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La Misión continúa

La vocación se define como servicio a los demás, sobre todo a los más pobres, según el Evangelio de Cristo. La Palabra es el lugar del encuentro con Dios, desde donde Él sigue invitando a los jóvenes a colaborar con el anuncio de su amor misericordioso.

Por: Esc. Yonatan Patiño, mccj

Me encuentro en una etapa formativa en donde Cristo me invita a responder y a vivir con mayor responsabilidad y compromiso mi vocación misionera. Aún como seminarista, sigo enriqueciendo mi formación con experiencias muy valiosas que me han marcado ahora y durante etapas anteriores, y que me preparan para ejercer un ministerio de amor.

Las etapas que ya concluí son: seminario menor, propedéutico, postulantado y noviciado. Además, en cada una ha crecido mi vocación, gracias a la Palabra y al mensaje de Jesús que, en el pasado y presente, han tenido la misma esencia y fundamento: el amor.

Ahora bien, desde mi experiencia, puedo decir que para el joven que vive el amor de Dios, la misión se convierte en un espacio para escuchar a los demás.

Al preguntarme: ¿qué llamado estoy viviendo, el mío o del pueblo? Es claro, el Padre me responde que mi vocación se orienta a la misión de anunciar el amor de Jesús a su pueblo, en especial a «los más pobres y abandonados», como diría nuestro fundador san Daniel Comboni.

Como joven misionero re-conozco cómo Dios me llama a vivir la alegría del amor. En este sentido, las experiencias misioneras se convierten en un espacio de discernimiento para mi vocación, entendida como un proceso de diálogo con el Señor para seguir optando por su estilo de vida. En esta relación personal con Dios voy comprendiendo que Él camina conmigo y me da luces para continuar en la vida religiosa misionera y culminar con la ordenación sacerdotal, por mencionar dos cuestiones elementales en mi llamado.

La realidad, iluminada por el Padre, es la ventana para atender su voluntad desde cualquier estado de vida, desde algún oficio que se desempeñe para llevar el pan a la mesa, hasta alguna otra misión apostólica.

El proyecto de Dios entraña la misión de dar a conocer su amor a cada hombre y mujer, y que pone en el corazón de toda misión al amor y atención al prójimo; así, el servicio se convierte en el medio para escuchar el llamado que nos conduce a experimentar a Dios en la alegría de nuestro corazón.

En pleno siglo XXI, la misión necesita vocaciones que «se jueguen el todo por el todo» por Cristo y que deseen llevar la Buena Nueva a quienes aún no la conocen. Por ello, nuestra Iglesia necesita de manos jóvenes que tengan la inquietud de colaborar y que vivan la alegría del amor. Asimismo, requiere de muchachos que, al optar por la vida consagrada, compartan el mensaje y vida de fe en tierras de misión; ahí donde hay tantos que esperan una palabra de esperanza, una luz que guíe su camino y su vida.
Por tanto, estimado lector, si en tus manos está la idea de ser misionero y sientes que Jesús te invita a ser mensajero del Evangelio, no temas. Sé valiente y responde al llamado que Dios te hace. Recuerda: «la cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos» (cf Mt 9,37) y tú puedes ser uno de ellos. Así podrás continuar su misión aquí en la tierra: dar testimonio del amor que nos dejó, liberando a tantos de toda esclavitud.

Domingo XXI ordinario. Año B

¿También ustedes quieren irse?

Año B – Tiempo Ordinario – 21º domingo
Juan 6,60-69: “¿También ustedes quieren irse?”

“Muchos discípulos de Jesús que lo habían oído decían: “¡Es dura esta enseñanza! ¿Quién puede aceptarla?”. Dándose cuenta de que sus discípulos murmuraban, Jesús les preguntó: “¿Esto los escandaliza? Entonces, ¿qué sucederá cuando vean al Hijo del Hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es el que da vida la carne de nada ayuda. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Pero hay algunos entre ustedes que se niegan a creer”. Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y añadió: ”Por esto les he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre”.

Desde ese momento, muchos de sus discípulos lo abandonaron y no andaban más con él. Entonces Jesús preguntó a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le contestó: “Señor, ¿a quién iremos? ¡Tú tienes palabras de vida eterna! Nosotros hemos creído y reconocido que tú eres el Santo de Dios”.

