Advierte religioso que Sudán está al borde de la guerra civil

En Sudán, el domingo 9 de julio continuaron en la capital, Jartum, los encarnizados enfrentamientos entre el ejército dirigido por el general Abdel-Fattah Burhan y las Fuerzas de apoyo rápido (FSR) del rival Mohammed Hamdan Dagalo. El sábado, un atentado con bomba en el distrito de Omdurmán causó la muerte de veintidós civiles, muchos de ellos mujeres, además de numerosos heridos.

Esta enésima matanza ha llevado a la ONU a alertar sobre la deriva del enfrentamiento entre facciones hacia una guerra civil a gran escala que podría desestabilizar toda la región. En casi tres meses de conflicto se han registrado más de tres mil muertos, un balance que muchos analistas consideran subestimado. Además, casi tres millones de sudaneses se han visto obligados a abandonar sus hogares, y entre estos desplazados más de seiscientos mil se han marchado al extranjero, principalmente a Egipto y Chad, mientras Naciones Unidas denuncia un aumento de los abusos y la violencia contra la población civil y especialmente contra las mujeres.

Bloqueada la transición democrática

Los combates comenzaron el 15 de abril, dieciocho meses después de que los dos generales lideraran un golpe militar en octubre del 2021 que derrocó a un gobierno civil de transición respaldado por el Occidente. El golpe y el conflicto posterior truncaron las esperanzas sudanesas de una transición pacífica a la democracia, después de que un levantamiento popular forzara la destitución militar del autócrata Omar al Bashir en abril del 2019.

La guerra ha convertido la capital, Jartum, y otras zonas urbanas del país en campos de batalla. Hoy, lunes 10 de julio, y mañana, la asistente del Secretario de Estado estadounidense para los asuntos africanos, Molly Phee, viajará a Adís Abeba para reunirse con los líderes civiles africanos y sudaneses sobre cómo poner fin al conflicto en Sudán. Hasta ahora, los esfuerzos diplomáticos para detener los combates han resultado ineficaces.

Enfrentamientos más fuertes en Omdurmán

«En estos momentos, uno de los frentes más calientes de la guerra es la ciudad de Omdurmán, un enorme distrito urbano en las afueras de Jartum, que el ejército regular intenta arrebatar al control rebelde»-.

Así lo explica a Vatican News un misionero italiano que vivió en Sudán durante 30 años y que ahora viaja de ida y vuelta a Italia, manteniéndose en contacto con las comunidades religiosas del país africano.

El religioso italiano –que habla bajo condición de anonimato para no dañar el delicado equilibrio que subyace a la supervivencia de sus hermanos en Sudán– informa también sobre los combates en otras zonas del país y sobre el clero católico que mantiene su presencia en muchas localidades.

La presencia de la Iglesia

«El obispo y la mayor parte de los religiosos de Jartum –precisa el misionero– se han trasladado a Puerto Sudán por razones de seguridad, mientras que en Kosti, en el sur, y en El Obeid, en el oeste, los obispos y el clero han permanecido en su lugar y esto es un gran signo de esperanza». El misionero italiano habla a continuación de la presencia de las hermanas de la Madre Teresa en El Obeid y de los combonianos también en El Obeid y en Puerto Sudán.

«También hay asistencia a la población en estas zonas, pero el grueso del personal religioso ha sido retirado por motivos de seguridad».

En Jartum, hay una comunidad de salesianos que mantiene abierto un centro «donde celebran la Misa, se ocupan de los niños sin familia y distribuyen alimentos a la población», añade.

Población privada de todo

Según el religioso, en este contexto de guerra, los civiles necesitan de todo, empezando por alimentos y agua, pero también electricidad «porque los religiosos que están en El Obeid tardan un día entero con un panel solar para recargar sus teléfonos móviles y a veces no pueden hacerlo. No sé cómo hacen las familias para sobrevivir», añade.

«Hemos intentado enviar ayuda desde Italia, pero los bancos sudaneses no funcionan y el aeropuerto de Jartum está cerrado, es una situación de bloqueo total».

