Campo de exterminio de Teuchitlán: ¡NUNCA MÁS!

El reciente descubrimiento de un campo de entrenamiento del crimen organizado en el que se han encontrado evidencias de exterminio de personas ha conmocionado a la sociedad mexicana. La Conferencia del Episcopado Mexicano ha publicado un comunicado en el que condena estos hechos atroces y pide al Gobierno de la Nación «dejar de evadir su responsabilidad o de intentar ocultar esta realidad y fortalecer urgentemente, entre los tres niveles de gobierno, los mecanismos de búsqueda e identificación de personas desaparecidas. Por otra parte, varias organizaciones civiles y eclesiales han convocado vigilias de oración, manifestaciones o encuentros de diversa índole para condenar estos terribles hechos y rezar por las víctimas y sus familiares (Foto: Fiscalía General de Jalisco).

MENSAJE DEL EPISCOPADO MEXICANO
ANTE EL HALLAZGO DE CAMPO DE EXTERMINIO Y ENTRENAMIENTO EN TEUCHITLÁN, JALISCO:
UN LLAMADO URGENTE A LA ACCIÓN

La Conferencia del Episcopado Mexicano expresa su profunda indignación y dolor ante el reciente descubrimiento de un campo de entrenamiento y exterminio del crimen organizado en el rancho Izaguirre, ubicado en el municipio de Teuchitlán, Jalisco. Este hallazgo, que incluye crematorios clandestinos, constituye una de las expresiones más crueles de maldad y miseria humana que hemos presenciado en nuestro país.

Como pastores de la Iglesia en México:

1. Denunciamos con profunda preocupación que existan muchos lugares como este en nuestra nación, los cuales son sitios donde se han cometido los más graves delitos contra la humanidad. Estos actos atentan directamente contra la dignidad sagrada de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios.

2.  Señalamos que estos hallazgos ponen en evidencia la omisión irresponsable de autoridades gubernamentales de los tres niveles ante uno de los problemas más críticos que enfrenta el país: la desaparición de personas. Esta realidad exige una respuesta inmediata, contundente y coordinada del Estado mexicano.

3. Manifestamos nuestro extrañamiento porque mientras se presume que bajan un 15% los asesinatos dolosos, se trata de ocultar que crecen un 40% las desapariciones. Desafortunadamente la mayor parte de estas víctimas son nuestros jóvenes.

4. Reconocemos y exaltamos la extraordinaria labor de las madres buscadoras y distintas organizaciones ciudadanas que, impulsadas por su dolor, valentía y tenacidad, son las que verdaderamente consiguen avances en la búsqueda de sus seres queridos y realizan hallazgos decisivos que mantienen vivo el clamor por la justicia. Su testimonio nos interpela a todos como sociedad.

5. Exhortamos respetuosamente a las autoridades a:
– Investigar exhaustivamente estos hechos con transparencia y eficacia.
– Dejar de evadir su responsabilidad o de intentar ocultar esta realidad.
– Fortalecer urgentemente, entre los tres niveles de gobierno, los mecanismos de búsqueda e identificación de personas desaparecidas.
– Implementar políticas efectivas que prevengan estos crímenes atroces y garanticen la no repetición. Como sociedad y como nación debemos comprometernos a un rotundo: ¡NUNCA MÁS!
– Romper definitivamente con las alianzas que pudieran existir entre el crimen organizado y algunos ambientes políticos para liberar a México de esta decadencia moral.

6. Ofrecemos nuestra participación en espacios de diálogo y colaboración para atender esta crisis humanitaria, acompañar a las víctimas y contribuir a la reconstrucción del tejido social tan lastimado por estos actos de violencia extrema.

En este tiempo de Cuaresma, invitamos a toda la comunidad católica a intensificar la oración por las personas desaparecidas y sus familias, a solidarizarse activamente con los colectivos de búsqueda y a trabajar juntos por la construcción de la paz.

La Iglesia Católica en México renueva su compromiso de ser voz de los que no tienen voz y de colaborar incansablemente en la construcción de un país donde prevalezca la justicia, la verdad y el respeto irrestricto a la dignidad humana.

«Lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hicieron» (Mt 25, 40)

Ciudad de México, 12 de marzo del año del Señor 2025

+ Ramón Castro Castro Obispo de Cuernavaca, Presidente
+ Héctor M. Pérez Villarreal Obispo Auxiliar de México, Secretario General


Concentraciones, encuentros y vigilias en diferentes ciudades de México y España

Actualización viernes 14 marzo, 47 ciudades.

