La responsabilidad de formar hermanos misioneros

Por: Hno. Jean Marie Mwamba Kabaya
desde Nairobi (Kenia)

MND

El 18 de octubre de 2023 llegué a Nairobi para comenzar mi servicio como formador en el Centro Internacional de Hermanos, última etapa formativa para aquellos jóvenes misioneros combonianos que deciden consagrarse para la Misión como hermanos y no como sacerdotes. Conozco la capital keniana porque me formé en esta misma comunidad y, además, en 2015 obtuve aquí mi doctorado en Filosofía. Aunque no es la primera vez que la congregación me pide este servicio –ya he sido formador de postulantes en Togo y en mi país, la República Democrática del Congo–, antes de venir amplié mis estudios en este campo en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.

Para este curso, seremos 14 miembros en la comunidad, uno más que el año pasado. En 2024 estamos celebrando los 50 años de la llegada de los primeros misioneros combonianos a Kenia y, por primera vez, tendremos en nuestra comunidad un hermano misionero de este país, lo que consideramos una feliz coincidencia. Además de los siete hermanos misioneros y los dos formadores –el Hno. Christophe Yata, de Togo, y yo–, nuestra comunidad acoge a cinco escolásticos, jóvenes combonianos candidatos al sacerdocio que acaban de llegar a Kenia y están aprendiendo inglés. En total, en la comunidad están representadas ocho nacionalidades. 

Nuestra vida comunitaria está bastante bien estructurada. De lunes a viernes todos estudian. Mientras que los escolásticos avanzan con el idioma, los hermanos siguen sus clases en el Instituto de Ministerialidad Social de la Universidad Tangaza, situada a unos 30 minutos en coche de nuestra casa. Las tardes las dedicamos al trabajo manual, las catequesis y el estudio. No faltan los momentos para el deporte, los encuentros festivos o el ensayo de cantos, todo ello intercalado con los imprescindibles tiempos para la oración. Todos los días tenemos la eucaristía a las siete y media de la mañana, que celebra algún sacerdote de la casa provincial, situada junto a la nuestra.

Tenemos un gallinero, criamos conejos y cultivamos un pequeño huerto. Desde que llegué, nunca hemos comprado legumbres porque las producimos nosotros. Aunque la congregación aporta el 80 % de nuestro presupuesto, con estas actividades y mi pequeño salario de profesor intentamos cubrir el resto. Además de su valor económico, estas tareas ayudan a los hermanos a comprender el valor del trabajo y la necesidad de comprometerse en proyectos de autofinanciación para que luego, cuando sean enviados a la misión, hagan lo propio con la gente.

Los fines de semana están dedicados al apostolado. Nos dividimos en tres grupos. Unos van a la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, muy cerca de nuestra casa; otros a nuestra parroquia comboniana de Kariobangi; y los últimos a la barriada de Kibera, también próxima a la comunidad. En las dos primeras, los hermanos y los escolásticos acompañan a los grupos infantiles y juveniles, mientras que en Kibera colaboramos con una ONG que distribuye alimentos y otras ayudas de emergencia entre las familias más pobres. Yo suelo acompañar a los chicos a Kibera, donde tantas personas viven hacinadas en condiciones muy difíciles.

Entre mis responsabilidades como formador está la de preparar las catequesis, lo que me obliga a estar siempre en una actitud de búsqueda y de formación permanente. También hago el seguimiento formativo de los jóvenes y al menos una vez al mes me encuentro con cada uno de ellos. Me alegra que abran su corazón y me cuenten sus dificultades, algo que, a la vez, me interpela a ser coherente en mi vida misionera. Soy consciente de la confianza que la congregación ha puesto en mí, por lo que intento responder lo mejor que puedo, a pesar de mis límites personales. Trato de aplicar lo que me enseñó un profesor sobre este proceso: saber cuándo hay que estar próximo a los jóvenes y cuándo distanciarse y dejarlos caminar solos.

