Archives abril 2023

Consejo General de los combonianos: Carta de solidaridad con Sudán

Los Misioneros Combonianos seguimos con mucha angustia los episodios de violencia que se han desarrollado en Jartum y en muchas más ciudades de todo Sudán desde el pasado sábado 15 de abril. Entendemos que las dos facciones han montado una retórica de confrontación y alimentando la desconfianza mutua durante mucho tiempo, y lamentamos ver que una vez más la voz del armamento pesado parece hacer añicos todas las voces que piden diálogo y reconciliación.

Hemos seguido los tristes acontecimientos de estos días a través de las noticias que nos llegan de nuestros hermanos, las combonianas y algunos laicos de Jartum y de otros lugares, y lamentamos mucho la angustia que se está causando a los civiles y a muchos miembros del personal de la Iglesia, especialmente cuando cientos de escolares tuvieron que permanecer atrapados en sus escuelas temiendo por sus vidas. Damos gracias a Dios que, según sabemos, más tarde lograron llegar a sus hogares de manera segura.

Queremos asegurarles a todos, pastores del Pueblo de Dios y a toda la Iglesia Católica en Sudán, nuestra oración a Dios Todopoderoso, para que en todo Sudán se ponga fin a la violencia y se llegue a soluciones pacíficas. La paz es el único camino a seguir. Pidamos al Señor que consuele a todo el pueblo de Dios que sufre y que se ha visto afectado por el conflicto.

Encomendamos a la Divina Misericordia el país de Sudán, que es la tierra de nuestro querido padre y fundador san Daniel Comboni, y renovamos nuestra oración: «Jesús, en ti confío».

Consejo General de los Misioneros Combonianos, en comunión
con el Superior Provincial y el Consejo de los Misioneros Combonianos en Sudán

Roma, 18 de abril de 2023

Golpe de Estado en Sudán

Tras días de escalada de tensiones entre el ejército sudanés y los paramilitares de las Fuerzas de Intervención Rápida (Rsf), la capital de Sudán está sitiada entre bombardeos. Los combates estallaron el sábado 15 de abril y parece que en el resto del país tampoco hay tregua.

Fuentes misioneras contactadas por la Agencia Fides confirman que la situación es dramática y muy delicada. El número de muertos y heridos entre la población civil sigue aumentando y los hospitales de Jartum han alcanzado su capacidad máxima. Hasta la fecha se han registrado un centenar de muertos y miles de heridos.

Según la información recibida, el sindicato de médicos ha hecho un llamamiento para que se respete la neutralidad de los hospitales, después de que el centro médico de la universidad, situado en el sur de la capital, resultara gravemente dañado. También ha perdido la vida una médica que había intervenido para prestar ayuda en el aeropuerto. Se ha declarado la emergencia en todos los hospitales de la capital y se ha hecho un llamamiento para que los médicos y el personal sanitario acudan a sus centros.

En Jartum, en particular, los combates son feroces en los alrededores del palacio presidencial y por el control de los puentes sobre el Nilo, principales arterias de conexión entre las distintas zonas de la capital. Entre las numerosas noticias e imágenes que llegan, no todas se pueden verificar. La televisión estatal ha dejado de emitir, el personal ha sido evacuado tras el comienzo de los enfrentamientos el sábado por la mañana. Faltan electricidad y agua potable y la población está atrapada en sus casas. Los dos generales golpistas, Buhan y Hamidati, que se habían aliado para bloquear el traspaso de poder a un gobierno civil, están ahora en guerra entre sí, bloqueando el proceso democrático. Ha habido muchos llamamientos al alto el fuego, entre ellos los de las fuerzas políticas de la Coalición del Cambio, que instan a volver a la mesa de negociaciones «porque la guerra no tendrá vencedores, sino sólo vencidos».