Parece que la historia de nuestra relación con Dios se repite siempre. En el Antiguo Testamento Josue interpeló al pueblo de Israel llamándolo a dar una respuesta a la pregunta si querían estar con el Señor o preferían irse a adorar a los ídolos que iban encontrando en su camino a la tierra prometida.

En aquella ocasión la respuesta fue el reconocimiento de Dios como el Señor de Israel, quien los había sacado de la esclavitud y les había permitido tomar posesión de la tierra que hacía de ellos un pueblo, el pueblo de Dios.

En el texto del Evangelio, muchos discípulos se fueron alejando de Jesús, porque les parecía que su propuesta era demasiado exigente. Era una dura enseñanza que seguramente implicaba un estilo de vida distinto a lo que estaban acostumbrados.

Quienes empezaban a conocer a Jesús de cerca se iban dando cuenta de que su enseñanza no era una simple adaptación de la ley o la atenuación o relajamiento de algunas de las costumbres y tradiciones que se habían consolidado en la experiencia religiosa de su tiempo.

El anuncio de la llegada del Reino, como la novedad traída por Jesús, implicaba un cambio radical de vida en donde lo más importante no era agradar y complacer a Dios, sino vivir de Dios poniéndolo en el centro de la vida.

La enseñanza de Jesús se iba haciendo clara, sobre todo, a través del ejemplo de su vida, de la coherencia entre lo que decía y lo que vivía, del amor por su Padre que se traducía en amor por los hermanos.

Jesús hablaba con su vida y actuaba en fidelidad y consecuencia a cada una de sus palabras.

Jesús era una persona sin doblez en la cual se manifestaba, sin necesidad de muchas explicaciones, la presencia de Dios en él. Y su testimonio se convertía en invitación a seguir sus pasos para compartir con él la vida.

Hoy, esa historia se convierte en nuestra historia y Jesús nos hace la misma pregunta que hizo a sus discípulos. ¿También ustedes quieren irse? ¿También a ustedes les parece demasiado dura esta enseñanza?

Para muchos de nuestros contemporáneos parece que la respuesta es afirmativa.

Vemos a muchas personas que iniciaron su vida como discípulos de Jesús, pero poco a poco se han ido enfriando y han ido dejando que su corazón se apoderara o se llenara de otros intereses.

Jesús empezó a ser incómodo porque nos pide tiempo para estar con él, porque nos invita a organizar nuestra vida poniendo como cimientos los valores del evangelio, porque nos pone el ejemplo con su entrega y dedicación a los más necesitados, porque no se echa para atrás ante el sacrificio y la donación de sí mismo, de su vida, para que otros tengan vida.

Hay muchas personas que se alejan de la Iglesia y de Jesús porque les parece que se les exige vivir una moral y una coherencia de vida que desentona con lo que propone nuestra sociedad actual. Es demasiado y ¿por qué habría que renunciar a la comodidad y al confort que hemos logrado?

Por otra parte, es triste ver cuántos jóvenes hoy, después de haber cumplido con los sacramentos de la iniciación, se quedan a la entrada de su experiencia de fe porque en las universidades les cambiaron el chip y les hicieron creer que la fe es algo que ha quedado en el pasado.

Hay muchos cristianos, y entre ellos seguramente también algunos de nosotros, que en el momento de dar prueba de nuestra confianza en el Señor nos hemos acobardado y preferimos ser discípulos desde la retaguardia, en donde no estemos muy expuestos y en donde no se nos pidan muchos sacrificios.

Preferimos ser los discípulos que aparecen sólo en las grandes ocasiones o que marcar presencia en bodas, quince años o en algunos funerales.

Hay discípulos que están, sin estar verdaderamente, que se han acercado al Señor, pero que no se han atrevido a quedarse porque resulta más confortable acomodarse a un mundo en donde cada uno va creando y respondiendo a sus necesidades.

Son los discípulos que se van sin hacer mucho ruido, porque en realidad nunca han entrado.

¿También ustedes quieren irse? Esta es la pregunta de Jesús a cada uno de nosotros, pero, tal vez, lo que necesitamos interrogarnos es ¿por qué queremos quedarnos?

¿Qué es lo que encontramos en Jesús que nos impide abandonarlo? ¿Qué nos ofrece que no podamos encontrar en otra parte?