Mi mayor alegría como formador y educador es ver que las personas a las que has acompañado tienen éxito en la vida. Llevo muy poco tiempo en Nairobi, pero en mi país he vivido experiencias muy bonitas, como cuando antiguos postulantes que ahora son sacerdotes me impusieron las manos después de su primera misa en señal de bendición. Da mucha alegría ver cómo jóvenes que llegan a las casas de formación con dificultades con la lengua y muy poco conocimiento de lo que significa la vida consagrada y comunitaria, poco a poco van madurando humana y espiritualmente.

Por otro lado, mi mayor sufrimiento como formador es tener que decirle a un joven que regrese a casa. En la Universidad Pontificia Salesiana nos decían que debemos saber tomar decisiones, por duras que sean las circunstancias. Cuesta escribir un informe negativo de alguien, porque cada persona es un misterio y nunca estás seguro al cien por cien de tu parecer. Estoy contento, aunque también un poco preocupado por la disminución de vocaciones misioneras de hermanos en nuestro instituto. Rezo para que el Señor siga enviando vocaciones santas y capaces de hermanos para la Misión.

En la imagen superior, el Hno. Jean Marie, tercero por la izquierda, con un grupo de postulantes combonianos en su graduación en Kisangani (RDC). Fotografía: Hno. Jean Marie Mwamba Kabaya.

Un amor que nos impulsa a conocer y saber amar

Ilaria y Federica, LMC
Desde Carapira, Mozambique

Estamos aquí de nuevo para daros noticias y compartir, con vosotros, este último tiempo. Durante estos meses, desgraciadamente, nos resulta difícil responder a todos vuestros mensajes (que son muchos), debido a acontecimientos imprevistos, pero todo esto forma parte de estar en misión y vivirla plenamente, hasta el último momento de cada día.

La última vez, os contamos la pena de despedirnos del Padre Jaider, el padre comboniano, que partió urgentemente hacia su tierra natal, debido a repetidas enfermedades.

Pues bien, el mismo día, exactamente un mes después de su partida (de nuevo el 5, pero de julio), la comunidad de los Padres Combonianos fue golpeada de nuevo por una terrible noticia. Mientras esperábamos para acoger a un hermano comboniano de vuelta de sus vacaciones en su tierra natal, recibimos la noticia de su muerte durante la noche, el mismo día en que debía reunirse con nosotros.

A día de hoy, la comunidad comboniana sólo está formada por un padre y un estudiante de teología. Han sido meses difíciles, intensos, llenos de obstáculos, pero incluso en este tiempo, la infinita misericordia y bondad de Dios no ha cesado de obrar maravillas y de darnos la fuerza para afrontar este tiempo y seguir mirando hacia un horizonte cada vez más alto junto a estos hermanos y hermanas nuestros. De hecho, ha sido precisamente en este tiempo de fatiga, de fragilidad, cuando el Señor nos ha unido aún más como comunidad con los padres, como familia comboniana, y nunca hemos dejado de sentir que el Señor nos guiaba. Es precisamente en la fragilidad donde al Señor le gusta trabajar, si dejamos siempre todo en sus manos y nos confiamos a su Gracia.  Como dice una mujer sabia que camina con nosotros: «construye con los que quieren construir y avanza siempre con la alegría que viene del Señor»; son palabras verdaderas, porque cuanto más dejamos todo en manos del Señor, más construye Él.

En estos nuestros primeros seis meses en Mozambique, no han faltado las dificultades y los obstáculos, y en algunos casos no han sido fáciles de superar, sobre todo los surgidos de las personas más cercanas a nosotros, pero realmente sólo con la ayuda del Señor, con vuestra presencia, con vuestro haceros oír, y con la ayuda de la gente, hemos conseguido mantener siempre viva en nuestros corazones, la alegría, la paz y la esperanza, para seguir abrazando esta maravillosa tierra, rica en belleza pero al mismo tiempo con muchas contradicciones.

