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P. Orlando Borghi

Fecha de nacimiento: 25/10/1944
Lugar de nacimiento: Legnano (MI) / I
Votos temporales: 09/09/1969
Votos perpetuos: 02/04/1973
Fecha de ordenación: 15/09/1973

Llegada a México: 1978
Fecha de fallecimiento: 15/01/2024
Lugar de fallecimiento: San Salvador / El Salvador

Orlando nació en Rescaldina, provincia de Milán, el 25 de octubre de 1944. Asistió a la escuela primaria en el pueblo. Todos los días pasaba horas y horas en el oratorio parroquial, siempre dispuesto a echar una mano al párroco y al coadjutor.

En 1955, se matriculó en la escuela profesional industrial de Rescaldina, situada en los locales del oratorio. En 1957, un misionero comboniano, profesor en el escolasticado de Venegono Inferiore, se encuentra en Rescaldina para una semana de animación misionera. Orlando queda fascinado. Se dirige al párroco y le dice que quiere ser misionero.

El 10 de octubre de 1967 ingresa en el noviciado de Gozzano. El 9 de septiembre de 1969 emite sus primeros votos religiosos y se traslada a Roma para seguir los cursos de teología.

El 8 de diciembre de 1972, en la carta en la que comunica al Consejo General su “opción misionera”, Orlando escribe: “Me gustaría partir inmediatamente para la misión. Estoy disponible para cualquier tierra de misión de lengua española, inglesa o francesa; si quisierais enviarme a una misión de lengua portuguesa, no me opondría a ello: me comprometería en los próximos meses a estudiarla a fondo. Si vuestra decisión fuera diferente de lo que deseo profundamente, y se me pidiera pasar un período en la provincia italiana, también estoy dispuesto a hacerlo, aunque con un poco de pesar”.

El 2 de abril de 1973 Orlando hizo su profesión religiosa perpetua y el 15 de septiembre del mismo año fue ordenado sacerdote en la catedral de Como, de manos del obispo Teresio Ferraroni.

Ya tenía en el bolsillo la carta en la que se le informaba de su destino a la provincia italiana para la animación misionera y la promoción vocacional. Ese “pellizco de arrepentimiento” le dura poco: le basta llegar a la comunidad de Troia, donde también está el seminario con 71 alumnos, para recuperar todo el entusiasmo. Allí pasa cuatro años, estimado y querido por todos, incluso en las parroquias que visita para conocer a los futuros misioneros.

En marzo de 1977, fue destinado a la provincia comboniana de México: el vicario apostólico de La Paz (Baja California) había pedido un joven misionero que pudiera interesarse por la juventud de aquel vicariato.

Pocos meses después, el padre Orlando era vicario parroquial de la parroquia del Inmaculado Corazón de María de La Paz, y en 1979, párroco de Bahía Tortugas, también en Baja California Sur. En el contexto misionero y pastoral en el que se encontraba, el padre Orlando sintió por fin que estaba en el mundo y el entorno con los que siempre había soñado. En 1982, le pidieron que fuera a Tuxtepec, primero como superior de la comunidad comboniana, luego también como párroco de la misión, y escribió a su familia, amigos y feligreses: “Me siento en el Paraíso”.

En julio de 1987, aceptó pasar un año sabático en Roma. Se inscribió en cursos de actualización tanto ofrecidos en su país como en otros institutos teológicos de la capital. Luego regresó a México, destinado al postulantado de Xochimilco, en la Ciudad de México, como formador de estudiantes postulantes. Sólo permaneció en el postulantado dos años. En 1990, volvió a ser libre para dedicarse a la pastoral parroquial, en La Paz, en la parroquia Corazón de María. Escribió a su casa: “Es tan hermoso este lugar que me quedaría aquí toda la vida, si me dejaran”. El “paraíso” de La Paz duró hasta junio de 1997, cuando fue destinado a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Guerrero Negro. También aquí el padre Orlando es recibido con los brazos abiertos y sabe hacerse querer por todos.