Una delegación de la Unión Africana está intentando llegar a Jartum para entrevistarse directamente con los dos generales. Los jefes de la diplomacia de Arabia Saudí y los Emiratos se han puesto en contacto telefónico con los dos generales. La FAO ha anunciado el cierre de todas sus actividades humanitarias en Sudán tras el asesinato de los tres funcionarios de la organización internacional.

El papa Francisco también ha hecho un sentido llamamiento tras recitar el Regina Coeli el domingo 16 de abril. «Sigo con preocupación los acontecimientos que están teniendo lugar en Sudán. Estoy cerca del pueblo sudanés, ya tan probado, e invito a rezar para que se depongan las armas y prevalezca el diálogo, para retomar juntos el camino de la paz y de la concordia».

Aunque la población había salido a la calle el 11 de abril para celebrar la caída de la dictadura en 2019, la situación ha degenerado en vísperas de la firma de un acuerdo entre las autoridades gobernantes, los militares y las fuerzas de la sociedad civil para un gobierno de transición hacia las elecciones de 2024.

La situación también se ha precipitado en otras ciudades importantes del país, sobre todo en la región occidental sudanesa de Darfur, atormentada desde hace meses por las milicias conocidas como los «demonios a caballo», responsables ya del genocidio cometido en 2003.

Agencia Fides
Foto: COMBONI PRESS

¡Levántate! ¡Resucita!

Toda vocación es una resurrección, un levantarse de la mano de Cristo resucitado, para caminar, para seguirle por los caminos de la vida que son los mismos de la misión.

Por: P. Manuel Augusto Lopes Ferreira, mccj

En la serie de reflexiones que viene haciendo durante sus audiencias generales de los miércoles sobre la evangelización, el Papa Francisco ha ido actualizando el vocabulario y la gramática de la misión cristiana en el mundo de hoy. En una de estas primeras reflexiones, el Papa habla del contexto que hace fructificar la misión y se refiere a él como pasión: “La pasión de evangelizar… porque evangelizar es una pasión que lo abarca todo, la mente, el corazón, las manos… toda la persona está implicada en el anuncio del Evangelio, y por eso hablamos de pasión.”

Hay un dinamismo de alternancia que alimenta, como una corriente espiritual, esta pasión: “Jesús -recuerda el Papa- designó a los apóstoles para que estuvieran con él y para enviarlos. Dos cosas: estar con él y enviarlos a predicar… esto puede parecer contradictorio… se podría decir: o una cosa o la otra, o estar con él o enviarlos. Pero no, para Jesús, no hay ser sin ir y no hay ir sin ser”. No hay ir sin ser, porque el anuncio nace del encuentro con el Señor. Por otro lado, no hay ser sin ir, porque “el seguimiento de Cristo no es algo íntimo: sin anuncio, sin servicio, sin misión, la relación con Jesús no crece.”

Al comienzo de este mes de abril, entramos en la Semana Santa y celebramos la Pascua (el 9 de abril). Al renovar las promesas de nuestro Bautismo, la liturgia de la noche de Pascua nos hace entrar en este dinamismo de estar con Jesús y de ser enviados: el encuentro con el Resucitado nos hace salir de nuestras postraciones y de nuestros miedos, nos pone en camino con Cristo que, en el monte de la misión (el mismo monte de su Ascensión, como nos muestra el Evangelio de Mateo) nos envía: “Id por todo el mundo. Yo estoy con vosotros todos los días” (28,16-20).

La celebración de la Pascua nos hace recuperar este dinamismo de estar con Cristo y de ir con Él, y nos ayuda a releer en clave pascual la vocación de los discípulos y nuestra propia llamada. La palabra a subrayar es levantarse, palabra que tiene una fuerte resonancia pascual. Es Dios Padre quien se la dice primero a Jesús, que murió y descendió a nuestra muerte para llevarnos con él al Padre: “¡Levántate, tú eres mi Hijo!”. Esta palabra del Padre, que Jesús escucha en su muerte y guarda en su corazón de Hijo, resucita a Jesús y nos resucita con él. Después, es Jesús quien pronuncia esta palabra en muchos de los signos (milagros) que realiza para poner a la gente en camino, para llamar a sus discípulos y llevarlos con él en este movimiento pascual, de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la cárcel a la libertad, de las frustraciones a la plenitud de vida.