Pedro se nos adelantó dando una respuesta que no está cargada de explicaciones ni de grandes motivaciones. Simplemente dejó que su corazón hablara para mostrar que en Jesús había encontrado lo que más profundamente anhelaba.

Deseaba vivir plenamente, deseaba descubrirse como hijo de Dios; soñaba encontrar una palabra que respondiera a la necesidad de otra Palabra, de aquella Palabra que se había hecho carne para ser presencia de Dios entre nosotros.

¿A quién más se podría ir, cuando a través de muchos signos y prodigios, pero sobre todo, a través de una presencia cercana, de una vida compartida, Jesús se  había manifestado como el Mesías, el único capaz de terminar con los miedos y desconfianzas?

Jesús era y sigue siendo la Palabra que nos comunica la vida eterna, que nos hace salir de nuestros mundos estrechos y nos abre al amor verdadero y solidario con todos nuestros hermanos.

¿A quién iremos Señor? Es la pregunta que no deberíamos eludir. ¿A quién iremos si queremos respuestas que nos abran espacios de vida? ¿A quién iremos si buscamos vivir como discípulos tuyos?

¿A quién iremos si sólo tú tienes palabras de vida eterna?

Enrique Sánchez G. Mccj 082524


21º Domingo del Tiempo Ordinario (B)
Juan 6,60-69: “Señor, ¿a quién iremos?”
¡EL DÍA DEL GRAN ESCÁNDALO!

Hemos llegado al final del capítulo 6 del evangelio de Juan, que hemos escuchado durante cinco domingos, interrumpiendo la lectura del evangelio de Marcos, prevista por el calendario litúrgico de este año. El pasaje de hoy nos presenta la reacción de los discípulos de Jesús al discurso que él acababa de concluir en la sinagoga de Cafarnaúm, al día siguiente del milagro de la multiplicación de los cinco panes y dos peces. Ya no se habla de la multitud o de los judíos, sino del grupo de discípulos que toman posición frente a la afirmación de Jesús de ser el Pan/Palabra y el Pan/comida y bebida descendido del cielo.

El pasaje se divide en dos partes. En la primera, encontramos al grupo de sus seguidores que murmura: “¡Este lenguaje es duro! ¿Quién puede escucharlo?”. Estos discípulos se escandalizan y deciden marcharse. En la segunda parte del texto, Jesús interpela al grupo de los Doce, preguntándoles: “¿También vosotros queréis iros?”. San Pedro se convierte en el portavoz del grupo y responde: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios”.

Este es un momento dramático de crisis en el ministerio de Jesús, que corresponde al de su fracaso en Nazaret, reportado por los tres evangelios sinópticos. Allí Jesús había reaccionado con asombro, aquí con amargura. ¡No creamos que Jesús fuera indiferente o insensible a las reacciones de sus oyentes! Él también experimentó todos nuestros sentimientos. En este caso, podemos pensar que sintió tristeza, frustración y amargura por la cerrazón de corazón de los oyentes.

¿Qué decir de los Doce? Es la primera vez que aparece el grupo en el evangelio de Juan. Quizás ni siquiera ellos entendieron mucho y una mezcla de pensamientos y sentimientos llenó de confusión sus mentes y sus corazones. Pedro habla aquí por primera vez y con su profesión de fe ayuda al grupo a recuperar la cohesión. Pero nada será como antes. Además de la incredulidad y el abandono de muchos, ahora flota sobre el grupo la negra nube del anuncio de una traición.

Puntos de reflexión

1. “¡Elegid hoy a quién servir!” Hay momentos en que estamos obligados a tomar una decisión y a jugar nuestra vida. “¡Elegid hoy a quién servir!”, dice Josué a las doce tribus reunidas en Siquem (Josué 24, primera lectura). “¿También vosotros queréis iros?”, pregunta Jesús a los Doce. Nosotros, lamentablemente, a veces tendemos a posponer nuestras decisiones y a avanzar con un pie en dos zapatos, tratando de mantener abiertas todas las posibilidades. ¡Pero quien quiera salvar su vida, la perderá!