Sin embargo, llega también para el Padre Orlando la petición de regresar a su tierra natal para servir a su provincia natal. De mala gana acepta y el 1 de enero de 2002 se convierte en superior de la comunidad comboniana de la Casa Madre de Verona.

Después de tres años y medio en Verona, en septiembre de 2005 pudo regresar a México, a la comunidad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco, encargado de la pastoral y la animación misionera. La comunidad local es numerosa. Durante estos años se cierra el seminario y se inicia la construcción del Oasis, un centro para misioneros ancianos y enfermos. El P. Orlando se toma muy en serio la construcción de la gran capilla dedicada a San Daniel Comboni. En torno a ella, quiere salas, habitaciones y oficinas para la catequesis de niños, jóvenes y adultos (una de las salas lleva ahora su nombre).

En 2009 pasa cinco meses en Roma, para el curso de renovación, y en septiembre del mismo año parte de nuevo a la misión, destinado a la entonces Delegación de Centroamérica. Permanece la mayor parte del tiempo en San Salvador (El Salvador), lugar que se convierte en su segunda casa. Aquí se dedica a la rehabilitación de niños de la calle, construye iglesias, oratorios, instalaciones para cursos de formación de laicos, centros de promoción vocacional… Como ya hicieron durante los años que pasó en México, los feligreses de Rescaldina vuelven a estar a su lado, dispuestos a ayudarle en todo lo que puedan. En 2020, regresa a San Salvador decidido a no volver a mudarse. Pero acepta volver a Italia para celebrar su 50 aniversario de sacerdocio el domingo 17 de septiembre de 2023, fiesta patronal de la parroquia de Rescaldina. A principios de noviembre, está de vuelta en San Salvador. Sin embargo, su salud empieza a flaquear repentinamente; en diciembre, se siente muy débil. Le diagnostican un cáncer. Dice: “¡Qué gracia! Si hubiera caído enfermo en Italia, no me habrían dejado volver. Pero aquí estoy… Siempre quise morir ‘en misión'”. Su salud se deteriora rápidamente. Los hermanos le ven partir poco a poco. Los 27 fieles de las parroquias de Santo Tomás y San Daniel Comboni hacen todo lo posible por cuidarle. Todos rezan por él.

El padre Orlando muere en San Salvador el 15 de enero de 2024. Hay dos noches de vigilia, la primera en la iglesia de Santo Tomás y la segunda en la de San Daniel Comboni. Tras el funeral, el cuerpo es enterrado en la iglesia parroquial de San Daniel Comboni. El día 20, en Rescaldina, se celebró una misa funeral por él, en una iglesia abarrotada de personas que le conocían, querían y apoyaban.

(Padre Ramón A. Orendáin C., mccj, y Padre Franco Moretti, mccj)


Homenaje hecho por la parroquia San Daniel Comboni de San Salvador

Ordenación sacerdotal del comboniano Byron José Valverde Arce en Costa Rica

Lunes, 27 de marzo 2023
La parroquia Patriarca San José, en la provincia de Heredia, Costa Rica, se vio de fiesta con la Ordenación sacerdotal de uno de sus hijos, el diácono Byron José Valverde Arce, este 25 de marzo, en la Solemnidad de la Anunciación. La parroquia se movió a este evento único, en una semana de animación y oración luego también de haber celebrado a su Santo Patrón, San José.

Byron fue ordenado sacerdote por manos de Mons. Vittorino Girardi, misionero comboniano, obispo emérito de la Diócesis de Tilarán-Liberia. Junto a su familia, amigos y bienhechores, los misioneros combonianos de la Provincia de Centro América (PCA) le acompañamos con nuestra presencia física y espiritual. Con la alegría propia de esta celebración, Mons. Vittorino instó a Byron a seguir dando su sí a la misión, a la entrega y al servicio, bajo el ejemplo de María, la esclava del Señor. Nos unimos todos a estas palabras dadas al nuevo sacerdote.