Por último, el misionero espera un esfuerzo diplomático por parte de todos los actores que tienen capacidad de influir en las fuerzas sudanesas, empezando por los países árabes hasta las potencias mundiales como Rusia y Estados Unidos.

Crédito: Vatican News.

Sudán: ¿Sólo una pelea entre dos generales?

Traducido y publicado por: Jpic-jp.org

No seamos ingenuos. “La violencia no es un fenómeno nuevo en Sudán. El régimen militar ha hecho estragos en el país desde la independencia, a pesar de que el pueblo derrocó pacíficamente a los regímenes militares en 1964, 1985 y 2019, y de que juró no volver a permitir más dictaduras”.

Desde la colonización, las zonas periféricas del País -en el sur, el oeste y el este- se han sentido marginadas y han continuamente exigido su parte de riqueza y poder. La represión violenta de las élites del Norte y del Centro ha, cada vez, provocado millones de muertos y desplazados. Lo nuevo es que hoy la periferia está llevando estos enfrentamientos continuos a Jartum. Es la primera vez que hay guerra en la capital desde que los mahdistas conquistaron la ciudad en 1884 contra los británicos y aparte de un ataque del Movimiento Darfur por la Justicia y la Igualdad.

Los enfrentamientos entre el jefe de las FAS (Fuerzas Armadas Sudanesas), el general Abdel Fattah al-Burhan, y su colega, el comandante de las FAR (Fuerzas de Apoyo Rápido), Mohamed Hamdan Dagalo -conocido como Hemedti-, tienen como objetivo controlar la autoproclamada junta militar, el Consejo Supremo de Transición (TSC), pero hunden sus raíces en el pasado.

Incluso hoy, detrás de lo que está sucediendo en la capital, Jartum, hay quejas políticas, sociales y económicas contra las élites del norte y centro de Sudán que todavía están en una posición de poder.

Además, hay las sombras del equilibrio de poder construido por Omar al-Bashir, dictador militar durante treinta años desde 1989 hasta su destitución en 2019. Junto a las FAS, al-Bashir había puesto a las FAR como componentes del mismo ejército sudanés, destinadas a controlarse mutuamente y a proteger al régimen de las reivindicaciones populares para mayor justicia, democracia y reparto de riqueza y poder.

El proceso hacia la democracia iniciado por la revuelta civil de 2019 se vio interrumpido por un nuevo golpe de Estado militar conjunto de las dos ramas del ejército el 25 de octubre de 2021 y por la instalación del TSC, aunque Hemedti afirma haber considerado este golpe de Estado un error y haber tenido la intención de poner el poder totalmente en manos de civiles.

El 5 de diciembre de 2022, el TSC y una cincuentena de partidos políticos, asociaciones y organizaciones de la sociedad civil firmaron un acuerdo para desbloquear la transición hacia la democracia. No toda la sociedad civil sudanesa estuvo de acuerdo, al considerar que la iniciativa legitimaba el golpe de 2021 y el TSC, dominado por el general al-Burhan. No obstante, las negociaciones comenzaron con el objetivo de instalar en dos fases – el 3 y el 11 abril- un gobierno dirigido por civiles. El 15 de abril, en Jartum, comenzaron los combates. El objeto de la disputa, se dijo, era la unificación de las FAS y las FAR bajo un único comando, a la que se oponía Hemedti.

Las fuerzas en juego

Bajo el régimen de al-Bashir, las FAS fueron purgadas de oficiales profesionales y reemplazadas por militares -incluido al-Burhan- leales a la ideología islamista y a la política estatal. Cuando al-Bashir cayó en 2019, el ejército permaneció intacto.

Las FAR, por su parte, son una transformación de la infame milicia yanyauid, creada en 2003 para reprimir la rebelión en Darfur. Formada por pastores árabes pertenecientes a la familia Baggara, establecidos en el oeste de Sudán y el este de Chad, arrasaron pueblos y mataron a agricultores no árabes en Darfur para hacerse con el control de las tierras de pastoreo: entre 200.000 y 450.000 personas murieron y millones fueron desplazadas por los yanyauid. Estos grupos armados estaban financiados por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Es bien sabido que, transformadas en FAR, las milicias yanyauid combatieron en Yemen, en el 2015, junto a las fuerzas saudíes y emiratíes, ganando mucho dinero y adquiriendo experiencia militar.