2. “¡Aunque todos te abandonen, yo nunca te abandonaré!” Llama la atención el hecho de que Jesús esté dispuesto a dejar ir incluso al grupo de los Doce y a retomar la misión solo. Solo, pero sólido. En el momento supremo dirá: “Me dejaréis solo; pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Juan 16,32).
En este momento histórico en que la fe cristiana ya no goza del consenso social, cuando se cumple, una vez más, la palabra del evangelio: “Muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él”, necesitamos cristianos sinceros y generosos como Pedro. Dios quiera que, a pesar de la aguda conciencia de nuestra fragilidad, podamos decir como él, en un arranque de confianza simple como la de un niño: “¡Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré!” (Mateo 26,33).

P. Manuel João Pereira Correia, mccj

Para la reflexión completa: comboni2000.org

Ha muerto el P. Moschetta

Fecha de nacimiento: 02/09/1935
Lugar de nacimiento: Ferra di Soligo (Vi. V.)/I
Votos temporales: 01/05/1959
Votos perpetuos: 10/06/1962
Fecha de ordenación: 28/06/1959
Llegada a México: 1960
Fecha de fallecimiento: 24/08/2024
Lugar de fallecimiento: San José / Costa Rica

El sábado 24 de agosto falleció en San José, la capital de Costa Rica, el P. José Moschetta, misionero comboniano que pasó cerca de 20 años en México y más de 40 en Centroamérica. En total, 65 años de vida misionera en América.

El P. José nació en Ferra di Soligo, en la diócesis italiana de Vittorio Veneto, el 2 de septiembre de 1935. Hizo sus primeros votos el 1 de mayo de 1959 y fue ordenado sacerdote el 28 de junio del mismo año (venía del seminario diocesano) por Mons. Albino Luciani, que más tarde sería elegido Papa (Juan Pablo I). Pocos meses después de su ordenación fue destinado a México, donde pasó casi 20 años. Trabajó varios años en La Paz y luego fue destinado a Xochimilco, a trabajar en la formación de jóvenes seminaristas. Buena parte de los combonianos mexicanos fueron sus formandos.

Cuando la Provincia de México decidió abrir una presencia en Centroamérica, en 1979, concretamente en Costa Rica, el P. José fue uno de los primeros en ser destinado a la nueva misión. Desde entonces, ha permanecido siempre en este país centroamericano, salvo un corto período de tiempo en Guatemala. En 1990 Las comunidades combonianas de Centroamérica pasaron a ser Delegación y, en 2014, Provincia.

El P. José había tenido problemas de salud, concretamente una hemorragia cerebral que mermó mucho su actividad, pero nunca perdió la sonrisa ni la dulce humanidad por la que era muy querido y apreciado por sus hermanos. Gran conocedor de las Escrituras, trabajó comentando la Palabra de Dios en Radio María.

El pasado mes de junio celebró los 65 años de sacerdocio y el 24 de agosto el Señor lo llamó a su Reino, donde podrá descansar de todo el trabajo y el amor dedicado a la misión y a la formación de misioneros. Descansa en Paz, P. José.


En Memoria del P. José Moschetta

Acabábamos de ingresar al Postulantado de los Misioneros Combonianos en Xochimilco, Ciudad de México, era una tarde calurosa de trabajo en los campos, cuando llegó, después de haber trabajado en Baja California Sur, el P. José Moschetta.

Sabíamos que iba a ser nuestro formador, pero no lo conocíamos. Bajó del carro que lo traía del Aeropuerto, dejó su maleta, se quitó la camisa, se amarró un pañuelo en la cabeza, pidió un azadón, y se puso a trabajar con nosotros en el campo.

Fue mi primera impresión e imagen del P. Moschetta. Había dejado una huella en los corazones de los Bajacalifornianos, por su entusiasmo y dedicación a la evangelización.

Pronto descubrimos en el él, a una persona sencilla, franca, y sabia. Fue siempre claro y firme en sus decisiones. Humano, fraterno y sencillo en el trato personal.

No sólo fue el superior de la comunidad, sino también formador y director espiritual.

En la primera Navidad que pasábamos en el Seminario, compró libros religiosos de muchos autores. Y nos dio a escoger uno. Su sapiencia se reflejaba hasta en esos detalles.