Cada día, la gente de Macua nos enseña y nos da la alegría de compartir nuestras vidas con ellos. Durante este tiempo, también hemos vivido momentos inesperados y enriquecedores, como la visita del consejo general de las hermanas combonianas y, a principios de agosto, también la de los padres del consejo general comboniano. Cuánta Gracia hemos recibido, inesperada y enriquecedora…

Dentro de nuestros corazones, se abren sueños más grandes con horizontes más amplios que parten de la escucha de la realidad en la que estamos insertos; todo esto sabemos con certeza que con nuestras solas fuerzas, no podremos lograrlo.

Durante este tiempo, hemos tratado de permanecer siempre un paso por detrás para observar y tratar de entender cuáles son las principales necesidades de esta tierra y hacerles realmente protagonistas de su historia y de su tierra. Esta es nuestra misión: crear relaciones verdaderas y auténticas, tender puentes, crear una red. 

Somos extraordinariamente felices a pesar de algunas dificultades y alguna malaria que nos azota (las dos estamos a 2), pero la alegría, la esperanza, la pasión y el amor que sentimos por esta tierra es un impulso que nos mueve cada día a seguir sembrando y construyendo. También os seguimos dando las gracias a todos y cada uno de vosotros, porque vuestra presencia, cercanía y ayuda son combustible para seguir ilusionándonos y creciendo, para poder construir un futuro mejor junto a estas personas, y para sentirnos todos peregrinos de la esperanza en un mundo mejor, donde todas las personas tengan derecho a vivir una vida digna.

Todos somos misión y nosotras, con todos vosotros, nos sentimos como en familia.

Un abrazo desde el fondo de nuestros corazones. Seguimos rezando por todos vosotros y vosotras también, seguid rezando por nosotras.

Con amor, profundo aprecio y gratitud.

Ila y Fede, LMC

Nuevo obispo comboniano en Centroáfrica

Esta mañana se hizo público el nombramiento por parte del papa Francisco del P. Víctor Hugo Castillo Matarrita, misionero comboniano, como nuevo obispo de Kaga-Bandoro, en la República Centroafricana. El P. Víctor Hugo era hasta ahora el Superior de la Delegación de los Combonianos en Centroáfrica.

El P. Víctor Hugo nació el 19 de marzo de 1963 en Mansión, en la diócesis de Tiarán, Costa Rica. Ingresó en la Congregación de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús en su país natal e hizo su primera profesión religiosa el 7 de mayo de 1988 en el entonces noviciado de Sahuayo, México. Realizó sus estudios teológicos en el escolasticado internacional que entonces los Misioneros Combonianos tenían en París y fue ordenado sacerdote el 8 de agosto de 1992 en Costa Rica.

Su primer trabajo como misionero lo desempeñó en la República Centroafricana, como párroco en Grimari, entre 1993 y 1998. De 1998 a 2001 fue formador y superior en el postulantado de los Combonianos en Bangui, la capital del país. En 2002 fue elegido Superior Provincial de los Combonianos en Centroáfrica y presidente de la Conferencia de Superiores Mayores del país.

En 2008 regresó a Costa Rica para ser formador de postulantes en San José. En 2013 fue elegido Superior Provincial de los Combonianos en Centroamérica, cargo que ejerció hasta el 2020, en que fue nombrado responsable de la comunidad de estudiantes de los Combonianos en Roma. El 1 de enero de 2023 fue elegido nuevamente Superior de la Delegación de los Combonianos en Centroáfrica, cargo que ejercía hasta su nombramiento como obispo de Kaga-Bandoro el 5 de septiembre de 2024.

Fiesta Parroquial en San José de Comalapa

El pasado domingo, 1 de septiembre, la parroquia San José de Comalapa, en la que trabajan los Misioneros Combonianos desde hace casi diez años, celebró el XXXII aniversario de su erección. Participaron en la fiesta los numerosos grupos y movimientos de la parroquia, así como las 47 comunidades parroquiales que dan vida y sentido a la comunidad en la vivencia de la fe.