VIERNES 14 MARZO

🥾 CHILPANCINGO, GRO. Plaza Cívica Primer Congreso de Anáhuac, 5:00 pm

SÁBADO 15 MARZO

🥾 ACAPULCO, GRO. Antimonumento “La Esperanza”, frente a las ex oficinas del Periódico Novedades, en Costera Miguel Alemán, 5:00 pm
🥾 AGUASCALIENTES, AGS. Exedra, 5:00 pm
🥾 APATZINGÁN, MICH. Biblioteca Municipal, 5:00 pm
🥾 BARCELONA, ESPAÑA. Consulado de México, Pg. de la Bonanova, 55, Santià-Sant Gervasi, 5:00 pm
🥾 CDMX, Zócalo 5:00 pm
🥾 CD. JUÁREZ, CHIH. Memorial Permanente de Personas Desaparecidas, Parque Borunda, 5:00 pm
🥾 CHIHUAHUA, CHIH. Memorial Cruz de Clavos, 5:00 pm
🥾 CHILPANCINGO, GRO. Zócalo, 5:00-7:00 pm
🥾 COLIMA, COL. Plaza de las y los Desaparecidos, Av. Galván, Centro, 4:30 pm
🥾 COMITÁN, CHIS Parque Central, Frente a la Presidencia Municipal, 5:00 pm
🥾 CUAUTLA, MOR Plaza y Fuerte Galeana, 5:00 pm
🥾 CUERNAVACA, MOR. Zócalo, Frente al Memorial a las Víctimas, 4:30 pm
🥾 CULIACAN, SIN. Escalinatas de Catedral, 10:00 am
🥾 CULIACÁN, SIN. Jardín de la Memoria. Calle Rafael Buelna esq. Vicente Guerrero, a un costado del Parque Constitución, 4:00 pm
🥾 ENCARNACIÓN DE DIAZ, JAL. Palacio de Gobierno, 6:00 pm
🥾 FRESNILLO, ZAC. Jardín Obelisco, 5:00 pm
🥾 GUADALAJARA, JAL. Palacio de Gobierno, Zona Centro, 5:00 pm
🥾 GUADALAJARA, JAL. Glorieta de las y los Desaparecidos, 6:00 pm
🥾 HERMOSILLO, SON. Plaza Emiliana de Zubeldía (Enseguida del Monumento de la Guardería ABC), 6:00 pm
🥾 MADRID, ESPAÑA. Embajada de México, Cra. de San Jerónimo, 46, 5:00 pm
🥾 MAZATLÁN, SIN. Plazuela República, 4:00 pm
🥾 MÉRIDA, YUC. Plaza Grande, 5:00 pm
🥾 MOCHIS, SIN. Plaza “Los Caballos” Blvd. Rosendo G. Castro entre Emiliano Zapata y Santos Degollado, 5:30 pm
🥾 MONTERREY, NL. Frente a Palacio de Gobierno de Nuevo León, 5:00 pm
🥾 MORELIA, MICH. Plaza de Armas, 5:00 pm
🥾 PACHUCA, HGO. Plaza Hidalgo, 5:00 pm
🥾 PIEDRAS NEGRAS, COAH. Letras de Piedras Negras, Gran Plaza, 5:00 pm
🥾 PUEBLA, PUE. Árbol de la esperanza, Zócalo, 5:00 pm
🥾 QUERÉTARO, QRO. Frente a Palacio de Gobierno, 5:00 pm
🥾 SALAMANCA, GTO. Kiosko del Jardín Principal, 5:00 pm
🥾 SALTILLO, COAH. Árbol de la Esperanza, Plaza de Armas, 5:00 pm
🥾 SAN LUIS POTOSÍ, SLP. Plaza de Armas, 4:30 pm
🥾 SAN LUIS POTOSÍ, SLP. Plaza Fundadores, 7:00 pm
🥾 TAMPICO, TAMPS. Plaza de Armas, 5:00 pm
🥾 TEPIC, NAY. Plaza Benito Juárez, (antes Bicentenario), 5:00 pm
🥾 TIJUANA, BC, Glorieta Cuauhtémoc, 5:00 pm
🥾 TORREÓN, COAH. Plaza Mayor, 5:00 pm
🥾 VERACRUZ, VER. En El Tranvía del Recuerdo, 5:00 pm
🥾 VERACRUZ, VER. Asta Bandera, 6:00 pm
🥾 XALAPA, VER. Plaza Regina (Plaza Lerdo), 5:00 pm
🥾 ZACATECAS, ZAC. Plaza Bicentenario, 5:00 pm

DOMINGO 16 MARZO

🥾 DURANGO, DGO. Plaza Fundadores, 7:00 pm
🥾 LEÓN, GTO. Plaza de los Mártires, 11:00 am
🥾 NEZA, EDOMEX. Cruces Rosas, Frente al Palacio Municipal de Neza, 5:00 pm
🥾 PUEBLA, PUE. Zócalo, 9:30 am
🥾 TEUCHITLÁN, JAL. Encuentro en la entrada principal de Teuchitlan. Peregrinación con el Señor de la Ascención. Celebración de la Santa Misa, Compartir los Alimentos. Compromiso por la Paz, 11:00 am

Hna. Conchita Vallarta, primera comboniana mexicana

La hermana Concepción Vallarta Marrón fue la primera comboniana de origen mexicano, cuando aún la congregación religiosa no aterrizaba en nuestro país. Entonces, ¿cómo llegó a convertirse en misionera? Esta es una entrevista a la hermana Conchita, como la conocen familiarmente, quien nos invita a adentrarnos a su aventura evangelizadora en tierras extranjeras, regalándonos así, un mensaje misionero para cada uno de nosotros.