La Iglesia relee estos relatos de la llamada de los primeros apóstoles y discípulos en clave pascual, porque contienen el modelo y el secreto de toda vocación, en todo tiempo y lugar. En estos relatos leemos que los llamados resucitaron inmediatamente y siguieron al Señor: la palabra que aparece (resucitar) es la misma que se utiliza para hablar de la resurrección (el verbo griego egeiro). Es una palabra de Vida que nos hace superar miedos y parálisis, inhibiciones que nos mantienen prisioneros de nosotros mismos y de nuestros fantasmas.

Toda llamada del Señor, toda vocación es una resurrección, un levantarse de la mano de Cristo resucitado, para caminar, para seguirle por los caminos de la vida que son los mismos que los de la misión, porque, como concluye Francisco, tú y yo en esta vida somos una misión. 

Ordenación sacerdotal del comboniano Byron José Valverde Arce en Costa Rica

Lunes, 27 de marzo 2023
La parroquia Patriarca San José, en la provincia de Heredia, Costa Rica, se vio de fiesta con la Ordenación sacerdotal de uno de sus hijos, el diácono Byron José Valverde Arce, este 25 de marzo, en la Solemnidad de la Anunciación. La parroquia se movió a este evento único, en una semana de animación y oración luego también de haber celebrado a su Santo Patrón, San José.

Byron fue ordenado sacerdote por manos de Mons. Vittorino Girardi, misionero comboniano, obispo emérito de la Diócesis de Tilarán-Liberia. Junto a su familia, amigos y bienhechores, los misioneros combonianos de la Provincia de Centro América (PCA) le acompañamos con nuestra presencia física y espiritual. Con la alegría propia de esta celebración, Mons. Vittorino instó a Byron a seguir dando su sí a la misión, a la entrega y al servicio, bajo el ejemplo de María, la esclava del Señor. Nos unimos todos a estas palabras dadas al nuevo sacerdote.

Habiendo ingresado al Postulantado en Sagrada Familia en 2011, Byron José ha transcurrido su formación en su país de origen, en el Noviciado de Xochimilco (México) y el Escolasticado de Nápoles (Italia). Realizó su servicio misionero en la parroquia de San Luis, Petén (Guatemala), donde realizó sus votos perpetuos y diaconado.

Mons. Vittorino Girardi (a la derecha) y P. Byron José (al centro)

La alegría de formarse como misionero

Testimonio de Didier Alonso Bermúdez, novicio comboniano

Cuéntanos de ti

Mi nombre es Didier Alonso Bermúdez Usuga, tengo 29 años, nací en Apartadó, Antioquia, Colombia. Hijo de Pedro Luis Bermúdez Jaramillo, asesinado por los paramilitares y Rosalba Usuga, el menor de 3 hermanos. Hice mis sacramentos en la parroquia de mi barrio San Francisco de Asís, donde crecí frecuentando siempre la santa misa y demás sacramentos, participé de diferentes grupos apostólicos como la infancia misionera, legión de María infantil, grupo juvenil, fui catequista por varios años. Todo ello ayudó a madurar mi fe.

¿Por qué te llamó la atención nuestro instituto misionero?

Conocí los misioneros combonianos gracias a un padre de mi diócesis de Apartadó, el padre Alberto Domicó. Al ver mi entusiasmo misionero me propuso entrar a una comunidad religiosa misionera. El padre Alberto me dio dos números de teléfono para ponerme en contacto con dos comunidades; en la primera que llame no me contestaron y el segundo número era de los misioneros combonianos quienes me contestaron. Allí, empecé mi discernimiento con el padre Martin Bolaños quien me ayudó a conocer a San Daniel Comboni y el instituto.

