Los Misioneros Combonianos abren una clínica de cuidados paliativos en Port Sudán

Comboni College de Jartum

El Arzobispo de Jartum, Mons. Michael Didi, bendijo el pasado 3 de abril la nueva clínica de enfermería que el Comboni College of Science and Technology ha abierto en colaboración con AISPO y la Parroquia de Port Sudan en el marco del proyecto “Ciencias de Enfermería en el Comboni College”.
La clínica de enfermería es principalmente una plataforma para organizar las actividades de los voluntarios de cuidados paliativos que apoyarán a las familias que tienen personas con enfermedades crónicas o terminales en casa.
la Hna. Fatima Salih (AISPO), la Provincial de las Misioneras de la Caridad, Hna. Anne Longina, el P. Pious Anyaja, párroco, el Sr. James Joseph, director de la Escuela Secundaria Comboniana y el personal del CCST implicado en el proyecto también asistieron al acto junto con 22 profesionales sanitarios de Port Sudan que siguen el curso de Cuidados Paliativos para Profesionales Sanitarios.
Estos profesionales de la salud tuvieron su tercera sesión de formación, dedicada al tratamiento del dolor.

@kindugebre3

Join Our Course in Pallative Care For Health Care professionals in Comboni Port-Sudan NOW 💯😍 @CCST

♬ One Side – Iyanya

Para más información, AQUÍ

Noticias combonianas de Sudán y Egipto: “Os pido una oración”

En cuanto a las últimas noticias de Sudán – escribe el superior provincial de los Misioneros Combonianos de Egipto y Sudán -, os pido oración, dado que la situación no mejora en absoluto. Hoy se cumplen dos semanas desde que se interrumpieron todas las comunicaciones (teléfono e Internet) en todo Sudán, a excepción de Port Sudan, donde – con dificultad – algunas líneas funcionan desde hace algunos días. El aislamiento y la imposibilidad de comunicar aumentan la preocupación por los que estamos fuera, pero también y sobre todo paralizan el mercado y los movimientos de los que todavía están en Sudán (para nosotros los combonianos, nuestros hermanos de Kosti y El Obeid).

El pasado 4 de febrero todo Sudán se quedó sin red de teléfono ni de internet. En el momento de redactar este informe, sólo algunas compañías telefónicas han reanudado parcialmente sus operaciones, y sólo en Port Sudan. Para nosotros esto significa que no hay forma de comunicarnos con nuestras dos comunidades de Kosti y El Obeid, así como con todas las demás parroquias de las dos diócesis de Sudán. La falta de red podría provocar problemas en el suministro de bienes. Seguimos orando por la paz, ya que han pasado 300 ya días desde que comenzó la guerra.

El Cairo (Egipto): Shabaab Comboni (los jóvenes de Comboni)
El pasado 25 de enero unos cincuenta jóvenes de nuestras diferentes parroquias de El Cairo se reunieron para el primer encuentro de Shabaab Comboni, “los jóvenes de Comboni”. El objetivo es acompañar a estos jóvenes en la búsqueda de la voluntad de Dios en sus vidas, dar a conocer a Comboni y su carisma, crear una conciencia misionera y vocacional. En el camino hacia este objetivo, comenzaron a preparar el primer encuentro de la juventud comboniana. El camino se estructura con encuentros quincenales, en los que se realizan catequesis bíblicas sobre el Evangelio de Marcos, testimonios de vida misionera y compartir por parte de diferentes personas y realidades. Concluirá con un campamento misionero en el verano de 2024.

Expectativa de Navidad en un país en guerra

Texto y foto: P. Jorge Naranjo, mccj
Desde Yuba, Sudán del Sur

MND

Hacia la segunda semana de Adviento solíamos montar la decoración navideña en los vestíbulos de los edificios de nuestras diferentes facultades. A los estudiantes universitarios, tanto a los cristianos como a los musulmanes, les encantaba fotografiarse alrededor del árbol. Su presencia anunciaba el evento que se aproximaba y las sonrisas de los estudiantes simbolizaban la alegría que el nacimiento del Salvador traía.

