajar en avionetas muy frágiles a lugares distantes, por falta de caminos; hoy hay carreteras por todas partes, aunque no siempre en buenas condiciones para los tiempos lluviosos. Las mujeres en general, sobre todo las indígenas, no tenían acceso a la escuela ni a la política; hoy todo eso ha cambiado; no sólo reciben la educación básica de Kinder, Primaria y Secundaria, sino que muchísimas cursan la Preparatoria y diversas especialidades en la Universidad. Hoy ocupan cargos políticos a nivel local, municipal, estatal y federal. Es innegable que muchos aspectos han mejorado, pero repito que esto no sólo se debe a este gobierno y a su partido, sino a gobiernos y partidos de sexenios anteriores.

En mi pueblito, han mejorado las condiciones de la mayoría de las personas, pero esto no sólo por los programas sociales del gobierno, sino por su trabajo, por sus organizaciones laborales, y sobre todo por las remesas que les mandan sus familias desde los Estados Unidos. Ahora, las disposiciones arbitrarias de Donald Trump han afectado gravemente la situación económica de muchas familias.

ILUMINACION

Dice el Papa León XIV en su reciente exhortación Dilexi te (Te amé):

“Al compromiso concreto por los pobres también es necesario asociar un cambio de mentalidad que pueda incidir en la transformación cultural. En efecto, la ilusión de una felicidad que deriva de una vida acomodada mueve a muchas personas a tener una visión de la existencia basada en la acumulación de la riqueza y del éxito social a toda costa, que se ha de conseguir también en detrimento de los demás y beneficiándose de ideales sociales y sistemas políticos y económicos injustos, que favorecen a los más fuertes. De ese modo, en un mundo donde los pobres son cada vez más numerosos, paradójicamente, también vemos crecer algunas élites de ricos, que viven en una burbuja muy confortable y lujosa, casi en otro mundo respecto a la gente común. Eso significa que todavía persiste —a veces bien enmascarada— una cultura que descarta a los demás sin advertirlo siquiera y tolera con indiferencia que millones de personas mueran de hambre o sobrevivan en condiciones indignas del ser humano. Hace algunos años, la foto de un niño tendido sin vida en una playa del Mediterráneo provocó un gran impacto y, lamentablemente, aparte de alguna emoción momentánea, hechos similares se están volviendo cada vez más irrelevantes, reduciéndose a noticias marginales” (11).

“No debemos bajar la guardia respecto a la pobreza. Nos preocupan particularmente las graves condiciones en las que se encuentran muchísimas personas a causa de la falta de comida y de agua. Cada día mueren varios miles de personas por causas vinculadas a la malnutrición. En los países ricos las cifras relativas al número de pobres tampoco son menos preocupantes. En Europa hay cada vez más familias que no logran llegar a fin de mes. En general, se percibe que han aumentado las distintas manifestaciones de la pobreza. Esta ya no se configura como una única condición homogénea, más bien se traduce en múltiples formas de empobrecimiento económico y social, reflejando el fenómeno de las crecientes desigualdades también en contextos generalmente acomodados. Recordemos que «doblemente pobres son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos. Sin embargo, también entre ellas encontramos constantemente los más admirables gestos de heroísmo cotidiano en la defensa y el cuidado de la fragilidad de sus familias». Si bien en algunos países se observan cambios importantes, «la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje», sobre todo si pensamos en las mujeres más pobres” (12).

ACCIONES

Sin esperar todo del gobierno, cada quien sigamos trabajando para mejorar las condiciones de nuestras familias y de nuestras comunidades. El desarrollo de nuestra patria depende de todos, organizándonos para avanzar en la economía y en los demás aspectos de la vida.

Comienza el Foro Comboniano de Ecología Integral

El 11 de noviembre de 2025, 34 miembros de la Familia Comboniana de todo el mundo se han reunido en el Centro Social Sagrada Família de Belém, Brasil, para iniciar el Foro de la Familia Comboniana sobre Ecología Integral 2025, que durará hasta el próximo día 18. El foro de este año se celebra coincidiendo con la COP30, una conferencia internacional sobre el cambio climático.

El Foro de la Familia Comboniana sobre Ecología Integral (FFCEI) ofrece así una expresión concreta de comunión con quienes abogan por una sociedad justa que respete y proteja nuestra casa común.

La sesión inaugural comenzó con una oración, seguida de una breve introducción sobre el FFCEI, su propósito y su misión. A continuación, los participantes se reunieron en varios grupos, tras los cuales hubo un momento de intercambio y presentación del programa de la semana. La jornada concluyó con la celebración de la Santa Misa, durante la cual los participantes dieron gracias a Dios por el don de la creación y rezaron por la gracia de protegerla.