Entrevistó: Hno. Raúl A. Cervantes Rendón, mccj
Las fotos son del archivo personal de la Hna. Conchita.

Ella nació el 4 de julio de 1935 en la Ciudad de México. Realizó su profesión de votos en 1962. Llegó a Eritrea, su primera misión, el 3 de octubre de 1963. Actualmente reside en la casa de las Misioneras Combonianas en la Ciudad de México, y hasta ahí fuimos a conversar con ella.

¿Cómo comenzó su interés por la vida misionera?

– Hasta los 23 años, con la revista Esquila Misional, yo dije, quiero ser misionera. Entonces, ya estaba el padre Pini, que en paz descanse. Mis papás querían saber más de la congregación y todo. Mi papá era abogado y mi mamá era ama de casa. El padre Pini me dijo: «Bueno, entonces vamos a ver con las madres». Me dijeron que me fuera a Italia a hacer la formación, porque aquí en México estaban sólo los combonianos. También invitaron a mis papás a comer, para que conocieran la congregación. Ellos me dijeron: «Mira, tú ve y prueba. Si sientes que es tu vocación, pues ya, te ayudamos». Fui a Verona en 1960, y ahí hice el postulantado y noviciado. Yo quería ser misionera, pues mis papás eran muy católicos. Ellos fueron a mi profesión religiosa a Italia.

La Hna. Conchita con sus papás, el día de su profesión religiosa.
¿Cómo fue su primera experiencia misionera?

– Me mandaron a Eritrea. Teníamos universidad y me destinaron a la biblioteca, que era muy grande. Yo trabajaba con las muchachas que venían para consultar libros. Las ayudaba. Me gustó mucho la misión de Eritrea. Íbamos a visitar a las familias. También enseñé, por ejemplo, español, porque como era universidad, teníamos actividades académicas.

En la nave “África”, en el mar Rojo. Octubre 1963.
¿Qué idiomas aprendió?

– Nada más el italiano, porque el tigriña es muy difícil. Ya en aquel tiempo ninguna hermana hablaba tigriña, es decir, sólo las nativas; la universidad era italiana. Tampoco nos favorecían tanto (en esos años), no me dieron chance para aprender un idioma muy difícil. No se acostumbraba que las europeas aprendieran el tigriña. Entonces, no aprendimos porque como estábamos en la universidad, teníamos que hablar inglés o italiano.

Asmara, 26/01/1967. Inauguración de la Universidad de Asmara. La Hna. Conchita recibiendo la toga de manos del emperador Haile Sellassie I.
¿Qué es lo que más le gustó de Eritrea?

– La gente es muy sociable, muy buenas personas que te ayudan también para el idioma, y te ayudan mucho. Son generosas. Estuve como veintitantos años ahí. Como de los 60’s a los 80’s.

¿Cómo fue su contacto con las combonianas de México?

– Por ejemplo, Rosa María Basavega, la segunda comboniana mexicana. Ella está aquí, en esta casa. Y luego, ¿qué otras? Algunas ya fallecieron. Así, las que más me acuerdo son Rosa María. Se me va borrando la memoria.

¿Qué se siente ser la primera misionera comboniana de México?

– Mucho orgullo, ¿no? De pertenecer a las «Hermanas Misioneras Pías Madres de África». Ahora nos dicen Misioneras Combonianas, pero eran «Pie Madri». A mí me gustó mucho, mi formación y todo. Eso era lo que me tocó vivir, la experiencia de las combonianas. Tenemos que adaptarnos al tiempo y a las personas y a todo. Y yo he sido muy feliz en la vida misionera, aunque con muchas lagunas, porque no sabía el idioma.

Asmara 1977
¿Qué le inspiró Comboni en su vocación?

– Una entrega a los más pobres y abandonados. Es lo que fue mi ideal, ayudar. Hay mucha gente pobre y nosotras ya estábamos con la que necesitaba nuestra ayuda, sea en la escuela, en diversos campos. Así que, más o menos, así es mi vida. Uno tiene que adaptarse a lo que te tocó vivir, a lo que te destinaron. Es bonito que uno esté abierto a otros idiomas, a otro continente. Me gustó mucho mi experiencia misionera. ¿Estoy frustrada? No.

¿Cuál sería su mensaje para las jóvenes que están en formación o que no saben qué hacer con su vida?

– Que no tengan miedo de enfrentar cualquier estado de vida, en matrimonio, o solteras, o en el trabajo. Uno tiene que echarle ganas. Hay que tener un ideal. No se puede nada más así, a ver qué. Si tú tienes el ideal misionero, entonces te abres camino. Luchas, no te dejas vencer, sino que hay que luchar por el ideal. Y si alguna joven siente que Dios la llama, tiene que echarle ganas: hay que luchar.

Muchas gracias, hermana Conchita. ¿Quiere agregar algo más?

– Hay que ser valientes. Si Dios te llama a la vida misionera y consagrada, uno tiene que luchar por ese ideal.