Desde el pasado 15 de abril, día en que comenzó la guerra, el barrio de Jartum donde se encuentran nuestras escuelas primaria y secundaria –el Comboni College Khartoum–, la universidad –el Comboni College of Science and Technology–, la capilla y la comunidad, es un campo de batalla donde se enfrentan el Ejército Regular (SAF, por sus siglas en inglés) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés). La guerra ya ha causado más de seis millones de desplazados y nos impide volver a nuestro hogar y a nuestro querido College. Los estudiantes y el personal docente están refugiados en escuelas en diversas localidades del país que se han convertido en campos de desplazados, casas de familiares fuera de la capital, en lugares seguros o en otros países más o menos lejanos como Egipto, Sudán del Sur, Chad, Etiopía, Uganda o Kenia. Los más afortunados pudieron ubicarse en países del Golfo, como Emiratos Árabes Unidos.

La Sagrada Familia también tuvo que buscar refugio en Egipto cuando Herodes desencadenó su persecución contra el nuevo mesías. A mí también me ha tocado ponerme en movimiento para encontrarme con mis estudiantes y personal refugiado en Dubái, Yuba, El Cairo o Port-Sudan. El viaje a Yuba, en particular, me permitió ver también a los graduados de años precedentes que hoy dirigen los equipos de tecnología de la información del Ministerio de Universidades, Ciencia y Tecnología de Sudán del Sur, de las universidades de Yuba y de la -Upper Nile University, de compañías de telecomunicaciones, hospitales, centros de formación… Fue una gracia muy grande poder constatar el impacto de nuestro trabajo educativo más allá de las fronteras sudanesas.

Y es precisamente el uso de la tecnología que nuestros graduados propagan lo que nos está permitiendo continuar el curso en medio de una guerra. El 23 de octubre comenzamos en línea el segundo semestre, que el conflicto armado había interrumpido. La conexión a Internet es muy limitada y la mayor parte de los estudiantes no tiene un ordenador ni teléfonos para encontrar el instrumento a través del cual estudiar los diferentes cursos. Pero no faltan la creatividad y el deseo de aprender y construir un futuro mejor más allá de esta maldita guerra.

Hace unos días tuve un seminario web con los estudiantes para introducirles en el uso de la plataforma digital de aprendizaje. Algunos de ellos lo seguían desde el patio de la escuela donde se han instalado tras dejar Jartum. Y desde allí, con un móvil, conexión a Internet, un cuaderno y un bolígrafo se adentran en un proceso acelerado de transformación digital forzada. 

El Verbo se ha encarnado en el contexto concreto de nuestro mundo. Hoy la realidad que nos toca no es solo la material. La red invisible e inmaterial que nos conecta gracias a la tecnología debe ser también un pesebre en el que se encarne la presencia transformadora del Mesías. 

El mesías que viene es príncipe de paz, un don que parece ahora particularmente lejano. No se atisba ningún deseo de reconciliación en los dos contendientes y ambos poseen ejércitos numerosos y bien equipados. Parece imposible a corto plazo que podamos volver a preparar el árbol de Navidad en nuestros vestíbulos y que puedan brillar las sonrisas de los estudiantes fotografiándose alrededor de ellos. Por tanto no queda otra que descubrir una nueva manera de ser misionero y «hacer Misión» que entrelace el movimiento físico para encontrar a los que la guerra ha dispersado con la acción digital a través de la cual ayudamos a nuestros estudiantes a labrarse un futuro y a construir desde ya un nuevo Sudán tras el final de la guerra.

Este nuevo ecosistema de aprendizaje y misión presenta nuevos desafíos. ¿Cómo transmitir los valores de respeto a la diversidad que el College representaba a través de la convivencia diaria en las aulas de cristianos y musulmanes, las celebraciones interculturales o de las propias fiestas religiosas y la oración? ¿Cómo hacerles experimentar la belleza del servicio como hacíamos a través del grupo de voluntarios en cuidados paliativos, iniciativa que transformaba a nuestros estudiantes, musulmanes y cristianos, en misioneros de misericordia?