El P. Rodrigo Ariza Catarino, misionero comboniano y párroco de San José de Comalapa, afirmó al periódico diocesano Buena Noticia que se sentía contento de llevar la Palabra de Dios a esta zona. “Me siento feliz porque es ahí donde Dios nos ha puesto y es a donde anunciamos a Jesucristo, tanto como personas con el ministerio sacerdotal y, vocación misionera ya que intentamos vivir ahí nuestro carisma que es: ir a los más pobres y abandonados que, esa zona no es que estén pobres y abandonados pero sí en necesidad de fortalecer la iglesia… para nosotros esa es la Misión”.

Asamblea Continental de Hermanos Combonianos en África

La Asamblea Continental de los Hermanos Misioneros Combonianos se llevó a cabo en Nairobi, Kenia. La reunión contó con la presencia del Hermano Alberto Lamana, consejero general, y del Padre John Baptist Opargiw, superior provincial de Sudáfrica.

Por: Hno. Raúl Cervantes
Con información de: New People Media Centre

Del 27 al 30 de agosto se celebró en Nairobi, la capital de Kenia, la Asamblea Continental de Hermanos que trabajan en el continente africano. La Asamblea contó con la presencia del Hno. Alberto Lamana, Asistente General de los Misioneros Combonianos y responsable de acompañar el trabajo y el servicio de todos los Hermanos del Instituto.

La formación de los Hermanos, la sostenibilidad del trabajo en la misión, su impacto dentro del Instituto o la especificidad del trabajo profesional que los Hermanos realizan en la misión son algunos de los temas que se trataron. En la Asamblea se encuentran Hermanos que trabajan en diversos campos profesionales, como la sanidad, la formación profesional, el diálogo interreligioso, la formación de jóvenes, Justicia y Paz, etc. Entre ellos están los mexicanos Juan Carlos Salgado, médico, que trabaja en el hospital Saint Michel de Donomanga, en Chad, y el Hno. Andrés Gaspar, enfermero, que trabaja en el hospital de Mapuordit, en Sudán del Sur (Abajo, las dos primeras fotografías).

Los Misioneros Combonianos se encuentran presentes en 17 países del continente africano. Aproximadamente 75 Hermanos de todo el mundo misionan ahí, con excepción de Egipto, Sudán y Eritrea. Aunque no todos, esta semana se han reunido para compartir ideas, proyectos, enfoques y retos que viven día a día en las distintas realidades que tiene África.

El primer día, 27 de agosto, el Hermano Dzinekou Yawovi Jonas, director del Institute for Social Transformation, presentó el «enfoque de innovación social» de la Universidad Tangaza en Nairobi, el cual «ofrece un marco para abordar los desafíos actuales, haciendo hincapié en el diseño de enfoques prácticos a los problemas contemporáneos. Así, ayuda a asegurar que el trabajo de la misión sea relevante y tenga impacto en nuestro mundo en constante evolución». Ese mismo día, el superior provincial de Sudáfrica, el padre John Baptist Opargiw, alentó a los Hermanos a ser personas que aprecien el trabajo en equipo y la colaboración.

El día 28 las actividades giraron en torno a tres puntos: formación de los Hermanos, vida comunitaria e informes de las provincias y delegaciones del África francófona y la anglófona. En este segundo día se continuó con la presentación del Hermano Christophe Yata sobre la sostenibilidad en el trabajo de la misión, sumado a diálogos grupales que tenían como objetivo explorar estrategias prácticas y soluciones para garantizar la viabilidad a largo plazo y el impacto dentro de la familia comboniana.

Finalmente, el 30 de agosto, el Hermano Alberto Lamana, Asistente General,  expuso la situación de los Hermanos en el Instituto y cómo «la disminución en el número puede afectar la dinámica social dentro de nuestra congregación», así como no olvidar que «la misión nunca puede ser usada como un instrumento para hacer la Iglesia más grande, sino para hacer visible el Reino de Dios».