El día de sus votos. 29/09/1962
Profesión religiosa. 29/09/2962. Con su papá.
De izquierda a derecha: Hna. Emma Gazzaniga, Hna. Conchita, su papá, P. Agustín Pelayo, P. Héctor Villalva.
La Hna. Conchita durante la entrevista. Vive en la casa de las Misioneras Combonianas de la colonia Lindavista, en la Ciudad de México.

Mujeres indígenas, Romper el silencio histórico y cultural

Del 27 al 30 de enero pasado se realizó la IX Asamblea de los Equipos Diocesanos de Pastoral de Pueblos Originarios y Afromexicanos. En este encuentro, la participación de las mujeres fue determinante a la hora de delinear el enfoque y las directrices para el trabajo de reconstrucción, fortalecimiento y acompañamiento que se requiere en los procesos de estos pueblos, tanto en la Iglesia como en la sociedad mexicanas. Paulina Odilia Molina Capilla participó en este encuentro. Es originaria del pueblo purépecha de la región del lago de Pátzcuaro, en el estado de Michoacán. También es parte del Concejo de Fiscales de la Red de Mujeres Indígenas a nivel nacional y, desde este ministerio tradicional de los pueblos originarios, acompaña los procesos de crecimiento, autoestima y participación de las mujeres, tanto en el ámbito social como eclesial. Esta red impulsa todo un tejido de iniciativas para sanar el corazón herido de las mujeres por la discriminación, la pobreza, la invisibilización y deshumanización, tanto en la sociedad como en sus mismos pueblos de origen. Desde esta experiencia ella nos comparte su visión sobre la realidad de la mujer indígena en la actualidad.
Mujeres de pueblos originarios:
pierdan el miedo a expresar su palabra

Por: Paulina Odilia Molina Capilla
Entrevistó: Hno. Joel Cruz, mccj

Percibo la situación de las mujeres indígenas como de oportunidades; ahora depende mucho de nosotras no dejarlas pasar. Claro que tuvimos un pasado de discriminación, aunque es verdad que esta experiencia aún se percibe en algunas regiones y ámbitos. Pero también es verdad que la situación ha cambiado mucho; ahora el desafío radica en la preparación de las mujeres de los pueblos originarios para aprovecharlas. Ciertamente, hay algunas que están preparadas en diversos campos profesionales, pero aún son pocas para los ámbitos en los que se ven oportunidades para abrir caminos de participación.

Actualmente, sentimos que el reto es impulsar a las nuevas generaciones de mujeres de nuestros pueblos para que estudien y se preparen más, para abrir espacios de participación y romper el silencio histórico y cultural en la Iglesia y en la sociedad actual. No se trata de pelear espacios, sino de abrir-los donde se percibe la oportunidad de hacerlo. La situación actual plantea expresar nuestra palabra en los distintos foros y espacios de decisión, tanto en el ámbito eclesial como sociopolítico y cultural.

El silencio: hábito y costumbre para dejar atrás

La vergüenza y el miedo de expresar la propia palabra, junto al hábito histórico y cultural del silencio femenino en los pueblos originarios, actualmente es el muro por derribar, para que podamos ser también protagonistas de la transformación social y eclesial. La pena de no saber hablar, de no saber cómo expresar lo que pensamos y sentimos, el creer que no sabemos, que no tenemos el conocimiento suficiente para hablar de los asuntos que nos afectan a todos, provoca que el silencio de la mujer siga manifestándose en el miedo a organizarse, a participar, a actuar juntas en estos espacios o caminos que se ofrecen en la Iglesia, en la política, en la cultura…

Con frecuencia, aunque tengamos ideas y conocimientos y las oportunidades estén ante nosotras, la cultura del silencio en la que fuimos cultivadas nos hace una presencia muda. Por ejemplo, este año está dedicado a la mujer de los pueblos originarios a nivel nacional, es decir, con esta declaración se nos abren muchas coyunturas en diferentes ámbitos de la política, la cultura, la religión… pero si no nos sentimos preparadas o creemos que no tenemos algo que aportar, continuaremos arrinconadas en la invisibilidad y la resignación silenciosa.

Al tener presente esta cultura del silencio, en la que se forjó la presencia femenina en los pueblos originarios en nuestro país, el mayor esfuerzo debe concentrarse en el trabajo de animación de las mujeres a que pierdan el miedo a compartir su propia visión y comprensión de las diferentes realidades que nos envuelven, impulsar su preparación y capacitación para que vayan adquiriendo seguridad de su ser y de su saber, y esto facilite su participación en la transformación de la sociedad en los ámbitos en las que ellas sientan que pueden aportar. Las mujeres de los pueblos originarios poseemos muchos saberes en medicina, en oficios, en tradiciones, en educación… que por ahora esperan en el silencio ante la oportunidad de ser compartidos.