Cuando visité por primera vez el seminario del postulantado en Medellín, fue de mucho impacto para mí el recibimiento, la acogida, sencillez y apertura del P. Martín Bolaños y del P. Mateo Téllez. Estuve de misión en la Semana Santa del 2018 con los dos padres combonianos junto a otros aspirantes, lo cual me motivó aún más para ingresar. En junio ingresé al seminario comboniano e inicié mis estudios en la CRC (Conferencia de Religiosos de Colombia), conociendo otras comunidades religiosas y la gran riqueza que hay dentro de la Iglesia.

En el año 2019 inicié la filosofía en la Universidad Católica Luis Amigó de esta ciudad donde era el único religioso en las clases de filosofía e inglés. Eso era muy llamativo para los demás y para mí, y el compartir con ellos enriqueció mucho mi vocación.

La pastoral la realicé en la parroquia San Alberto Hurtado de nuestro barrio y el sector la Huerta, donde pude trabajar con alegría y empeño especialmente con los jóvenes. También colaboré en el comedor Emanuel, que le da alimentos todos los días a los habitantes de calle.

¿Cómo es tu vida ahora que estás en el noviciado de México?

El noviciado ha sido una etapa única. El vivir con otros hermanos de distintas nacionalidades, el encontrarme conmigo mismo y con Cristo, el profundizar mi vida de fe y oración, mi confianza en el Señor, el paso de Dios por mi vida ha sido maravilloso, lo cual agradezco todos los días. El conocer y profundizar la vida de San Daniel Comboni, el amor al Instituto, al cual reconozco como mi gran familia misionera, el tener un ritmo de vida dentro del noviciado, con sus espacios para crecer como persona y como cristiano y poder así amar y donarme con alegría a la misión. El padre maestro y su socio son dos grandes amigos que me han ayudado mucho en mi caminar y discernimiento vocacional hacia la vida misionera comboniana.

Algo que también ha marcado mi vida dentro del noviciado han sido las dos experiencias que propone el itinerario formativo. La experiencia de comunidad la hice en el Oasis, lugar de reposo para sacerdotes y hermanos ancianos y enfermos de nuestro Instituto, en Guadalajara, México, donde viví con otros hermanos ya consagrados y ancianos, escuchando sus experiencias vividas que me motivaron mucho a seguir las huellas de Cristo Buen Pastor.

La otra experiencia fue en las montañas de Guerrero, en Metlatónoc, México, entre los mixtecos. Fue un desafío grande aprender algunas palabras en mixteco, además de su cultura, sus tradiciones y su alimentación. Fue una experiencia que me motivó mucho a decir “sí Señor, aquí estoy, envíame a mí”. Creo que la apertura, la alegría y el amor abre toda puerta y derriba toda barrera, y eso permite poder llegar a los niños, jóvenes, familias y ancianos, aunque no te entiendan en español, eso motiva y abre corazones.

El noviciado ha representado para mí un tiempo de gracia y bendición en el cual Dios ha pasado por mi vida y ha hecho grandes cosas. No dejo de reconocer siempre la intercesión y la ayuda de la Santísima Virgen María y la motivación de San Daniel Comboni, que frente a las cruces de cada día sentía el amor de Dios que lo acompañaba en cada momento y circunstancia.

¿Cuáles han sido tus dificultades, logros y desafíos a lo largo de todo este proceso?

Yo no lo llamaría dificultades sino purificaciones; momentos en los cuales Dios me ha hecho más fuerte y valiente en la fe, la perseverancia y la confianza. Un reto y logro ha sido la vida comunitaria. Aquí en el noviciado hay hermanos de diferentes nacionalidades. Ahora somos 16. Es un reto y logro vivir en comunidad reconociendo al otro como mi hermano que me ayuda a crecer.

Mi desafío es seguir respondiendo al Señor con generosidad, entrega, amor y fidelidad, darlo todo en cada momento, con cada persona y vivir con alegría y sencillez el amor de Cristo. Deseo ser un misionero comboniano y promover mucho las vocaciones para el Instituto, en especial en Colombia.