Además, en Jartum se dice que Hemedti puede contar con la ayuda de mercenarios rusos y de hecho, la empresa rusa Wagner está presente en Sudán y opera con él en las regiones donde hay minas de oro. La guerra en Yemen y la implicación del grupo Wagner en la extracción de oro, en estrecha colaboración con la FAR, añaden una dimensión regional y mundial al conflicto. La Meroe Gold, la filial minera de Wagner en Sudán, ha sido sancionada por el Consejo de la Unión Europea porque sus actividades ponen en peligro la paz y la seguridad internacionales.

Desbordamientos que hay que temer

Al parecer, Rusia intentó persuadir a las Fuerzas Armadas Sudanesas para que se sentaran a la mesa de negociaciones con las Fuerzas de Apoyo Rápido, pero éstas se negaron, lo que hace temer una lucha a muerte entre al-Burhan y Hemedti, con el riesgo de incendiar toda la región, arrastrando a Egipto en el conflicto. Las FAR han publicado un vídeo en el que aparecían fuerzas egipcias capturadas durante unas maniobras en Sudán: aunque el vídeo fuera falso, avivó las tensiones.

Por otra parte, el flujo de refugiados sudaneses hacia Europa, el Golfo y los Estados africanos vecinos está abriendo puertas a los cleptócratas de toda África, atentos como son a las oportunidades de ventajas gratuitas en Sudán, un país rico en recursos y con una posición estratégica única.

Para empezar, Sudán del Sur, donde el fuego arde bajo las cenizas, comparte un pasado con los conflictos armados y los problemas que dividen a Sudán. Al igual que Sudán, Sudán del Sur tiene dos facciones principales fuertemente armadas, aliadas a numerosas milicias locales su base étnica, que se disputan el control de la riqueza y del Estado desde hace 20 años. Al igual que en Sudán, la corrupción es el sistema mediante el cual se explotan las instituciones estatales para enriquecerse sin tener que dar cuenta a nadie. Al igual que en Sudán, en Sudán del Sur se exhibe suficiente buena voluntad para engañar a la comunidad internacional, luego se socavan los acuerdos de paz y se pisotean las disposiciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Sudán es un presagio de lo que le va a pasar a Sudán del Sur.

Sudán lleva mucho tiempo enviando mercenarios al extranjero: hoy se ha convertido en un campo de batalla para combatientes extranjeros, y a los que los apoyan en la sombra, atraídos los unos y los otros por el dinero y el oro: buscadores de fortuna armados que acuden en masa desde toda la región del Sahel, desde Malí, Chad y Níger, en cantidades significativas según el representante especial de la ONU.

Al-Burhan acusa a Hemedti de reclutar mercenarios de Chad, de Níger y de la República Centroafricana. Testigos en Jartum afirman haber oído a soldados de las FAR hablar francés, la lengua del vecino Chad. Washington y Bruselas acusan a las FAR de tener vínculos con el grupo mercenario ruso Wagner, lo que su jefe, Yevgeny Prigozhin, niega. Diplomáticos occidentales informan de que grupos de mercenarios pasan por el aeropuerto y los hoteles de Jartum.

También es bien sabido que la familia Dagalo del general Hemedti controla desde hace tiempo las minas de oro de Darfur y otros lugares de Sudán, que es el tercer productor africano del metal precioso. Según Andreas Krieg, profesor del King’s College de Londres, “el hecho de que Hemedti tenga acceso a una gran cantidad de riqueza aurífera y a los medios para ponerla en el mercado significa que puede pagar los salarios de una forma que nadie, en el África subsahariana o en el Sahel, puede hacer”.

Las dos milicias sudanesas han engrosado a menudo sus filas ofreciendo a los árabes chadianos el acceso a la ciudadanía sudanesa y a las tierras abandonadas por los no árabes desplazados. Si las FAR se sirve de combatientes mercenarios, significa también que reciben armas de Libia.