La fraternidad y la comunidad nos fortalecen porque actuamos desde el «nosotros»

En la Iglesia percibo un ambiente de hermandad entre la diversidad de pueblos originarios, se comparte mucho sobre nuestros usos y costumbres, sobre nuestro saber. Veo la fraternidad que existe en los espacios pastorales como un camino que ofrece muchas oportunidades para visibilizar la presencia de la mujer de nuestros pueblos originarios, para intentar romper el silencio que ha sido reforzado por la vergüenza, por el sentimiento de incapacidad, por la creencia de pertenecer a pueblos y culturas inferiores. En este sentido, la hermandad que se genera en la Iglesia, nos fortalece, nos da seguridad y sentimos que nuestros saberes son valorados y se comparten con todos los demás pueblos que forman parte del pueblo de Dios en México.

Cuando habla una mujer de los pueblos originarios, no lo hace desde el «yo», sino desde el «nosotros», no se ubica en el lugar de lo «mío», sino en el de lo «nuestro». Es decir, siempre habla por su pueblo, por su comunidad; sabe que es la voz de muchos y no sólo de un individuo. Su presencia y acción siempre busca el bien común, el bien de todas y todos. Por ello, las mujeres de los pueblos originarios somos muy «políticas», porque eso es la política: buscar el bien común, el bien de la comunidad. Todo lo que se aprende, todo apoyo que se consigue, se piensa siempre para todos los miembros de nuestros pueblos.

Los caminos y espacios que ahora pueden abrirse, debido a las oportunidades que se ven o se presentan en el ámbito sociopolítico, cultural y eclesial, nos piden caminar por la vía de la comunión y participación de las diferencias, de la posibilidad del enriquecimiento mutuo entre los pueblos, de la recreación de nuestras tradiciones y costumbres, del tiempo para compartir nuestras diferencias, y así, reconstruir comunitariamente nuestros saberes para el bien de todos.

Mujer: lugar donde se mantiene viva la memoria histórica y la tradición

La mujer en nuestros pueblos es como el depósito del saber ancestral, de la tradición y las costumbres. Precisamente porque está habituada a vivir en el silencio, puede observar y contemplar con detenimiento lo que elaboran los padres y abuelos; en ese silencio se descubre con capacidad para escuchar la palabra de los sabios en las comunidades, y luego, va forjando la personalidad de sus hijos desde esa sabiduría, desde ese espíritu de la tradición que viene pasando de generación en generación.

Se podría decir que, por las mujeres, la memoria histórica, la sabiduría ancestral y el espíritu originario de nuestras comunidades sigue vivo y presente. En ese sentido, ellas hacen la conexión entre la tradición y la novedad cultural del presente. Por ello, es fundamental su participación en todos los ámbitos de la convivencia social y eclesial para que los pueblos originarios compartan sus riquezas espirituales, culturales y humanas. Para que todo aquello guardado discretamente en su corazón, rompa el silencio y sea escuchado, conocido y vivido por todas las personas.

Reto: sensibilizar a nuestros pueblos para que la mujer se prepare y participe en la transformación social y eclesial.

Es cierto que pueden realizarse las cosas de manera empírica, pero ahora más que nunca, se requiere preparación y capacitación para abordar los desafíos de la participación en una sociedad y en un mundo donde la diversidad es algo inevitable. Un desafío que percibo, es la necesidad de sensibilizar a nuestros pueblos originarios para que la mujer se prepare y se le permita hacerlo, porque en todo se requiere capacitación. Dentro de la Iglesia, los retos son: ¿Cómo evangelizar teniendo presente los usos y costumbres de nuestros pueblos? ¿Cómo favorecer un encuentro entre el Evangelio y la cultura originaria sin crear un desencuentro destructivo que haga perder la fe? Para ello, se requiere estudio y capacitación; no puede dejarse todo a la espontaneidad y la improvisación.

En lo sociopolítico, las mujeres de nuestros pueblos también deben prepararse para entrar en los espacios donde los hombres, hasta ahora, no nos dejan entrar, precisamente por considerarnos incapaces y sin preparación. Ciertamente hay algunas capaces y valientes que ya ocupan cargos importantes en la política y la cultura, pero aún falta mucho camino por avanzar para vencer el miedo a participar en esos espacios donde la palabra de nuestros pueblos debe ser escuchada. Ciertamente, esto implica animar a las mujeres a tumbar el muro del silencio cultural que ensombrece nuestra presencia en la sociedad y en la Iglesia.

No todo es «bueno» en las culturas de nuestros pueblos

También es triste reconocer que entre los pueblos originarios hay culturas que degradan la dignidad de la mujer y la reducen a un objeto que se puede comprar y vender. Donde la mujer no puede decidir, elegir sobre su futuro ni sobre su vida misma, porque está encadenada a usos y costumbres que, por el hecho de ser mujer, no es considerada y tratada como un verdadero ser humano.

Por ello, la Iglesia y las autoridades políticas deben trabajar mucho para mejorar esta situación. La Iglesia hace lo suyo desde la evangelización de las culturas y desde la dignidad humana; y el Estado, desde las leyes enfocadas a los derechos humanos. Pero siento que hace falta mucho por conseguir; como que hay miedo de enfrentar la realidad o de no ser considerado un asunto de importancia, porque los enfoques, tanto de la evangelización como de la política no van en este sentido.

