La ONU proclama un segundo decenio de los afrodescendientes

OHCHR

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, acogió con satisfacción la proclamación del Segundo Decenio Internacional de los Afrodescendientes por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas ayer, 17 de diciembre. El nuevo decenio, que comenzará en 2025, se basará en los avances de los últimos diez años para promover los derechos humanos de los afrodescendientes en todo el mundo.

“La justicia racial exige una acción colectiva. Para garantizar los plenos derechos y libertades de las personas de ascendencia africana, los Estados y todos nosotros debemos hacer frente de manera eficaz a los legados de la esclavitud y el colonialismo, desmantelar el racismo sistémico y ofrecer justicia reparadora. Necesitamos acciones audaces para lograr un cambio real”, afirmó el Alto Comisionado.

Como coordinador del Decenio Internacional, Türk señaló que otro objetivo importante es la elaboración y adopción de un proyecto de declaración de las Naciones Unidas sobre el respeto, la protección y el cumplimiento de los derechos humanos de los afrodescendientes.

Durante el primer Decenio Internacional, a pesar de los desafíos persistentes, más de 30 países cambiaron sus leyes y políticas para combatir la discriminación racial y abordar cuestiones específicas que enfrentan las personas de ascendencia africana, en algunos casos por primera vez. Se creó el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas sobre los Afrodescendientes, así como Días Internacionales para celebrar las contribuciones de las personas de ascendencia africana, incluidas las mujeres y las niñas.

Un liderazgo firme, voluntad política y mayores recursos financieros y humanos son fundamentales para alcanzar los objetivos finales del Decenio de reconocimiento, justicia y desarrollo para los afrodescendientes. También es esencial garantizar su participación significativa en las políticas y decisiones que afectan a sus vidas.

La Oficina de Derechos Humanos de la ONU seguirá trabajando para promover acciones concretas y significativas y para apoyar a las personas de ascendencia africana en la reivindicación de sus derechos humanos. Esto incluye el apoyo a la implementación de la Agenda del Alto Comisionado para un cambio transformador en pro de la justicia y la igualdad raciales, así como a los ocho mecanismos de derechos humanos de la ONU contra el racismo.

Asamblea general y nueva coordinación de los LMC

Del 9 al 15 de diciembre pasado se celebró la VII Asamblea General de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) en la casa comboniana de Maia (Portugal). El lema de la asamblea fue «Todos juntos para la misión». Los 29 participantes -20 LMC y 9 misioneros combonianos- procedían de 16 países de tres continentes: África (9), América (9) y Europa (11). Durante la asamblea fueron elegidos los miembros del nuevo Comité Central que coordinará los LMC durante los próximos seis años.

comboni.org

La mañana del primer día se dedicó a la oración. La misa de apertura estuvo presidida por el Padre Fernando Domingues, Superior Provincial de Portugal. El martes 10 y el viernes 13 se escucharon testimonios online de los LMC que trabajan en comunidades internacionales en Mozambique, Kenia, República Centroafricana, Perú y Brasil. El miércoles 11 tuvo lugar un encuentro online con representantes de los Consejos Generales de la Familia Comboniana. El jueves por la tarde, los participantes peregrinaron al Santuario Mariano de Fátima.

Los principales temas tratados durante la Asamblea fueron: la presentación del camino recorrido por cada grupo de LMC de los diferentes países durante los últimos seis años, y la reflexión y aprobación del estatuto de los LMC, que será presentado al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

Nuevo comité central 2024, elegido en la asamblea de Maia.

El sábado 14 fueron elegidos los miembros del nuevo Comité Central que coordinará los LMC durante los próximos seis años (en la foto, de izquierda a derecha): Flavio Schmidt, de Brasil, Mukami Anne Mutheede, de Kenia, Anna Obyrtacz, de Polonia, y Alberto de la Portilla, de España, que fue reelegido como coordinador general.

Alberto, en el comunicado que dirigió a los LMC y a toda la Familia Comboniana, subrayó las esperanzas que nacen de esta nueva asamblea: «una asamblea que esperamos nos ayude a madurar y profundizar nuestra vocación en todos los rincones del mundo, y a adquirir responsabilidad en nuestro camino de autonomía a todos los niveles».