El dinero y los combatientes son monedas intercambiables en el mercado político sudanés, y según se dice, Hemedti hace comercio de ambas. “Las FAR son un negocio privado de mercenarios transnacionales”, un comercio “de oro y de brazos armados” que Hemedti amplía constantemente.

¿Puede y como acabará este conflicto?

El conflicto sudanés está alimentando otro sector de actividad. Ex soldados profesionales ofrecen a los extranjeros desesperados, que no han podido entrar en las evacuaciones masivas, ayuda para abandonar el país al precio de hasta 20 000-50 000 dólares.

La sombra de que el país caiga en una nueva guerra civil total, la tercera desde la independencia en 1956, planea sobre Sudán porque no se vislumbra una solución pacífica.

Se habló de elevar en el ejército a Hemedti al rango de al-Burhan para calmar los ánimos. Los islamistas, a los que al-Burhan reincorporó tácticamente a su gobierno, se opusieron y, según Foreign Policy, en un decreto publicado recientemente al-Burhan destituyó a Hemedti y le sustituyó por el antiguo líder rebelde, miembro del Consejo Soberano de al-Bachir, Malik Agar.

Por tanto, hay mucha lena en el fogón. A Hemedti se le considera alineado con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, mientras que a al-Burhan se le considera aliado de Egipto.

Si ganan las FAS, con la ayuda de la aviación egipcia, asistiríamos al regreso con fuerza del antiguo régimen islamista, con en mente planes de venganza. Si ganan las FAR, mejor equipadas y mejor entrenadas para la guerra urbana, que controlan la mayor parte de la capital, que están mejor establecidas entre la población civil y que controlan el comercio del oro, Sudán quedaría a merced de una guerra civil y de una milicia tribal y familiar. Nadie puede predecir el rumbo que tomaría entonces el país, aunque Hemedti afirme que quiere establecer un régimen civil.

Según Nigrizia, la revista comboniana italiana especializada en África, hay tres posibles llaves de lectura de este conflicto: rivalidades personales, intereses geopolíticos y la sociedad civil.

Primero. Al-Burhan y Hemedti: su alianza en octubre de 2021, fue un matrimonio de conveniencia, diseñado para hacer descarrilar la fase de transición y los dos generales representan dos polos económicos contrapuestos: al-Burhan controla unas 250 empresas vitales para la economía sudanesa; Hemedti controla las minas de oro.

Segundo. Los recursos y la posición geográfica: unas riquezas que convierten a Sudán en país estratégico. Rico en minerales, oro, gas natural y hierro, se encuentra en el centro de los conflictos de intereses de la región, bordeado como está por el Mar Rojo, el Sahel y el Cuerno de África, y ocupa una posición privilegiada para el comercio con los países de África Central y del Norte y con los Estados del Golfo. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos son grandes inversores en Sudán; Israel mantiene estrechas relaciones diplomáticas con Jartum y Egipto es uno de los principales apoyos de las FAS.

Moscú, por el contrario, tiene un pie en dos estribos: negocia con el gobierno la construcción de una base naval en el Mar Rojo, mientras que su grupo paramilitar Wagner ayuda a Hemedti a extraer oro.

Hay por fin la sociedad civil. Es de una amplitud y profundidad considerables, y ha sido la protagonista de la primera revolución anti islamista y democrática en un país que es musulmán en un 90%, dando origen a las manifestaciones que iniciaron el 19 de diciembre de 2018 y condujeron a la caída de la dictadura de Omar al-Béchir el 11 de abril de 2019. Aunque desarmada, está sin embargo bien organizada y compuesta por ciudadanos -profesionales, mujeres, jóvenes- que reclaman un cambio de régimen y un nuevo orden social.

El deseo de democracia y participación del pueblo se ve hoy sofocado en Sudán por la fuerza de las armas, una página de violencia que se suma a las que siguen ensangrentando el mundo. Por miedo, la voz de la sociedad civil ha permanecido en silencio, pero podría representar una salida: los militares están demostrando una vez más su incapacidad para dirigir Sudán como tantos otros países. Una implícita invitación a buscar en otros esperanza y respuestas.