Dios escogió a los pastores como primeros testigos de la encarnación del Verbo. Ellos eran nómadas cuya palabra no tenía ningún peso en la sociedad, incluso no tenía valor en los juzgados. De modo análogo, la guerra nos ha convertido en itinerantes y la mayor parte de los medios de comunicación dejaron de dar valor a nuestro conflicto. Ojalá que nuestros estudiantes y profesores desplazados puedan también atisbar una luz de esperanza que crece en la medida en que se abre paso la paz en el interior de cada uno de ellos y en el país a través del silencio de las armas y la continuidad del recorrido educativo.   

Chad: El Vicariato de Mongo con los refugiados sudaneses

La situación de los refugiados del norte de Sudán es extremadamente crítica. El flujo incesante de personas (especialmente mujeres, niños y ancianos) que huyen de la guerra por cualquier medio de transporte hace que las agencias humanitarias se encuentren frente a multitudes de personas en continuo movimiento y en constante crecimiento.

Por: Hno. Enrico Gonzales y Reyero, mccj.
Desde Abeché, Chad

El territorio afectado por este flujo excepcional de refugiados es el de la parroquia de Santa Teresa del Niño Jesús en Abéché, en Chad, donde trabajan los misioneros combonianos. En la ciudad hay unos 5.000 refugiados alojados en diversas escuelas. Uno se pregunta: ¿Hasta cuándo?, dado que se espera que las escuelas vuelvan a abrir en septiembre.

No lejos de Abéché, a lo largo de la frontera con Sudán, los pueblos de Farshana y Adré, donde hay comunidades cristianas atendidas por la parroquia, son los más directamente afectados. Adré es la verdadera puerta de entrada de los sudaneses a la región chadiana de Darfur. El flujo de gente es continuo. El hecho de que los hombres sean una minoría muy pequeña llama la atención de inmediato, porque muchos han muerto en combate o todavía están involucrados en operaciones de guerra.

Esta crisis humanitaria, provocada por la guerra desatada el pasado mes de abril en Sudán, no podía llegar en peor momento: estamos en época de lluvias, cuando las carreteras se vuelven intransitables y los traslados y transportes son muy difíciles, si no imposibles. Sin embargo, Chad ha abierto sus fronteras, ha permitido que los refugiados se asienten en su territorio y ha favorecido la intervención de los organismos de las Naciones Unidas y otros numerosos organismos no gubernamentales internacionales.

Es en este contexto que el Vicariato de Mongo, a través de su Caritas, interviene en la zona de Farshana, donde, en colaboración con las agencias allí presentes, lleva un mínimo de ayuda (principalmente alimentos y asistencia sanitaria) a los refugiados sudaneses. Se trata de una intervención importante, pues Caritas, según su visión de promover la ayuda de emergencia, de cara a una normalización de la situación, ya reflexiona sobre el “después”, sobre qué tipo de intervenciones tendrá que favorecer para que estos colectivos de desplazados, intercalados con una población local que no dispone de grandes medios económicos (los precios de los alimentos se están disparando), pueden hacer frente a una situación que tememos está destinada a durar mucho tiempo. Una paradoja: en esta parte de Chad, todavía hay en los campos de refugiados gente que huyó durante la guerra de Darfur de los años 90.

Con sus medios limitados, Caritas del Vicariato de Mongo hace lo que puede para intervenir y aliviar el sufrimiento de aquellos que escaparon de la guerra y fueron probados dramáticamente, tratando de reconstruir sus vidas.

100 años del Hno. Romano Maran: «Caridad y misericordia»

Gran fiesta en Castel d’Azzano (Verona) el 1 de agosto, con motivo del centenario del hermano Romano Maran. Estuvieron presentes el padre Tesfaye Tadesse  (en la foto), superior general, el padre Fabio Baldan, superior provincial de Italia, el alcalde y miembros de la administración municipal de Castel d’Azzano, representantes de la parroquia local, numerosos miembros de la familia comboniana –padres y hermanos de la comunidad de la Casa Madre y de la comunidad de Padua, religiosas combonianas, seculares combonianas, laicos misioneros combonianos y un nutrido grupo de sobrinos nietos del hermano Romano. A todos se unieron los combonianos residentes en la comunidad de Castel d’Azzano (unos sesenta), junto con el personal sanitario.