Evangelizar en Estados Unidos

Isabelle Kahambu Valinande, mc
Desde S. Antonio Texas (EEUU)

Me llamo Isabelle Kahambu Valinande y soy de la República Democrática del Congo. Después de haber trabajado casi 10 años en México, ahora vivo otra misión diferente en San Antonio Texas, Estados Unidos, trabajando con los migrantes. ¡Nunca antes había podido imaginar que un país tan grande y poderoso como Estados Unidos necesitara ser evangelizado!

En mi vida he tenido que afrontar muchos retos, uno de los más grandes ha sido la inserción en una nueva cultura. He tenido que dejar de lado lo mío y acoger costumbres y modos de hacer nuevos. He tenido que empezar de cero, haciéndome “ignorante” para dejarme enseñar y aprender a amar lo desconocido. No ha sido fácil para mí.

Actualmente en los Estados Unidos vivo retos nuevos y situaciones que a veces no entiendo. Trabajo en un centro de acogida de migrantes donde llegan personas de diferentes partes del mundo. El sufrimiento que ellos viven en su periplo, es una realidad que destroza mi corazón. Sólo ellos y Dios saben cómo pueden sobrevivir a tales experiencias. ¡Al escuchar sus historias se te encoge el corazón!

Al conocer sus realidades, experimento una gran dificultad e impotencia, al no poder brindarles la ayuda que ellos necesitan. Sin embargo, el tiempo compartido con ellos, la escucha, la acogida, la sonrisa que les brindo, alientan también mi esperanza. Frente a estas actitudes, ellos también, en confianza, abren sus corazones y comparten sus experiencias. Yo correspondo ofreciendo mis oraciones. Algo bello que me inspira esperanza es el contemplar su persistencia, lucha y determinación en alcanzar sus sueños, lograr una vida mejor para sus familias.

Muchas veces me pregunto, ¿por qué tantas personas deben dejar sus tierras, sus costumbres y arriesgar sus vidas para llegar a un nuevo lugar donde nadie los espera, ni tienen casa ni trabajo? Muchas personas han sido obligadas a dejar todo en sus países a cambio de una seguridad en otro país buscando un trato digno para vivir en paz y empezar una nueva vida. ¿Y qué encuentran? Dificultades, incomprensiones, rechazo… ¡Es muy duro sentirse tratado de ese modo!

He conocido a mucha gente que me reta, diciendo que no hay necesidad de ir en misión a Europa o América o Asia porque ellos lo tienen todo… e incluso me dicen que no estoy en misión, que estoy de paseo por Estados Unidos. Desgraciadamente, muchas veces nos quedamos en las apariencias sin conocer la realidad. La verdadera riqueza no se limita a las cosas materiales, sino que se encuentra en la persona de Cristo que nos ama y dio su vida para salvarnos… y no sólo los países o continentes del Tercer Mundo merecen o necesitan ser evangelizados.

Yo vivo también esas incomprensiones e incoherencias. Sin embargo, mi fuerza para seguir adelante ha sido la oración y el aceptar aprender de los demás. He abrazado esta vida para servir a Cristo a través de los demás. Como congregación internacional, estamos dispuestas a entrar en la realidad del mundo donde nos encontremos, es decir, conocer su cultura, sus costumbres y tradiciones, incluyendo el idioma del lugar, lo que nos permite insertarnos. Todo esto me hace sentir feliz y realizada, y es un impulso para seguir adelante.

Me siento orgullosa y feliz de aportar mi contribución a la evangelización allí donde he ido en misión, de compartir mi riqueza familiar, cultural, diocesana y nacional con otras razas, pueblos, naciones… pero también de aprender de ellos.

He descubierto en mi vida que mientras más se comparte con los demás, más se aprende y se adquieren nuevos conocimientos y existe mayor apertura al mundo. Mi felicidad está en el compartir con lo demás los dones y talentos que Dios me ha regalado, es decir, mi vida.

Peregrinos y misioneros de la esperanza

San Daniel Comboni, gran misionero de África Central, dijo que si tuviera mil vidas, daría éstas por la misión. Ante tantas dificultades, Comboni se dejó guiar, desde muy joven, por el amor y la esperanza que nacen del corazón del Buen Pastor.