Foto. Desplazados de Juba, capital de Sudán del Sur

Continúan los combates en Sudán

A pesar de que ya no se habla tanto de ello, el conflicto en Sudán sigue causando víctimas y los combates, tanto en Jartum como en el resto de país continúan. Según informa la agencia Fides, este fin de semana murieron al menos 15 civiles en Jartum y otros 12 en Nyala, la capital de Darfur Sur

El domingo 25 de junio se han reanudado con violencia los combates en la capital sudanesa, Jartum. Los milicianos de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han atacado y conquistado el cuartel general de la Policía de Reserva Central (CRP), fuerza policial aliada de las SAF, las fuerzas armadas sudanesas.
Tanto la Policía de Reserva Central como las Fuerzas de Apoyo Rápido son formaciones creadas para reprimir las revueltas de Darfur. Al principio, cuando estalló el conflicto entre el ejército regular y las RSF, la CRP se había mantenido al margen, pero en las últimas semanas se ha unido a las unidades militares regulares. A pesar de la unión entre el ejército y la policía paramilitar (compuesta por unos 80.000 hombres equipados también con armamento pesado), los milicianos de la RSF, acostumbrados a los combates irregulares también en un entorno urbano, parecen no rendirse y resistir a los militares dirigidos por el general Abdel Fattah al-Burhane, hasta el punto de que, tras dos días de enfrentamientos, han conseguido conquistar el cuartel general de la CRP, apoderándose del arsenal.
La reanudación de los combates ha agravado el número de víctimas; según fuentes de los hospitales, al menos 15 civiles han muerto en las últimas horas.
Se han registrado más combates en Darfur, especialmente en Nyala, la capital de Darfur Sur, donde al menos 12 civiles murieron el domingo.
Por último, una facción del Movimiento Popular de Liberación de Sudán-Norte (SPLM-N), que no se había sumado al acuerdo de paz de 2020, liderada por Abdelaziz al-Hilu, ha aprovechado el enfrentamiento entre las distintas fuerzas militares y paramilitares sudanesas para atacar posiciones del ejército en los estados de Kordofán del Sur y Nilo Azul. En este último estado se han producido violentos enfrentamientos en Kurmuk, en la frontera con Etiopía, donde el grupo rebelde ha atacado posiciones del ejército.
La Misión de las Naciones Unidas en Sudán (UNITAMS) ha expresado su “grave preocupación” por el suceso, informando de que tres aldeas de la zona de Kurmuk han obligado a cientos de civiles a buscar refugio en Etiopía.
Unos 600.000 sudaneses han huido hasta ahora a los países vecinos, según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones, mientras que los desplazados internos rondan los dos millones.
(L.M.) (Agencia Fides 27/6/2023)

Fallece el obispo comboniano Mons. Max Macram

El pasado 4 de junio falleció en Mechanicsburg, Pennsylvania, EE.UU, Mons. Max Macram Gassis, misionero comboniano y obispo emérito de El Obeid, en Sudán. Mons. Macram, de 84 años, llevaba varios meses enfermo.

Mons. Macram nació en Jartum, en 1938. Fue ordenado sacerdote en 1964 y nombrado administrador apostólico de El Obeid en 1983, diócesis de la que sería consagrado obispo en 1988. En 1990, tuvo que salir exiliado después de que el gobierno de Jartum le llevara ante los tribunales tras su testimonio ante el Congreso de Estados Unidos sobre las atrocidades cometidas por el gobierno sudanés contra su pueblo. Desde entonces vivió principalmente en Kenia, pero no dejó de viajar a Europa y Norteamérica para pedir ayuda en la defensa de los derechos humanos en Sudán. Informó a la opinión pública sobre la persecución religiosa contra la población cristiana, el bombardeo de asentamientos humanos y el terrorismo mediante el hambre y el asesinato. Gran defensor de los derechos humanos, llegó a ser propuesto para el Nobel de la Paz en el año 2012.