Ha muerto el P. Moschetta

Fecha de nacimiento: 02/09/1935
Lugar de nacimiento: Ferra di Soligo (Vi. V.)/I
Votos temporales: 01/05/1959
Votos perpetuos: 10/06/1962
Fecha de ordenación: 28/06/1959
Llegada a México: 1960
Fecha de fallecimiento: 24/08/2024
Lugar de fallecimiento: San José / Costa Rica

El sábado 24 de agosto falleció en San José, la capital de Costa Rica, el P. José Moschetta, misionero comboniano que pasó cerca de 20 años en México y más de 40 en Centroamérica. En total, 65 años de vida misionera en América.

El P. José nació en Ferra di Soligo, en la diócesis italiana de Vittorio Veneto, el 2 de septiembre de 1935. Hizo sus primeros votos el 1 de mayo de 1959 y fue ordenado sacerdote el 28 de junio del mismo año (venía del seminario diocesano) por Mons. Albino Luciani, que más tarde sería elegido Papa (Juan Pablo I). Pocos meses después de su ordenación fue destinado a México, donde pasó casi 20 años. Trabajó varios años en La Paz y luego fue destinado a Xochimilco, a trabajar en la formación de jóvenes seminaristas. Buena parte de los combonianos mexicanos fueron sus formandos.

Cuando la Provincia de México decidió abrir una presencia en Centroamérica, en 1979, concretamente en Costa Rica, el P. José fue uno de los primeros en ser destinado a la nueva misión. Desde entonces, ha permanecido siempre en este país centroamericano, salvo un corto período de tiempo en Guatemala. En 1990 Las comunidades combonianas de Centroamérica pasaron a ser Delegación y, en 2014, Provincia.

El P. José había tenido problemas de salud, concretamente una hemorragia cerebral que mermó mucho su actividad, pero nunca perdió la sonrisa ni la dulce humanidad por la que era muy querido y apreciado por sus hermanos. Gran conocedor de las Escrituras, trabajó comentando la Palabra de Dios en Radio María.

El pasado mes de junio celebró los 65 años de sacerdocio y el 24 de agosto el Señor lo llamó a su Reino, donde podrá descansar de todo el trabajo y el amor dedicado a la misión y a la formación de misioneros. Descansa en Paz, P. José.


En Memoria del P. José Moschetta

Acabábamos de ingresar al Postulantado de los Misioneros Combonianos en Xochimilco, Ciudad de México, era una tarde calurosa de trabajo en los campos, cuando llegó, después de haber trabajado en Baja California Sur, el P. José Moschetta.

Sabíamos que iba a ser nuestro formador, pero no lo conocíamos. Bajó del carro que lo traía del Aeropuerto, dejó su maleta, se quitó la camisa, se amarró un pañuelo en la cabeza, pidió un azadón, y se puso a trabajar con nosotros en el campo.

Fue mi primera impresión e imagen del P. Moschetta. Había dejado una huella en los corazones de los Bajacalifornianos, por su entusiasmo y dedicación a la evangelización.

Pronto descubrimos en el él, a una persona sencilla, franca, y sabia. Fue siempre claro y firme en sus decisiones. Humano, fraterno y sencillo en el trato personal.

No sólo fue el superior de la comunidad, sino también formador y director espiritual.

En la primera Navidad que pasábamos en el Seminario, compró libros religiosos de muchos autores. Y nos dio a escoger uno. Su sapiencia se reflejaba hasta en esos detalles.

Los fines de semana buscaba días misionales dentro y fuera de la ciudad, y no le importaba predicar 10 o 12 misas un domingo y después conducir su WV sedán, de regreso a casa, a veces hasta cinco horas, cuando eran los día misionales en Veracruz o en Michoacán. Siempre rezando el rosario y contando anécdotas de su vida en Baja California.

Tenía un don de gentes y por donde pasaba hacía amigos; sacerdotes o laicos, todos los querían.

Su parecido físico con el entonces Presidente de México, Luis Echeverria, hacía que lo confundieran con él. En una ocasión en una función de Gala de las Damas Combonianas, a su entrada en el cine, le aplaudieron, iba vestido con una guayabera, y él, sin inmutarse, agradeció levantando la mano como lo hacía el presidente. Tenía sentido del humor.