Por: P. Wédipo Paixão, mccj

Dicen por ahí que, «tiempos difíciles, forman hombres fuertes»; a eso añadiría: «en tiempos difíciles, vividos con fe, surgen los santos». Del carisma de Comboni, otras tantas vidas han seguido sus pasos y se han entregado «a los más pobres y abandonados». Hoy más que nunca, la misión requiere de nuevas fuerzas; jóvenes entregados a la causa del Evangelio y que testimonien a Jesús al llevar su amor a quienes viven en las periferias de la existencia.

Un dato visible es que los sacerdotes cada vez son menos y están envejeciendo. También es verdad que muchos jóvenes se han alejado de la Iglesia por diversos motivos, entre ellos están la duda, la desconfianza y hasta el rechazo; promovidos por ambientes anticlericales. La esperanza no nos defrauda, porque ponemos nuestra confianza en manos de Dios, quien tiene la «última palabra», y que es Palabra de vida y salvación para todos.

Al iniciar este año jubilar, el papa Francisco nos invita a redescubrir los tesoros de nuestra fe y a renovar nuestra vocación misionera de bautizados. Esta es la noticia que llena de sentido nuestra existencia. La fe nos motiva para enfrentar el mal, como lo hizo Jesús. Así lo han hecho los mártires y los santos que siguieron su ejemplo.

¿Qué haría Cristo en mi lugar? Sin duda, construir puentes y derribar barreras. La misión de la Iglesia construye puentes, no sólo entre las culturas y las naciones, sino también entre las generaciones. Puentes que sobrepasan el tiempo, «porque el amor es más fuerte que la muerte» (Cant 8,6).

Quien ama, entra en una comunión de vida que supera los tiempos y reúne a todos en un solo pueblo, una sola familia y un solo hogar –el corazón de Dios–, en el que moran todos los justos que han sido, son y serán en el cuerpo de Cristo, extendido en las dimensiones del cosmos y de la historia; y en un solo templo, cuyo arquitecto es el Espíritu Santo, impulso del amor.

La misión consiste en transmitir la fe hasta los confines de la tierra. ¿Cómo se hace esto? El papa Francisco escribe: «Esta transmisión de la fe, corazón de la misión de la Iglesia, se realiza por el “contagio” del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan el descubrimiento del sentido y la plenitud de la vida. La propagación de la fe por atracción exige corazones abiertos, dilatados por el amor». En efecto, sólo el amor no conoce límites.

Y éste, es especialmente sensible a las extremas periferias de la fe: los alejados, los indiferentes e incluso los opuestos y contrarios. También a cualquier periferia material o espiritual. He aquí una afirmación tan audaz como certera: «Cualquier pobreza material y espiritual, cualquier discriminación de hermanos y hermanas siempre es consecuencia del rechazo a Dios y a su amor».

Con lenguaje accesible para los jóvenes, el Papa les dice que hoy los confines de la tierra parecen fácilmente «navegables» en el mundo digital. «Sin embargo –observa–, sin el compromiso de nuestras vidas, podremos tener miles de contactos, pero no estaremos nunca inmersos en una verdadera comunión de vida».

Podríamos pensar: ¿Es posible lograr una comunión de vida que rompa puentes y barreras al margen de Dios, de Cristo y de la Iglesia? Quienes lo intentan o lo han intentado sin conocer el Evangelio no están «al margen» divino ni de Cristo ni de la Iglesia. Los mártires y los santos han procurado responder a este llamado de Jesús (cf Lc 9,23-25), no como un asunto más para realizar en la vida.

Por ello, el papa Francisco señala: «Me atrevería a decir que, para un joven que quiere seguir a Cristo, lo esencial es la búsqueda y la adhesión a la propia vocación». Ciertamente, al llamado se responde con la misión, y todo cristiano tiene una encomienda: descubrir y seguir la propia vocación, es de lo más fascinante y transcendente. En ese sentido, y aludiendo a las experiencias de voluntariado y evangelización, el Papa añade que la formación de cada uno de los jóvenes no sólo es una preparación para el éxito profesional, «sino el desarrollo y el cuidado de un don del Señor para servir mejor a los demás».