También promovió proyectos humanitarios de diversa índole destinados a la creación de pozos y hospitales y a la educación de las poblaciones locales. En el momento de su fallecimiento se encontraba en Mechanicsburg, EEUU, en casa de unos familiares.

Una historia de discernimiento y valentía: la salida de Jartum

Hoy quiero compartir con ustedes una historia de discernimiento y valentía que experimenté recientemente. Es la historia de un grupo de mis Hermanas y otras compañeras de viaje, que enfrentaron peligros e incertidumbres durante los últimos disturbios en Jartum, Sudán, la primera misión de las Hermanas Misioneras Combonianas desde 1872 hasta hoy.

El 15 de abril estalló repentinamente la violencia entre las milicias de Darfur y el ejército del gobierno de Jartum. La embajada italiana rápidamente envió un aviso a las monjas para que permanecieran adentro, lejos de ventanas y puertas. Inicialmente, esperaban que la violencia se detuviera pronto, pero continuó sin cesar durante días. La casa de las Hermanas fue rodeada por milicias de Darfur y no pudieron salir. Se cortó la electricidad y se escucharon fuertes disparos por todas partes.

La situación era grave, pero la embajada italiana les ofreció la posibilidad de salir de Sudán, con la condición de que se encontraran en la residencia del embajador antes de ir al aeropuerto el 23 de abril. Tres hermanas decidieron aceptar la oferta y se fueron, pero las otras hermanas y sus compañeros misioneros prefirieron esperar.

La violencia continuó, incluido el cierre de hospitales y la Maternidad de Santa María (centro de maternidad) para evitar que las milicias se apoderaran de ellos en beneficio propio. Las Hermanas de la “Escuela de Hermanas” estaban atrapadas en casa, sin posibilidad de llegar a otra comunidad. La “Escuela de Hermanas” en el edificio de gobierno donde estuvo y está presente el conflicto de manera muy fuerte. Solo después de diez largos días, las Hermanas salieron con las manos en alto y se dirigieron a una comunidad más segura.

A pesar del peligro y la incertidumbre, las Hermanas se mantuvieron resueltas. Se animaron mutuamente y, tras muchas dificultades, consiguieron salir de Jartum hacia Omdurman el 25 de abril. Incluso allí, la situación estaba lejos de ser ideal, pero se sentían un poco más seguros. Con gran esfuerzo y valentía, continuaron hacia la frontera egipcia, junto con las Hermanas Misioneras de la Caridad (conocidas como las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta) y con dos familias que deseaban llegar a Egipto.

Su viaje no fue fácil, pero estaban decididos a llegar a su destino. Perseveraron en condiciones difíciles, pero al mismo tiempo conocieron personas que les mostraron su solidaridad de una manera sencilla. Las Hermanas no pueden olvidar la presencia del Nuncio de Egipto que durante varios días acompañó y esperó en la frontera la llegada del grupo presente en el autobús que partía de Omdurman.

Su historia es testimonio de la fuerza del Espíritu y de la fuerza de la oración de las Misioneras y de tantos amigos y conocidos que acompañaron el éxodo de estas Hermanas y familias hacia la frontera con Egipto.

Para concluir, quiero expresar, a pesar del sufrimiento de dejar al pueblo sudanés, mi admiración y agradecimiento a estas mujeres por el servicio prestado a este pueblo hasta el final. Son una inspiración para todos y nos recuerdan que ante el peligro y los momentos más oscuros, siempre hay esperanza.

por Hna. Inma Cuesta, smc

150 aniversario de la Homilía de Jartum

Este año se celebra el 150 aniversario de la Homilía de Jartum, que Daniel Comboni pronunció en árabe el día de su “entrada solemne” en la diócesis sudanesa, rodeado de tanta gente que, como él mismo escribió: “la capilla, los pórticos y el patio de la misión estaban llenos de ellos”. Corría el año 1873 y el intrépido misionero acababa de regresar a Jartum…