Los fines de semana buscaba días misionales dentro y fuera de la ciudad, y no le importaba predicar 10 o 12 misas un domingo y después conducir su WV sedán, de regreso a casa, a veces hasta cinco horas, cuando eran los día misionales en Veracruz o en Michoacán. Siempre rezando el rosario y contando anécdotas de su vida en Baja California.

Tenía un don de gentes y por donde pasaba hacía amigos; sacerdotes o laicos, todos los querían.

Su parecido físico con el entonces Presidente de México, Luis Echeverria, hacía que lo confundieran con él. En una ocasión en una función de Gala de las Damas Combonianas, a su entrada en el cine, le aplaudieron, iba vestido con una guayabera, y él, sin inmutarse, agradeció levantando la mano como lo hacía el presidente. Tenía sentido del humor.

Cuando estábamos en el Noviciado, no dejó de interesarse por nosotros y delante de un problema con el Padre Maestro de Novicios de inmediato intervino para que se arreglaran las cosas.

Estando en el Escolasticado de Paris, nos visitó interesándose en nuestro progreso, en nuestra formación teológica.

Siempre lo recordaré como un amigo, maestro y padre. Humano, sabio y santo.

P. Sergio Valdivia


Carta del Grupo Jornadistas de La Paz, donde el P. Moschetti trabajó varios años

Hace ya un poco más de 50 años, un grupo entusiasta de jóvenes paceñas y paceños, malos para cantar, nos reuníamos en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de La Paz, BCS. Tal grupo de desentonados se hacía llamar orgullosamente “Grupo Jornadistas”, en extensión a su pertenencia al Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana.

Este montón de juventud  estaba compuesto por Amalia Estrada, Linda Moreno, Pina Hirales, Nacho Campoy y Dora, Sergio Carrillo, Mery Romero, Raúl Mendoza, Renato Mendoza y Marta Arrambidez, Guillermo y Antonieta, Francisco y Lorena, Ana Rosa Luján (Machi),Isabel Padilla, Bachi González, Emma Valle (Titina), Chabelita González, B. Alicia Santiesteban (Babi),Vicky Tamayo, Lupita y Maru Anguiano, Keny Talamantes, Teresita González, Antonita Zempoalteca, Cuquita, Sánchez, Amado Heredia, Miguel Angel Soria, Miguel ngel solís, Alfonso Sánchez, Mario Macías, Norma Mendoza Francisco Mendoza, Ma. Elena González, Lupita Castañeda, Adonai Taylor, Manuel Salvador Armando Higuera, Vicki, Rosalina y Linda Morales,Rosa Ma. Landa, Irma Duarte, Toño Ortiz, Humberto, Carmen y Chayo zumaya, Andrés Jimenez, Chiquis Garciglia, Melucha, Minerva López Cinco, Mery Cruz, Frida Peralta, Luz del Carmen  Guluarte, Alberto Garabita, Socorro López, Juanita Geraldo,Sofía Navarro, Marta de Landa, Fidel Macías, Maria Rico de los Reyes, Lulu Anguiano, Amado Heredia, Daniel Vaqueiro, y el que esto escribe y recuerda. Así como Otros compañeros de Jornadas: Chayito López, Carlos Riva Palacio q.e.p.d., Carlos Sandoval q.e.p.d., Lucila Guluarte, Lupita Moreno, Esperanza Landa, Elvira Jiménez, Carolina (Caro), Conchita González, Santa, ….y tantos y tantos, de todo el Estado, que es difícil recordar.

El Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana. Lo organizaban los misioneros combonianos, como los PP, José Moschetta, y Antonio Marrochi, y el Hno. Arsenio Ferrari, entre, otros. Así también colaboraban con ellos un grupo de religiosas perteneciente a diferentes congregaciones.

Sin lugar a dudas estas experiencias tempranas de acercamiento a Dios y lecciones de vida cristiana fueron un hito en la vida de cada uno de nosotros, integrantes afortunados, del Grupo Jornadistas.
Así, sentimos profunda pena al saber que ha muerto el querido P. José Moschetta.

El sábado 24 de agosto falleció en San José, la capital de Costa Rica, nuestro maestro y jovial mentor que pasó cerca de 20 años en México y más de 40 en Centroamérica. En total, 65 años de vida misionera en América.