Seguir al Maestro, significa avanzar por aguas más profundas, donde Él nos pide echar las redes. La novedad del seguimiento de Jesús no radica en quedarse a «las orillas de la vida», sino en «avanzar». Quien transita hacia la otra orilla con Cristo, siempre va al encuentro de otros que ya esperan. Con Jesús nos hacemos mensajeros y peregrinos de la esperanza, pues los pobres y marginados ya están cansados de tantas malas noticias y muchos se encuentran enfermos y desesperados, y por ello gritan: «Señor ,ten compasión de mí».

No cerremos nuestros ojos y oídos ante el clamor de nuestros hermanos, porque en ellos está la voz del Señor que nos dice: ¡ven y sígueme! Al ser peregrinos de esperanza, miramos siempre adelante, teniendo nuestros ojos puestos en Jesús, quien nos invita a mantenernos atentos a los signos de los tiempos.

Joven: ¡También tú puedes ser un peregrino-misionero de la esperanza! Atrévete a entrar en contacto con los Misioneros Combonianos y a vivir una profunda experiencia misionera.

Nuevo Comité Central de los Laicos Misioneros Combonianos

En el marco de la celebración de la VII Asamblea General De los Laicos Misioneros Combonianos que se celebró del 9 al 14 de diciembre en Maia, Portugal, tuvo lugar la elección del nuevo Comité Central que coordinará el Movimiento LMC durante los próximos 6 años.

Los miembros del nuevo Comité Central son (en la foto, de izquierda a derecha): Flavio Schmidt de Brasil, Mukami Anne Mutheede de Kenia, Alberto de la Portilla de España (que continúa como coordinador general) y Anna Obyrtacz de Polonia.

Son muchos los retos que se han planteado en esta Asamblea y que a lo largo de los próximos 6 años habrá que ir dando respuesta con la ayuda y guía del Espíritu.

Como Movimiento LMC España, damos gracias a Dios por el trabajo de esta Asamblea y por la disponibilidad y servicio a la misión del nuevo equipo coordinador. Que el Señor os bendiga.

LMC

“Navidad es Misión”

Mensaje del Consejo General de los Misioneros Combonianos

Queridos hermanos:

Cada vez que llega la Navidad y meditamos este acontecimiento de salvación, nos conmueve la humildad del Hijo de Dios en el pesebre: «Tanto amó Dios al mundo que (nos) entregó a su propio Hijo» (cf. Jn 1, 13-17). Y no lo da a luz en un palacio ni en un suntuoso palacio, ni siquiera en una sencilla morada; elige algo más humilde: un refugio donde, por la noche, se encierran los animales de la familia. Y así, la cuna del Hijo de Dios es un pesebre. Jesús nace pobre y entre los pobres.

Es importante que nosotros, misioneros combonianos, captemos el carácter misionero de la Navidad. El envío del Hijo es la primera gran misión. Este Niño Dios es el primer misionero del Padre. Tres son sus salidas: del Padre, privándose de la gloria divina; de sí mismo («se despoja de sí mismo», «se hace nada», «asume la condición de esclavo» –kénosis– Fil 2,7); y del mundo, para volver -resucitado y victorioso- al Padre, con la intención de llevarnos con Él: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas […] Voy a prepararos un lugar […] Y vendré otra vez y os llevaré conmigo, para que donde yo esté estéis también vosotros» (Jn 14,2-3).

Locura de amor

Este camino de salvación es locamente divino. Y hay que estar “loco” para tomarlo por verdadero. ¡Pero es verdad! Una vez que entras en esa lógica, te sientes proyectado al descubrimiento de la verdad. Inaugurando el Congreso Eclesial de Florencia en septiembre de 2015, el Papa Francisco dijo: ‘Nuestra fe es revolucionaria por un impulso que viene del Espíritu Santo. Debemos seguir este impulso para salir de nosotros mismos, para ser hombres según el Evangelio de Jesús. Toda vida se decide por la capacidad de darse. Es ahí donde se trasciende a sí misma y llega a ser fecunda».

La contemplación de este “niño salido del Padre” es necesaria para la misión.