Habiendo ingresado al Postulantado en Sagrada Familia en 2011, Byron José ha transcurrido su formación en su país de origen, en el Noviciado de Xochimilco (México) y el Escolasticado de Nápoles (Italia). Realizó su servicio misionero en la parroquia de San Luis, Petén (Guatemala), donde realizó sus votos perpetuos y diaconado.

Mons. Vittorino Girardi (a la derecha) y P. Byron José (al centro)

Finaliza Encuentro de la Fase Continental de México y Centroamérica: una experiencia espiritual de sinodalidad

ADN-CELAM

El pasado 17 de febrero se clausuró el primero de los 4 encuentros de la Etapa Continental del Sínodo 2021-2024 en América Latina y el Caribe. Los representantes de las iglesias de México y Centroamérica se han reunido en San Salvador, la tierra donde vivió uno de los grandes profetas de la Iglesia del Continente, San Oscar Romero.

Presencia decisiva del Espíritu Santo

En rueda de prensa se ha hecho un balance de un encuentro donde la presencia del Espíritu Santo ha sido decisiva, “pues sin él no sería posible estos encuentros eclesiales, él nos ilumina, él nos inspira, él nos fortalece”, como destacó Mons. Miguel Cabrejos. El presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), destacó que ha sido una experiencia sinodal, siguiendo la metodología de la Asamblea Eclesial, con una presencia de todo el pueblo de Dios. Una experiencia valiosa, inédita y eclesial que “es un aporte del Celam a la Iglesia universal” y que se va a repetir en las otras 3 regiones en que se divide el Celam, para después elaborar la síntesis que será enviada a la Secretaría del Sínodo.

Una experiencia de sinodalidad vivida por Mons. Romero, que “supo escuchar el Evangelio y en el Evangelio escuchar a los pobres, escuchar a los obreros, escuchar a los campesinos, escuchar a la Iglesia también y escuchar a la realidad, los signos de los tiempos”, señaló Mons. Rafael Urrutia. El Canciller del Arzobispado de San Salvador ve en San Romero a alguien que supo escuchar y discernir, imagen del Buen Pastor hasta dar la vida por las ovejas.

Espíritu de apertura, libertad, escucha

Una experiencia espiritual, de sinodalidad, en palabras de la Hna. María Dolores Palencia, destacando el pedido hecho a Mons. Romero al inicio del encuentro “para que tuviéramos ese espíritu de apertura, de libertad, de escucha”. Siguiendo el método de la conversación espiritual, “que quiere llevarnos a un discernimiento profundo y nos ayuda a escucharnos sin debatir, sin respondernos, sin querer convencernos y permitir que esa escucha entre en el corazón y mueva algo en nuestros corazones a partir de la palabra de todos”.

La facilitadora del encuentro llamó la atención sobre el “distinguir lo que el Espíritu está haciendo entre nosotros y entre nosotras, y nos permite hacer un camino juntos y juntas, nos permite ir descubriendo el camino que el Espíritu quiere hoy para la Iglesia”, y junto con ello a ver este momento como “una experiencia de recibir y acoger lo que el Espíritu va moviendo”.

Un espacio de pequeñas comunidades donde cada uno ha podido abrir su corazón con mucha libertad y sinceridad, afirmó la Hna. Laura Yax. La religiosa destacó la escucha profunda y sin prejuicios que se dio durante el encuentro, donde se compartieron experiencias pastorales en diferentes ámbitos eclesiales, desde la experiencia de misión de la Iglesia en la región. Algo que ha ayudado a ensanchar la tienda, pues en la diversidad hay riqueza, lo que la ha llevado a sentirse hermana del otro, a querer escuchar lo que el Espíritu quiere decir en este momento. Una experiencia de sinodalidad, de escucha y apertura.