Asimismo, los usos y costumbres deben revisarse para analizar hasta qué punto favorecen la dignidad humana y cuándo la denigran o la destruyen. En el plano del trabajo eclesial, no se trata de aceptarlas sin cuestionarlas, sino de evangelizarlas. De parte del Estado, se trata de legislar y aplicar la ley para que nadie sea disminuido en su dignidad como hijo o hija de Dios y como ser humano.

Virgen de Guadalupe: compañera en el camino de transformación social

La Virgen de Guadalupe, como mujer y rostro que retrata la esencia de nuestros pueblos originarios, nos muestra cómo debe mirarse y acompañar al ser humano disminuido en su dignidad; es quien alienta nuestra fe en un camino lleno de dificultades. La conciencia de que es nuestra «Madre Indígena» permite sentirnos cobijadas a su cuidado ante el tejido de adversidades y circunstancias que encontramos. Su rostro indígena expresa que lo indígena no sólo es bueno, sino también es santo. Sabemos que ella nunca ha estado ajena a los procesos de cambio y transformación del país, al con-trario, ha abanderado diversas causas, como la Independencia y la Revolución, por ello, también tenemos la plena confianza de que ella camina con nosotras como compañera de nuestras luchas.
Mi mensaje para todos, en particular para las mujeres de los pueblos originarios de México, es que nunca se sientan desvalorizadas porque tenemos mucho que aportar, porque, directa o indirectamente, hemos aprendido numerosos saberes de nuestros antepasados y tenemos una extensa y rica cultura por compartir. También es importante buscar, juntas, formas de liberarse y superar esta realidad que nuestro corazón heredó de una historia cargada de negación y deshumanización. En estos tiempos de cambios, caminemos junto a todos los pueblos originarios en el país para abrir espacios y darnos a conocer, sin olvidar que la Virgen de Guadalupe camina a nuestro lado y abre camino junto con nosotras.

Informe de los encuentros de Panamá y San Antonio (Texas) sobre movilidad humana

Panamá: Encuentro de Obispos y secretarios ejecutivos de la pastoral de movilidad humana México – Centroamérica y El Caribe, de la Red Clamor, y del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del CELAM

Del 10 al 13 de febrero se llevó a cabo en Panamá el Encuentro de Obispos y secretarios ejecutivos de la pastoral de movilidad humana México – Centroamérica y El Caribe, de la Red Clamor, y del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del CELAM (CEPRAP).

El Observatorio Socio-Pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y El Caribe (OSMECA), dio a conocer el servicio que ofrece a través del conocimiento de la realidad para orientarla a favor de las personas en contexto de movilidad.

El Dr. Víctor Carmona (de la Universidad de San Diego), señaló que las actuales medidas migratorias del gobierno norteamericano buscan atemorizar a los 13.7 millones de migrantes indocumentados, de los cuales el 62% lleva viviendo más de una década en Estados Unidos, especialmente en California, Texas y Nueva York. Destacó la valiente defensa de los migrantes por parte de los Obispos de Estados Unidos y del Papa.

El Cardenal Álvaro Ramazini (presidente de la Red CLAMOR) insistió en la necesidad de difundir la Carta Pastoral “Lo vio, se acercó y lo cuidó”, de los Obispos de Frontera y Responsables de Movilidad Humana de Norte, Centroamérica y El Caribe. Pidió cuidar la espiritualidad para no desanimarse, y propuso poner atención a lo que sucede en el tema migratorio, no solo en EE.UU. sino también en América Latina.

Se recordó que la Red CLAMOR, adscrita al CELAM, articula el trabajo pastoral de las organizaciones de la Iglesia Católica en América Latina y El Caribe, que acogen, protegen, promueven e integran a migrantes, refugiados, deportados y víctimas de trata, y se acordó seguir fortaleciendo este servicio basándose en la solidaridad y la subsidiariedad.

San Antonio, Texas: encuentro bianual de los obispos de la frontera Tex-Mex

Del 26 al 28 de febrero de 2025 se llevó a cabo en San Antonio, Tx la reunión bianual de los obispos de las diócesis de la frontera entre México y Texas. Este encuentro se celebra desde hace cuarenta años para coordinar esfuerzos en la proclamación del Evangelio. En esta ocasión, el enfoque fue la situación de los migrantes y refugiados. Se insistió en la necesidad de un sistema migratorio que responda a la realidad, y se renovó el compromiso de la Iglesia a seguir sirviendo a los migrantes y refugiados.

La Mtra. Tatiana Cloutier, titular del Instituto de Mexicanas y Mexicanos en el Exterior, señaló existen 53 consulados de México en EE.UU., en los que del 20 enero al 24 febrero 2025 se han atendido a 26,379 migrantes, brindándoles servicios de salud, orientación educativa, asesoría financiera, educación cívica y atención en lenguas originarias. En el caso de los retornados se ha implementado el programa “México te abraza”, en el que participan 34 dependencias federales, las 32 entidades federativas y el Consejo Coordinador Empresarial, coordinados por la Secretaría de Gobernación. El Instituto Nacional de Migración está a cargo de la recepción, cartas de repatriación y traslados; El Registro Nacional de Población, de emitir documentos de identidad y CURP; el IMSS afilia a los repatriados y su núcleo familiar; el Servicio Nacional de Empleo promueve la inclusión al mercado laboral. Además se ofrece acceso a los Programas de Bienestar y se entrega la Tarjeta Bienestar Paisano (2 mil pesos para el traslado a sus hogares). La Mtra. Cloutier afirmó la importancia de agradecer a la tierra de origen y de acogida, la necesidad de trabajar por la unidad, informar a la gente sobre los riesgos de la migración y trabajar con las autoridades.