Por: Hna. María Teresa Ratti, smc
Publicado en Comboniane.org

11 de mayo de 1873 – 11 de mayo de 2023

Por fin y para siempre

Corría el año 1873 y el intrépido misionero acababa de regresar a Jartum (4 de mayo) tras un largo viaje que había comenzado en El Cairo el 26 de enero. Así escribía al Card. Alessandro Barnabò, Prefecto de Propaganda fide, al día siguiente de la fiesta de entrada: “A los noventa y ocho (98) días de mi partida de El Cairo, llegué finalmente con la gran expedición a Jartum. No le puedo expresar con palabras los sufrimientos, las incomodidades, las fatigas, como tampoco las ayudas y las gracias del cielo, ni las vicisitudes, en fin, de esta peligrosa y difícil peregrinación. Los Smos. Corazones de Jesús y María, que fueron incesantemente el dulce y suave argumento de nuestras esperanzas y plegarias, nos han salvado de todos los peligros, y protegido a todos y cada uno de los miembros de nuestra considerable caravana, especialmente en el arduo y terrible recorrido por el gran Desierto de Atmur, en el que durante más de trece días, desde las doce del mediodía hasta las cuatro de la tarde, tuvimos 58 grados Réaumur (72,5 grados Celsius) y en los que cabalgamos sobre los camellos de dieciséis a diecisiete horas diarias; pese a lo cual el 4 de los corrientes todos llegamos sanos y salvos a Jartum”.

El poder inagotable de un sueño

El anuncio del Evangelio en el corazón de África era un sueño que Propaganda Fide había cultivado desde que el Papa Gregorio XVI creó el Vicariato de África Central con un Breve de 3 de abril de 1846. A lo largo de casi tres décadas, innumerables e incansables testigos del Evangelio se habían ido incorporando, paso a paso, a la gran aventura, la mayoría con el don total de sus vidas.

Daniel Comboni había pasado por última vez por Jartum en 1859, procedente de la misión de la Santa Cruz y de camino a Italia para recuperar fuerzas físicas. Entre el primer viaje del joven sacerdote del Instituto de Mazza al corazón de África (1857-1858) y su sexto viaje (1872-1873) todo en él había estado marcado por un crecimiento en la conciencia y en la dedicación a la causa a la que se había consagrado a los veinte años.

Seguro de que Dios le había llamado a predicar el Evangelio en África, no se rindió ante los obstáculos de diversa índole, y con el acontecimiento de gracia que fue la inspiración del Plan para la Regeneración de África con África (Roma, Basílica de San Pedro, 15 de septiembre de 1864) el hijo de Limone sul Garda persiguió el sueño codiciado con el corazón de un enamorado en constante búsqueda de su Amada.

En mayo de 1873, Comboni regresó a Jartum como Provicario Apostólico. Con este nombramiento, el Papa Pío IX le había confiado la responsabilidad pastoral de África Central (11 de junio de 1872). En Jartum, Comboni fue recibido con gran entusiasmo, y en su primera Carta Pastoral no dejó de responder con igual generosidad. “Estoy muy contento, oh amados, de encontrarme por fin de vuelta a vosotros después de tantos acontecimientos angustiosos y tantos suspiros sin aliento”, así comienza la Homilía. El nuevo provicario relee su historia a la luz del “primer amor de mi juventud” por el que -“ahora se cumplen dieciséis años”- se había separado de lo que le era más querido en el mundo, sus dos ancianos padres. Debido a su “mala salud” se había visto obligado a abandonar Sudán, pero en seguida afirma: “Me fui para obedecer; pero entre vosotros dejé mi corazón, y habiéndome recuperado como a Dios le plugo, mis pensamientos y mis pasos fueron siempre para vosotros”.

No podía haber elegido un incipit mejor, y ahora se encuentra de nuevo allí, donde había dejado lo que, con la llamada de Dios, se había convertido en lo más querido para él: “Y hoy por fin recupero mi corazón volviendo entre vosotros”.