Sí, vamos extrañar la comunicación epistolar, mantenida por él con nosotros por más de 30 años, cada fin de año recibíamos noticias de su trabajo pastoral y buenos deseos de año nuevo.
Descanse en Paz buen formador de misioneros y ciudadanos, padre José Moschetta, tus alumnos: Grupo Jornadistas de La Paz, BCS no te olvidará.

Desde La Paz: Francisco López Gutiérrez,
“Grupo Jornadistas” de La Paz
Bioeticacotidiana.blogspot.com

Asamblea Provincial de los Misioneros Combonianos de México

Del 20 al 22 de agosto los Misioneros Combonianos de México se encontraron en la casa provincial de Xochimilco para participar en la Asamblea Provincial anual. Dicha Asamblea estuvo precedida por una semana de ejercicios espirituales en los que participaron un buen grupo de los miembros de la Provincia.

Los ejercicios espirituales fueron animados por el P. Jorge Ochoa, misionero comboniano mexicano que actualmente trabaja en los Estados Unidos. Una vez terminados y tras dos días de descanso, comenzó la Asamblea Provincial, en la que participaron cerca de 40 combonianos.

Formación permanente sobre “La cultura del cuidado y del autocuidado”

El primer día estuvo dedicado por completo a la formación permanente, con el tema “la salud integral del misionero”. Fue una jornada muy rica y apreciada por todos. En ella la Maestra Wanda Marissa Rodríguez, teóloga y psicopedagoga, nos ayudó a comprender mejor la importancia de la “cultura del autocuidado”, tanto en el cuerpo como en la mente y en el espíritu. La salud corporal, la emocional, la espiritual y la comunitaria son fundamentales para poder tener una vida y un ministerio felices. El participante más joven de la asamblea tenía 28 años, y el más anciano 88, lo que indica lo diversa que es nuestra Provincia, sin tener en cuenta la internacionalidad, que va creciendo poco a poco.

Eucaristía presidida por Mons. Andrés Vargas, obispo de Xochimilco

Concluyó la primera jornada con una Eucaristía presidida por Mons. Andrés Vargas Peña, obispo de Xochimilco, que aceptó con gusto compartir un momento con nosotros, como ya es habitual en él y al que estamos muy agradecidos por el cariño que nos tiene. En su homilía Mons. Andrés habló de San Bernardo Abad (era la memoria litúrgica) y de San Daniel Comboni, destacando en ellos la pasión que se tradujo en acción. Nos invitó a trabajar siempre en comunión, tanto con las culturas como con las Iglesias locales: los sacerdotes, religiosos y religiosas y los laicos. Citando el documento de Aparecida, el obispo insistió en que “la comunión es misionera y no hay misión sin comunión”.

Presentación de nuestra economía

La mañana del segundo día estuvo dedicada por completo a reflexionar sobre la situación económica de la Provincia, presentada por parte del Ecónomo Provincial y del Secretariado de la Economía. Ya en la tarde, abordamos el Plan Sexenal que se había elaborado en la asamblea del año pasado, para evaluar cómo y de qué manera se está implementando, tanto a nivel personal como de los secretariados. A esta segunda jornada le dimos también un carácter festivo con un momento de convivencia fraterna después de la cena, con juegos, cantos y mucho humor.

Tiempo de convivencia fraterna y festiva en la noche del segundo día

El tercer y último día lo dedicamos a concretizar propuestas según lo que los diferentes sectores reflexionaron entorno al Plan Sexenal. El Consejo Provincial, con una visión amplia de todos los aspectos de la vida de la Provincia, compartió cómo ve la marcha de la Provincia y del Plan Sexenal.

Ceremonia de envío y conclusión de la Asamblea

La Asamblea concluyó con una misa de acción de gracias presidida por el Superior Provincial, P. Rafael Güitrón, en la que se celebró el rito de bendición y envío a los que parten a la misión y a un pequeño grupo de seminaristas que, dejando a sus familias, parten para ingresar en nuestro seminario de Sahuayo.

P. Ismael Piñón, mccj

30 años de la Casa de Animación Misionera de los Combonianos en Costa Rica

comboni.org

La Animación Misionera al estilo comboniano –que comenzó desde una oficina alquilada en San José, y luego desde el Postulantado, hasta que se compró la nueva casa– fue entonces una novedad en la Arquidiócesis de San José, el corazón de la Iglesia Católica en Costa Rica.