Durante el Encuentro se visitó el “Mother Teresa Center”, que en dos años atendió a más de 335 mil refugiados legales, ofreciéndoles casa, alimento, ropa, escuela, clases de inglés y computación, gestión para el trabajo en 180 días y guardería. Pero con las disposiciones del actual gobierno, se tendrá que reducir al personal y reinventarse.

Mons. Mark Seitz afirmó que la crisis migratoria es fruto de un sistema migratorio roto y de una sociedad que no respeta la dignidad humana. Ante esto, propuso ofrecer un mensaje radical de igualdad y dignidad infinita, mostrar un camino de misericordia y esperanza, y fomentar la fraternidad. Animó a tomar medidas como región a la luz de la Carta Pastoral “Lo vió, se acercó y lo curó”. Propuso difundir información para que las personas conozcan sus derechos, trabajar con funcionarios locales, difundir información confiable, acompañar en la toma de decisiones, unir voces y brindar consuelo.

La Mtra. Cecilia Romero, que fuera Comisionada del Instituto Nacional de Migración (2006-2010), señaló que la migración es una realidad a gestionar. Comentó que las deportaciones aceleradas, que tienen por objeto intimidar a futuros migrantes, se están dando entre los migrantes indocumentados que están en el sistema (incluso por una infracción de tránsito) y de los que tienen procesos migratorios pendientes. Destacó que el incremento de personas varadas genera problemas con la sociedad y señaló que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) enfrenta dificultades por falta de presupuesto, instalaciones y personal. Dijo que México necesita actualizar los acuerdos bilaterales de repatriación al interior; ampliar las visas laborales y temporales; regularizar a los extranjeros varados en México para su integración; aliviar al sistema de refugio (COMAR); completar la Ley de Migración. Insistió en la necesidad de liderazgo y de exigencia del respeto a la ley, ofrecer orientación y asesoría legal a migrantes, realizar campañas de prevención contra la discriminación, establecer alianzas locales con organizaciones de la sociedad y aprovechar las gracias del Año Jubilar para crecer en la esperanza.

+Eugenio A. Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros-Reynosa
Responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana

P. Manuel Casillas, 50 años de sacerdocio

El pasado 25 de enero el P. Manuel Casillas Hernández, misionero comboniano, celebró en su parroquia del Cristo de la Salud en León, Guanajuato, una misa de acción de gracias por sus 50 años de sacerdote. El P. Manuel estuvo rodeado de sus familiares, amigos, sacerdotes diocesanos y un grupo de misioneros combonianos que quisieron acompañarlo en un día tan especial.

El P. Manuel nació en León el 29 de mayo de 1945. Hizo sus primeros votos como misionero comboniano el 9 de septiembre de 1968 y fue ordenado sacerdote el 14 de julio de 1974. Los primeros siete años de su ministerio misionero los ejerció en México, acompañando a jóvenes seminaristas. En 1981 fue destinado a Sudáfrica, donde pasó cerca de veinte años en diversas etapas. De 1987 a 1991 fue Superior Provincial de los Misioneros Combonianos en México, y de 1991 a 1998 Asistente General del instituto en Roma.

Actualmente trabaja en Irlanda, donde se dedica a la animación misionera. A causa de problemas con sus documentos de migración, no pudo venir en julio del año pasado, por lo que se vio obligado a aplazar la celebración de sus bodas de oro en su tierra natal hasta ahora. Pese a ello, la celebración estuvo marcada por la alegría y la acción de gracias a Dios y a tantas personas que lo apoyaron y colaboraron para que le fiesta fuera un momento de compartir un sentimiento agradecido por tantos dones recibidos durante estos 50 años.

Con sus papeles ya en regla, el P. Manuel disfruta ahora de un merecido descanso y se prepara para regresar a Irlanda, a continuar con su labor de anunciar allí el mensaje del Evangelio y de dar a conocer la labor misionera al pueblo irlandés.

¿De qué sirve decirse católico?

Por: + Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de SCLC

MIRAR

Este 8 de diciembre, se cumplió un año de que los campesinos de Texcapilla, muy cerca de mi pueblo natal, se organizaron y mataron al grupo criminal de diez personas que llegó con armas de alto poder y que les exigía el cobro de piso por sus cultivos de habas, chícharos, avena, frijol y maíz. No pudieron soportar que les quisieran cobrar más y más. Mataron también a su líder, apodado El Payaso, con quien yo, circunstancialmente, había hablado meses antes. Cuando lo vi en mi pueblo, me identifiqué y pedir hablar con él. Estaba armado y rodeado de sus pistoleros. Su esposa, al escuchar que yo era obispo, me pidió que insistiera a su marido que ya bautizaran a dos de sus niños, una de nueve años y otro bebé. Muy católico, sí quería bautizarlos, pero en su pueblo de origen, más al sur del Estado de México. Intenté servirme de este su deseo para iniciar un proceso pastoral e insistirle que cambiara de vida. Ya no supe si los bautizaron, porque al poco tiempo lo mataron. ¿De qué le servía decirse católico y que sus hijos fueran bautizados? Ciertamente no era por una fe madura en Jesús, sino por simple tradición. No le importaba tanto Dios, pues su dios era el dinero que exprimía a los más pobres, a los más indefensos, como son la mayoría de nuestros campesinos.