Un nuevo Moisés para el Evangelio

Una de las figuras bíblicas que destaca en este itinerario es la de Moisés, con quien Comboni puede presumir de haber compartido una misma experiencia mística. Ambos sintieron los latidos del Corazón de Dios respondiendo a los gemidos del Pueblo oprimido, y ambos se implicaron personalmente en el acompañamiento del Pueblo que les había sido confiado hacia una vida libre y plena. La intervención divina en la vida personal de Moisés y Comboni marca el paso de su unión con el Pueblo que recibieron en herencia.

“Vuelvo entre vosotros para nunca más dejar de ser vuestro”, es el destino del líder que se siente ahora parte del Pueblo que debe conducir. En aquel feliz mayo de 1873, Daniel Comboni acababa de cumplir 42 años, y sostenido por la energía apostólico-martírica que le caracterizaba, bien podía decir: “Hago causa común con cada uno de vosotros”. De ahora en adelante, nada ni nadie le disuadirá de su propósito, porque “el más feliz de mis días será cuando pueda dar la vida por vosotros”.

Como Moisés, también Comboni tendrá que enfrentarse a los fuertes poderes de la época, y no se acobarda: “No ignoro la gravedad de la carga que llevo” y acepta su misión vistiendo la túnica de “pastor, maestro y médico”. Esta investidura le hace capaz de afrontar la vida sin reservas: “Día y noche, sol y lluvia, me encontraréis igualmente y siempre dispuesto para vuestras necesidades espirituales”. Sabe, sin embargo, que no está solo, porque “todos me ayudaréis a llevar esta carga con gozo y alegría en el nombre de Dios”.

Pastor y Pueblo caminarán juntos, y la “Reina de la Negritud como Madre amorosa” velará por ellos. Pasarían pocos meses cuando, en El Obeid, en la región de Kordofán, el 14 de septiembre de 1873, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, Comboni consagraría solemnemente el Vicariato de África Central al Sagrado Corazón de Jesús. Esto es lo que escribió en la Carta Pastoral publicada en preparación del acontecimiento: “Confiamos en que este auspicioso acontecimiento, a la vez que producirá en todos vosotros un aumento de fe y de amor, abrirá nuevos caminos de salud para el gran pueblo de la Negritud Interior, al que más amamos”.

Un legado para atesorar, siempre

Daniel Comboni vivió contribuyendo de manera única a la realización de un gran sueño eclesial. A lo largo de los años, el anuncio del Evangelio en Sudán, como en toda África, se ha convertido en una experiencia acogida, vivida y compartida.

En el año en que celebramos el 150 aniversario de la Homilía de Jartum, ¿qué dice Daniel Comboni al Pueblo de Dios con la invitación a “recuperar” su/nuestro corazón?

¿Qué dice Comboni al amado Pueblo de Sudán, sobre el que se ciernen hoy enormes sufrimientos y profundas incertidumbres?

¿Qué dice Comboni a la Iglesia en Sudán hoy, un árbol floreciente de frutos, que ha sostenido el crecimiento de muchas comunidades cristianas, y ha abrazado el camino de sus muchos pueblos, credos y culturas?

¿Qué dice Comboni a la Familia Comboniana, en estas primeras semanas después de la Pascua de 2023, cuando la precipitación de los acontecimientos debida al repentino estallido de violencia impone opciones llenas de sufrimiento y de obligado desapego?

Son preguntas que hay que afrontar, porque éste es el sentido profundo de una celebración jubilar. Las palabras que la Hna. Anne Marie Quigg, Superiora General de las Hermanas Misioneras Combonianas, compartió con todas las comunidades de la Congregación en los últimos días de abril de 2023 pueden servir de orientación y apoyo: “Hermanas, nuestra presencia como Iglesia en Sudán ahora sigue siendo muy pequeña. (…) Intentamos vivir estos acontecimientos con el mismo fuerte sentido de Dios que caracterizó a nuestro Padre y Fundador San Daniel Comboni. El sueño del retorno no se desvanecerá nunca”.

Seguramente, la Homilía de Jartum seguirá marcando el paso, para mantener alta la llama de la pasión misionera que San Daniele Comboni nos dejó como un precioso legado. Siempre.

Texto íntegro de la homilía en español