Teología del pueblo de Dios

Una experiencia que ha transformado la vida de los participantes, como testimoniaba Mauricio López, que insistía en la pregunta que marca el recorrido del proceso sinodal: ¿Cómo la Iglesia, fiel a su identidad, al anuncio del Evangelio, está siendo sinodal o puede ser más sinodal?”. Un momento de acción de gracias por la “Teología del pueblo de Dios en el corazón del Concilio Vaticano II, en la Constitución Lumen Gentium que sigue marcando un rumbo”, a través de hitos, destacando el papel del Sínodo para la Amazonía, de la Asamblea Eclesial y del actual proceso sinodal, donde destaca la amplia consulta llevada a cabo y recogida en el Documento para la Etapa Continental, que siguiendo el método de la conversación espiritual está llevando a la Iglesia de todo el mundo a realizar aportes para la elaboración del Instrumentum Laboris. Un camino en el que “San Oscar Romero nos ilumina, nos inspira para esa parresia que es tan urgente en este tiempo presente”.

La novedad de este proceso está en “esta experiencia de escucha y diálogo, que justamente es lo que nos falta, sentarnos, escucharnos y dejarnos iluminar por el Espíritu”, según la Hna. Laura Yax. Una experiencia que muestra la capacidad de cada uno exponer su postura respetándonos hasta que encontremos un punto en común, destacó la religiosa, que llamó a “contagiar a toda la Iglesia para que entremos en esta dinámica de diálogo”. Un proceso marcado por el escuchar, discernir, actuar o decidir, matizó Mons. Cabrejos, que hizo ver la necesidad de no volver atrás en este modo de actuar dentro de la Iglesia y en la relación entre la Iglesia y la sociedad.

Los puntos en común aparecidos es seguir buscando los medios para escuchar más a los jóvenes, recordar que las mujeres tienen un aporte, un capital a ofrecer, pero también necesitan recibir el espacio, el cuidado de las familias, la centralidad de Jesucristo en el caminar, la importancia de una oración enraizada en la realidad y que toma en cuenta los signos de los tiempos, la atención y escucha a las periferias, a los alejados, abriendo espacio para acogerlos, según relató la Hna. María Dolores Palencia.

Temores a ensanchar la tienda

A ello ha añadido Mauricio López la necesidad de una Teología de la Ministerialidad Bautismal y de incorporar mecanismos y estructuras que permitan que la sinodalidad siga viva y adelante, con una mayor participación del laicado, de las mujeres en los espacios de toma de decisiones. Todo ello reconociendo los temores a ensanchar la tienda y la necesaria presencia en el continente digital, así como el reconocimiento de los pueblos indígenas y afrodescendientes y el cuidado de la casa común.

Se ha insistido en que se trata de un proceso de aprendizaje, pues estamos ante un Sínodo que no es temático y sí un nuevo modo de ser Iglesia en el que se insiste en la capacidad de escucharse, de abrirse, de dialogar e interiorizar lo que el Espíritu nos va diciendo. Una sinodalidad que no es fácil de practicar, lo que demanda aprender a caminar juntos, inclusive con los que no nos entendemos, como destacó Mons. Cabrejos. Eso no fácil en una estructura eclesial piramidal y en las tensiones presentes ante diferentes realidades, lo que demanda preguntarse cómo se vive el compromiso bautismal, que lleva a un cambio en las maneras de actuar y de ser, según la Hna. María Dolores Palencia. Todo ello en un proceso de discernimiento serio que lleve a buscar y hallar lo que Dios me quiere decir, lo que el Espíritu Santo quiere suscitar como protagonismo, algo muy complejo en palabras de Mauricio López.

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Un encuentro en el que ha estado presente la situación que se vive en Nicaragua, ante la que el Celam, como hacía ver su presidente, ha seguido la postura del Papa, lo que también han hecho diferentes conferencias episcopales, expresando cercanía, oración, acompañamiento a la Iglesia en Nicaragua, a todas las personas que forman parte de ella. Mons. Miguel Cabrejos ha llamado al bien común, superando el bien particular, y a pensar en la dignidad de la persona como hijos e imagen de Dios.

Crédito: ADN-CELAM