¿Cuál es tu mensaje a los jóvenes?

Los invito a darse esta experiencia, porque estas experiencias con el Señor Jesús es mejor vivirlas y no que nos las cuenten, y si leen y conocen a San Daniel Comboni, se van a enamorar mucho más de Jesús y de la misión. Todo joven que esté pensando y tenga ciertos miedos a responderle al Señor lo invito a que dé una respuesta, que dé pasos firmes a la llamada de Cristo, porque yo no me arrepiento de haberle dicho sí al Señor. Por el contrario, me siento muy contento, feliz y decidido a seguir, porque en la misión encontramos el rostro de Cristo sufriente.

Entrevistó: P. Luis Alfredo Pulido Alvarado. Iglesia sin Fronteras

“El que corre rápido, corre solo”

P. Aldrin Janito, mccj. Desde Manila, Filipinas.

Soy el P. Aldrin Janito, uno de los primeros combonianos filipinos. Fui ordenado sacerdote el 7 de junio de 1999. Después de mi ordenación, fui promotor vocacional desde 1999 hasta 2003. Fui destinado a las misiones de Sololo, diócesis de Marsabit, en Kenia, de 2003 a 2004. Este servicio misionero de dos años marcó mi vida tras ser testigo de la matanza de mi pueblo keniano, que en su mayoría eran líderes religiosos y jóvenes. Fue una experiencia horrible, pero no acabó con mi espíritu misionero. Mi último destino fue Sudáfrica, donde pasé 16 apasionantes años en dos parroquias, Waterval y Acornhoek.
Servir en estas dos parroquias como sacerdote no fue fácil. Algunos de los retos a los que me enfrenté fueron el culto ancestral, los diversos idiomas que se hablan en la zona, el crecimiento espiritual y el compromiso eclesial de los jóvenes durante y después de la pandemia del COVID-19, la deficiente prestación de servicios por parte del gobierno local, el abuso desenfrenado del alcohol y las drogas, la delincuencia, como el robo, los embarazos en la adolescencia, la escasa alfabetización, el VIH/SIDA y el desempleo.
Como parroquia, intentamos abordar estos problemas acuciantes utilizando alternativas, como la catequesis itinerante (llegar a la gente allí donde esté), la educación complementaria y los servicios de tutoría después de la escuela, el grupo de apoyo al VIH/SIDA, la creación de orfanatos y centros de acogida, la promoción del ecumenismo con otras sectas e iglesias locales, la escuela dominical, etcétera.
Como administrador de estas parroquias, aprendí a escuchar y a ejercer la paciencia. Como dice un refrán swahili, “hara haraka haona baraka”, que significa que el que corre rápido corre solo. El espíritu de “Ubuntu”, de trabajar junto con la gente, es esencial. Un misionero que aprende varios idiomas sin conocer la cultura local y las costumbres de la gente corre el riesgo de convertirse en un idiota.
Mi participación en el Año Comboniano en Roma, Italia (2013-2014) fortaleció y renovó mi espíritu misionero en Limone, Italia, hogar de nuestro fundador y padre, San Daniel Comboni.
Volver a casa para servir a Filipinas, en mi delegación de origen como nuevo animador misionero, es divertido y desafiante. Como postulantes, aprendimos este servicio de nuestros anteriores formadores, los Padres Alberto Silva y Victor Dias. Básicamente consiste en compartir la propia experiencia misionera con la gente, para estimular el interés, y levantar su espíritu apoyando y sosteniendo la misión de Cristo, cerca y lejos; y difundir la revista World Mission en todas las parroquias de Manila como instrumento de formación de la conciencia misionera. Lo que me hizo feliz fue encontrar colaboradores y voluntarios misioneros que, desde hace varios años, trabajan con nosotros, compartiendo libremente su tiempo, su talento y sus tesoros.