«En la Palabra de Dios aparece constantemente este dinamismo de “salida” que Dios quiere provocar en los creyentes. Abrahán aceptó la llamada a partir hacia una nueva tierra (cf. Gn 12,1-3). Moisés escuchó la llamada de Dios: “Ve, yo te envío” (Ex 3,10) y condujo al pueblo a la tierra prometida (cf. Ex 3,17). A Jeremías le dijo: “Irás a todos aquellos a quienes yo te envíe” (Jr 1,7). Hoy, en el «id» que Jesús nos dice, están presentes los escenarios y desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos estamos llamados a esta nueva “salida” misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá qué camino le pide el Señor, pero todos estamos invitados a acoger esta llamada: a salir de nuestra propia zona de confort y tener el coraje de llegar a todas las periferias necesitadas de la luz del Evangelio» (Evangelii gaudium, 20).

¡En qué mundo llega!

Este año la Navidad se celebra en estado de guerra. El mundo vive una situación dramática: hay gente destruida, gente asesinada, gente que muere. La violencia se abate sobre hombres y mujeres sepultados bajo los escombros de sus casas, millones de personas desplazadas en sus propios países o refugiadas en las naciones vecinas, ancianos perdidos sin asistencia, niños abrumados en su inocente vida cotidiana.

Muchos de nuestros hermanos están llevando a cabo su misión en situaciones similares. Nuestros pensamientos y oraciones están con ellos.

Y, sin embargo, el Señor Jesús nace de nuevo para nosotros en un mundo tan pobre -por no decir desprovisto- de dignidad. ¿Por qué? Por el misterio del amor de un Dios que, por amor, se hizo niño. Un amor que estamos llamados a «encarnar» en las situaciones que nos toca vivir, testimoniándolo y concretándolo en el compartir, en la participación, en la comunión, en el don, en el servicio.

Sabemos –por experiencia directa– que a menudo es un amor “a alto precio”. Pero como seguidores de Comboni, un “loco” que hizo de la Cruz su «amiga», su «esposa indivisible, eterna y amada, y sapientísima maestra» (Escritos, 1710; 1733), no nos desanimamos, porque creemos que nuestra debilidad revela paradójicamente la omnipotencia de Dios: una omnipotencia que tiene poco poder, por supuesto, porque sólo se manifiesta en nuestra voluntad radical de hacer «causa común», y a cualquier «precio», con las personas entre las que vivimos.

Dejémonos transformar por la Navidad

Nuestro deseo de una Feliz Navidad este año se traduce en una invitación a nosotros mismos y a todos vosotros a dejarnos transformar por el misterio que celebra esta solemnidad.

¿Cómo será nuestra próxima Navidad? Es difícil saberlo. Ciertamente podemos desear que esté marcada por la paz, rica en alegría y presagio de serenidad. Pero también podría ser muy distinta y saber más a establo y pesebre que a cielo. Pero poco importa: lo importante es dejarse transformar por el misterio de la venida del Verbo en la carne (cf. Jn 1,14), pidiendo al Espíritu que nos ayude a «escuchar» esta Palabra, que siempre tendrá la forma del llanto de un recién nacido, y a acoger con fe al Salvador del mundo, que siempre tendrá la fragilidad y la debilidad de un niño.

Cerramos esta carta con un esclarecedor pasaje de Dietrich Bonhœffer, pastor luterano, mártir del nazismo:

«Dios no se avergüenza de la bajeza del hombre, entra en ella. […] Dios ama lo perdido, lo despreciado, lo insignificante, lo marginado, débil y afligido. Donde los hombres dicen «perdido», Él dice «salvado». […] Donde los hombres apartan indiferente o altaneramente la mirada, allí pone él su mirada llena de incomparable amor ardiente. Donde los hombres dicen «despreciable», allí Dios exclama «bendito». Allí donde en nuestra vida hemos llegado a una situación en la que sólo podemos avergonzarnos ante nosotros mismos y ante Dios, […] allí mismo Dios se hace cercano, como nunca antes: es allí donde Dios quiere irrumpir en nuestra vida, es allí donde muestra su cercanía, para que comprendamos el milagro de su amor, de su cercanía y de su gracia».

Pidamos a María que nos ayude a acoger a Jesús como lo acogió ella, y a su hijo pidamos la gracia de dejarnos transformar por su venida.

Para todos ustedes nuestros mejores deseos de una Feliz Navidad.

El Consejo General

Imagen: Navidad Mística, de Sandro Botticelli.
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