Para iniciar la fiesta de los 30 años de apertura del CAM, el pasado 12 de agosto, los Combonianos fueran a celebrar la Eucaristía a los pies de “La Negrita”, patrona de Costa Rica, en la Catedral de Cartago. “Así nos hemos puesto bajo la protección de nuestra Madre del Cielo –escribe el superior de la Provincia de Centro América (PCA), P. Juan Diego Calderón Vargas–. Queríamos peregrinar a sus pies para afianzar nuestro testimonio de comunión misionera en Costa Rica, y el de toda la Familia Comboniana.”

El domingo siguiente, el 18 de agosto, se daba continuación a la fiesta con la celebración de la Eucaristía de acción de gracias, presidida por el Obispo Auxiliar, Mons. Daniel Blanco, en el Santuario Nacional Dulce Nombre de Jesús. En la celebración estaban presentes también el Mons. Vittorino Girardi, mccj, entre otros Combonianos, Combonianas, Laicos Combonianos (LMC) y un buen número de amigos y bienhechores.

En la ocasión también se inauguró una exposición de más de treinta “banners” sobre la vida de Comboni y de los Misioneros Combonianos en el mundo. “Esta exposición ha dado más sentido a la celebración de este día –dijo el P. Juan Diego– y servirá también para dar a conocer en las parroquias nuestro ser misioneros y la labor de los Misioneros Combonianos en todo el mundo. Así dimos gracias a Dios por los 30 años del CAM, por los 45 de presencia comboniana en Costa Rica, y por los frutos de nuestro servicio misionero.”

Y añadió: “La comunidad comboniana del CAM trabajó con esmero para celebrar este aniversario. Queremos aprovechar esta ocasión para agradecer a cada uno de ellos, y a todos los combonianos que han trabajado en el CAM, por su celo misionero y también a todos los bienhechores, amigos y la comunidad local que han colaborado con nosotros durante estos treinta años que hoy celebramos. Nuestra celebración puso una vez más en evidencia que el carisma comboniano pertenece a toda la Iglesia, y su novedad sigue contagiando a todos por igual.”

Panamá: Obispos de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe analizarán crisis migratoria en países de frontera

Obispos y agentes de la Pastoral de Movilidad Humana de las Conferencias Episcopales de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, se reunirán del 19 al 22 de agosto en Ciudad de Panamá, para analizar la situación migratoria en la región y comprometerse con acciones que favorezcan la dignidad humana de la población migrante.

 Adn-CELAM

El evento que se realizará en la Casa de Retiro Espiritual Monte Alverna, tendrá como lema: “Caminando Junto al Migrante y Refugiado”. Además, estará orientado por el mensaje del Papa Francisco, para la 110 Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2024, con el tema “Dios camina con su pueblo”; que se conmemorará el domingo 29 de septiembre del presente año.

Garantizar los derechos de los migrantes y refugiados

De acuerdo a lo dicho por el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, anfitrión de esta reunión, este será un espacio de oración y reflexión, donde se hará seguimiento al trabajo de acompañamiento a los migrantes y refugiados, por lo que advirtió que todo se encuentra dispuesto para recibir a quienes participarán de este evento eclesial.

Así también, el prelado destacó que para la Iglesia católica en el continente es urgente, por lo complejo de la crisis migratoria, tener un acompañamiento articulado, con criterios claros para la acción pastoral, respetando las normativas de los países receptores, pero sobre todo velando para que se garanticen los derechos humanos de la persona migrante y refugiada.

Celebración eucarística

Como invitado especial desde Roma, estará presente el cardenal Jesuita Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, quien presidirá el martes 20 de agosto, a las 5:30 de la tarde, la celebración eucaristía en la Catedral Basílica Santa María la Antigua.

En esta línea, según lo señala una nota de prensa de la Conferencia Episcopal de Panamá, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ofreció su apoyo solidario, con el fin de dar una participación más amplia en estos espacios de reflexión y debate, que permita dar una respuesta de mayor alcance a los desafíos pastorales que plantea hoy el fenómeno migratorio en la región.

Estarán al frente del desarrollo de este encuentro la Organización de Observatorio Socio-Pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y El Caribe; la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Panameña y la Arquidiócesis de Panamá.