Cuando estábamos en el Noviciado, no dejó de interesarse por nosotros y delante de un problema con el Padre Maestro de Novicios de inmediato intervino para que se arreglaran las cosas.

Estando en el Escolasticado de Paris, nos visitó interesándose en nuestro progreso, en nuestra formación teológica.

Siempre lo recordaré como un amigo, maestro y padre. Humano, sabio y santo.

P. Sergio Valdivia


Carta del Grupo Jornadistas de La Paz, donde el P. Moschetti trabajó varios años

Hace ya un poco más de 50 años, un grupo entusiasta de jóvenes paceñas y paceños, malos para cantar, nos reuníamos en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de La Paz, BCS. Tal grupo de desentonados se hacía llamar orgullosamente “Grupo Jornadistas”, en extensión a su pertenencia al Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana.

Este montón de juventud  estaba compuesto por Amalia Estrada, Linda Moreno, Pina Hirales, Nacho Campoy y Dora, Sergio Carrillo, Mery Romero, Raúl Mendoza, Renato Mendoza y Marta Arrambidez, Guillermo y Antonieta, Francisco y Lorena, Ana Rosa Luján (Machi),Isabel Padilla, Bachi González, Emma Valle (Titina), Chabelita González, B. Alicia Santiesteban (Babi),Vicky Tamayo, Lupita y Maru Anguiano, Keny Talamantes, Teresita González, Antonita Zempoalteca, Cuquita, Sánchez, Amado Heredia, Miguel Angel Soria, Miguel ngel solís, Alfonso Sánchez, Mario Macías, Norma Mendoza Francisco Mendoza, Ma. Elena González, Lupita Castañeda, Adonai Taylor, Manuel Salvador Armando Higuera, Vicki, Rosalina y Linda Morales,Rosa Ma. Landa, Irma Duarte, Toño Ortiz, Humberto, Carmen y Chayo zumaya, Andrés Jimenez, Chiquis Garciglia, Melucha, Minerva López Cinco, Mery Cruz, Frida Peralta, Luz del Carmen  Guluarte, Alberto Garabita, Socorro López, Juanita Geraldo,Sofía Navarro, Marta de Landa, Fidel Macías, Maria Rico de los Reyes, Lulu Anguiano, Amado Heredia, Daniel Vaqueiro, y el que esto escribe y recuerda. Así como Otros compañeros de Jornadas: Chayito López, Carlos Riva Palacio q.e.p.d., Carlos Sandoval q.e.p.d., Lucila Guluarte, Lupita Moreno, Esperanza Landa, Elvira Jiménez, Carolina (Caro), Conchita González, Santa, ….y tantos y tantos, de todo el Estado, que es difícil recordar.

El Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana. Lo organizaban los misioneros combonianos, como los PP, José Moschetta, y Antonio Marrochi, y el Hno. Arsenio Ferrari, entre, otros. Así también colaboraban con ellos un grupo de religiosas perteneciente a diferentes congregaciones.

Sin lugar a dudas estas experiencias tempranas de acercamiento a Dios y lecciones de vida cristiana fueron un hito en la vida de cada uno de nosotros, integrantes afortunados, del Grupo Jornadistas.
Así, sentimos profunda pena al saber que ha muerto el querido P. José Moschetta.

El sábado 24 de agosto falleció en San José, la capital de Costa Rica, nuestro maestro y jovial mentor que pasó cerca de 20 años en México y más de 40 en Centroamérica. En total, 65 años de vida misionera en América.

Sí, vamos extrañar la comunicación epistolar, mantenida por él con nosotros por más de 30 años, cada fin de año recibíamos noticias de su trabajo pastoral y buenos deseos de año nuevo.
Descanse en Paz buen formador de misioneros y ciudadanos, padre José Moschetta, tus alumnos: Grupo Jornadistas de La Paz, BCS no te olvidará.

Desde La Paz: Francisco López Gutiérrez,
“Grupo Jornadistas” de La Paz
Bioeticacotidiana.blogspot.com