El programa de animación, que comenzó a las 16.00 horas, se desarrolló de forma ágil y amena, jalonada de intervalos musicales. Para solemnizar la fiesta, una carta personal del obispo de Padua, Mons. Claudio Cipolla, leída por el padre provincial, y la bendición del Papa Francisco, entregada al hermano Romano por el padre Tesfaye.

El Padre Tesfaye le da al Hermano Romano la bendición del Papa Francisco.

Después del agasajo, los saludos, el corte del pastel y los brindis, todos se trasladaron a la gran capilla del Centro para la celebración eucarística, presidida por el padre Tesfaye.

El padre Tesfaye habló con personas que conocieron al hermano Romano y le aseguraron que “Romano siempre ha vivido en profunda comunión con Dios, rezando mucho y guardando silencio ante Él”. Comenta: «Sé que el hermano Romano sigue haciéndolo aún hoy. Ya no puede hacer la misión activamente… pero sigue siendo un hombre de oración y de escucha de la Palabra. Si esto no es una misión, ¿qué otra cosa es?». Y concluye exhortando a todos los hermanos a imitarlo, “dedicando todas sus fuerzas a la evangelización directa cuando somos jóvenes, e intensificando nuestra oración de intercesión misionera cuando nos faltan fuerzas”.

El hermano Romano, parcialmente superado por las fuertes emociones vividas durante la “fiesta”, accede a decir unas palabras sobre su vida como misionero. Unas pocas palabras, que sin embargo resumen no sólo la homilía del celebrante, sino toda su vida en síntesis. Dice: «100 años de vida… 100 años de caridad y de misericordia… Eso es lo que quiero decir».

Breves notas biográficas

El Hno. Maran nació en Selvazzano, en la provincia de Padua. Creció en una familia cristiana, donde aprendió a orar y trabajar. A los 15 años empezó a sentir el primer deseo de ser misionero. A los 19 años, en 1942, entró en el noviciado de los Misioneros Combonianos en Venegono Superiore (Varese), donde hizo su primera profesión religiosa el 7 de octubre de 1944. Eran años de guerra y todas las salidas hacia África estaban bloqueadas.

Finalmente, en 1947 el hermano Romano pudo partir hacia Sudán, donde trabajó durante 17 años: primero en el norte (1947-1956, en Jartum, donde hizo sus votos perpetuos el 7 de octubre de 1950), luego en el sur de el país (1957-1964). Él también experimentó el dolor agónico de la expulsión, cuando, entre el 27 de febrero y el 9 de marzo de 1964, numerosos misioneros y misioneras fueron declarados “persona non grata” por el gobierno de Jartum y obligados a abandonar sus misiones, con la única acusación de difundir la Evangelio y ayudar a las personas más necesitadas.

Después de una estancia de tres años en Italia, el hermano Romano partió para Uganda, donde pasó otros 16 años (1967-1983). La tercera etapa, en Malawi-Zambia, fue la más larga: de 1984 a 2009.

El Hno. Romano tenía 86 años cuando volvió a Italia, “cargado” por 58 años de actividad misionera en África. Primero vivió en la Casa Madre de los Combonianos en Verona, y luego se trasladó a Castel d’Azzano, en el Centro “Hermano Alfredo Fiorini” para misioneros combonianos enfermos y ancianos.

Favorecido por una buena claridad mental y una salud moderada, dedicaba su tiempo a la oración durante el día y hasta bien entrada la noche, alternando entre rosarios y largos ratos de adoración ante Jesús Eucaristía. Él dice: «La misión nunca termina. Todos lo llevan en el corazón. Yo la presento cada día en la oración, al Señor -que es el Maestro de mies- para que suscite nuevas vocaciones para las misiones y ayude a todos los misioneros en la ardua pero apasionante obra de la evangelización”.

¡Gracias, Romano, por el testimonio de tu vida!