El líder de otro grupo criminal, de la misma llamada Familia Michoacana, tiene a sus niñas en la catequesis parroquial, preparándose a la Primera Comunión. Los máximos líderes de otros grupos armados se consideran católicos. Algo semejante pasa con políticos, que oficialmente son católicos, pero su dios es el poder, el dinero, y no les importa ir a Misa los domingos, no leen la Biblia, oran sólo por sus intereses; pero eso sí, si una autoridad superior les pide estar en una reunión, organizar un mitin u otra actividad, se someten a esas disposiciones y no les importa su religión; saben que, si no acatan deseos u órdenes superiores, se exponen a perder su puesto y a no ascender más en el partido o en el gobierno. Su dios es el poder y el dinero. Lo mismo se podría decir en muchos otros casos. Festejan a la Virgen de Guadalupe, esperan las vacaciones y el aguinaldo de Navidad, pero seguir a Jesús no les interesa. Otros se declaran creyentes, pero no dejan el alcohol y las drogas, son infieles en su matrimonio, no pagan lo justo a sus trabajadores, viven en excesos de toda índole. Se dicen católicos, y hasta llevan una medalla o un Crucifijo al pecho; pero eso ¿de qué les sirve?

En sentido contrario, ¡son muchísimos más los que son de verdad católicos! No sólo van a Misa los domingos y hacen oración, sino que son justos y a nadie perjudican; comparten sus bienes; mantienen unida su familia y son fieles en su matrimonio; educan a sus hijos conforme a la fe; no se avergüenzan de sus creencias religiosas; sirven a la comunidad; son apóstoles entregados hasta el sacrificio. Pareciera que abunda más lo malo, pues los noticieros resaltan más las notas rojas; pero en la vida ordinaria son más numerosos los que son auténticamente católicos.

DISCERNIR

Los obispos latinoamericanos, en el Documento de Puebla, después de la primera visita del Papa San Juan Pablo II a nuestra patria, en enero de 1979, expresaron algo sobre la injusticia social en nuestro continente, pero que se aplica a nuestra realidad marcada por la violencia y por la fuerza de los grupos armados. Dijeron:Nos preocupan las angustias de todos los miembros del pueblo cualquiera sea su condición social: su soledad, sus problemas familiares, en no pocos, la carencia del sentido de la vida; especialmente queremos compartir hoy las que brotan de su pobreza. Vemos, a la luz de la fe, como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano, la creciente brecha entre ricos y pobres. El lujo de unos pocos se convierte en insulto contra la miseria de las grandes masas. Esto es contrario al plan del Creador y al honor que se le debe. En esta angustia y dolor, la Iglesia discierne una situación de pecado social, de gravedad tanto mayor por darse en países que se llaman católicos” (DP 27-28).

Por nuestra parte, los obispos mexicanos, en el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, expresamos:En toda esta transformación de pensamiento y de vida, la religión ha sufrido también un fuerte impacto: transformación radical en la forma de asumir la fe de los creyentes, pérdida del fervor original, desprecio por las instituciones, ambiente relativista e individualista y un secularismo que ha reducido la fe al ámbito de lo privado y de lo íntimo. Dentro de este fenómeno religioso, la violencia ha alcanzado niveles preocupantes y dolorosos para el mundo entero” (PGP 36).

“El panorama social se ha ido ensombreciendo paulatinamente por el fortalecimiento alarmante del crimen organizado, corrompiendo la mente y el corazón de personas y autoridades.  La introducción de una narco-cultura en nuestra sociedad mexicana, de conseguir dinero rápido, fácil y de cualquier forma, ha venido a dañar profundamente la mente de muchas personas, a quienes no les importa matar, robar, extorsionar, secuestrar o hacer cualquier cosa con tal de conseguir sus objetivos. Esta sociedad que tendría que ofrecer a todos los ciudadanos las condiciones necesarias para vivir con dignidad, está dañada y es necesario que todos como miembros de ella tomemos conciencia de esta realidad y nos hagamos responsables, para que pueda cumplir como un espacio de vida digna para todos sus miembros” (PGP 57).

ACTUAR

Para que haya paz familiar y social, para que festejemos dignamente a la Virgen de Guadalupe, para que celebremos auténticamente la Navidad, esforcémonos por vivir con fidelidad nuestra fe católica; evitemos todo aquello que contradiga la Palabra de Dios; en resumen, respetémonos y amémonos como hermanas y hermanos.