Advierte religioso que Sudán está al borde de la guerra civil

En Sudán, el domingo 9 de julio continuaron en la capital, Jartum, los encarnizados enfrentamientos entre el ejército dirigido por el general Abdel-Fattah Burhan y las Fuerzas de apoyo rápido (FSR) del rival Mohammed Hamdan Dagalo. El sábado, un atentado con bomba en el distrito de Omdurmán causó la muerte de veintidós civiles, muchos de ellos mujeres, además de numerosos heridos.

Esta enésima matanza ha llevado a la ONU a alertar sobre la deriva del enfrentamiento entre facciones hacia una guerra civil a gran escala que podría desestabilizar toda la región. En casi tres meses de conflicto se han registrado más de tres mil muertos, un balance que muchos analistas consideran subestimado. Además, casi tres millones de sudaneses se han visto obligados a abandonar sus hogares, y entre estos desplazados más de seiscientos mil se han marchado al extranjero, principalmente a Egipto y Chad, mientras Naciones Unidas denuncia un aumento de los abusos y la violencia contra la población civil y especialmente contra las mujeres.

Bloqueada la transición democrática

Los combates comenzaron el 15 de abril, dieciocho meses después de que los dos generales lideraran un golpe militar en octubre del 2021 que derrocó a un gobierno civil de transición respaldado por el Occidente. El golpe y el conflicto posterior truncaron las esperanzas sudanesas de una transición pacífica a la democracia, después de que un levantamiento popular forzara la destitución militar del autócrata Omar al Bashir en abril del 2019.

La guerra ha convertido la capital, Jartum, y otras zonas urbanas del país en campos de batalla. Hoy, lunes 10 de julio, y mañana, la asistente del Secretario de Estado estadounidense para los asuntos africanos, Molly Phee, viajará a Adís Abeba para reunirse con los líderes civiles africanos y sudaneses sobre cómo poner fin al conflicto en Sudán. Hasta ahora, los esfuerzos diplomáticos para detener los combates han resultado ineficaces.

Enfrentamientos más fuertes en Omdurmán

«En estos momentos, uno de los frentes más calientes de la guerra es la ciudad de Omdurmán, un enorme distrito urbano en las afueras de Jartum, que el ejército regular intenta arrebatar al control rebelde»-.

Así lo explica a Vatican News un misionero italiano que vivió en Sudán durante 30 años y que ahora viaja de ida y vuelta a Italia, manteniéndose en contacto con las comunidades religiosas del país africano.

El religioso italiano –que habla bajo condición de anonimato para no dañar el delicado equilibrio que subyace a la supervivencia de sus hermanos en Sudán– informa también sobre los combates en otras zonas del país y sobre el clero católico que mantiene su presencia en muchas localidades.

La presencia de la Iglesia

«El obispo y la mayor parte de los religiosos de Jartum –precisa el misionero– se han trasladado a Puerto Sudán por razones de seguridad, mientras que en Kosti, en el sur, y en El Obeid, en el oeste, los obispos y el clero han permanecido en su lugar y esto es un gran signo de esperanza». El misionero italiano habla a continuación de la presencia de las hermanas de la Madre Teresa en El Obeid y de los combonianos también en El Obeid y en Puerto Sudán.

«También hay asistencia a la población en estas zonas, pero el grueso del personal religioso ha sido retirado por motivos de seguridad».

En Jartum, hay una comunidad de salesianos que mantiene abierto un centro «donde celebran la Misa, se ocupan de los niños sin familia y distribuyen alimentos a la población», añade.

Población privada de todo

Según el religioso, en este contexto de guerra, los civiles necesitan de todo, empezando por alimentos y agua, pero también electricidad «porque los religiosos que están en El Obeid tardan un día entero con un panel solar para recargar sus teléfonos móviles y a veces no pueden hacerlo. No sé cómo hacen las familias para sobrevivir», añade.

«Hemos intentado enviar ayuda desde Italia, pero los bancos sudaneses no funcionan y el aeropuerto de Jartum está cerrado, es una situación de bloqueo total».

Por último, el misionero espera un esfuerzo diplomático por parte de todos los actores que tienen capacidad de influir en las fuerzas sudanesas, empezando por los países árabes hasta las potencias mundiales como Rusia y Estados Unidos.

Crédito: Vatican News.