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Navidad, un Dios humano

Por: Mons. Jesús Ruíz, mccj
Desde Mbaïki, Centroáfrica

Dice Leonardo Boff que “todo niño quiere ser hombre; todo hombre quiere ser rey; todo rey quiere
ser Dios…, solo Dios quiso ser niño”.
Estamos acostumbrados a ver en el Niño de Belén al hijo de Dios, pero a riesgo de que nuestra fe se convierta en un cuento de hadas, pues un Dios Niño no es nada fácil de digerir… En nuestras liturgias
hablamos demasiado del Dios omnipotente, el todopoderoso, la fuerza de Dios…, pero en definitiva lo que Dios nos ha manifestado es algo pequeño, vulnerable, frágil, sin fuerza… ¿De verdad que creemos en ese Dios Niño, o fantaseamos con el cuento dulzón del Niño de Navidad, pero nuestra creencia está en la fuerza de Dios?

¡Qué riesgo el de Dios que quiso hacerse hombre! Aceptar la humanidad, toda humanidad, los buenos y los malos. Pensaba estos días cómo desde entonces toda humanidad tiene sentido, toda humanidad está habitada por Dios, la humanidad tiene futuro, la humanidad está llena de Dios. «Dios no se avergüenza de la bajeza del hombre, entra en ella. […] Dios ama lo perdido, lo despreciado, lo insignificante, lo marginado, débil y afligido. Donde los hombres dicen «perdido», Él dice «salvado». […] Donde los hombres apartan indiferente o altaneramente la mirada, allí pone él su mirada llena de incomparable amor ardiente. Donde los hombres dicen «despreciable», allí Dios exclama «bendito». Allí donde en nuestra vida hemos llegado a una situación en la que sólo podemos avergonzarnos ante nosotros mismos y ante Dios, […] allí mismo Dios se hace cercano, como nunca antes: es allí donde Dios quiere irrumpir en nuestra vida, es allí donde muestra su cercanía, para que comprendamos el milagro de su amor, de su cercanía y de su gracia». (Dietrich Bonhoeffer, pastor luterano, mártir del nazismo)

Es en este Niño-Dios que he intentado leer la muerte de mi papá, fallecido recientemente. El papa Francisco ha inaugurado el año del jubileo abriendo la puerta de la basílica de san Pedro de Roma y luego la puerta en una prisión. La liberación de Dios es liberación de los cautivos, perdón de la deuda externa, que paren las guerras… Este Niño que se nos ha dado es el Príncipe de la paz, aunque El sufriera toda violencia en su cuerpo humano. Así hoy la humanidad sigue sufriendo tanta violencia.

Evangelizando al estilo “chizokole”

Por: P. Gabriel Uribe González
Desde: Chama, Zambia

Chitumbuka es uno de 72 idiomas hablados en las distintas regiones de Zambia. “Chizokole” es una palabra chitumbuka propia de cazadores. En lo que sigue deseo brevemente describir su significado como técnica tradicional de caza y su aplicación figurada en el apostolado misionero.

Pesca y caza son actividades comunales de aldea y se reparten el producto al final de la jornada. Grupos de mujeres atienden la pesca. Los hombres organizan la caza, es decir, el chizokole. No es recomendable ir de caza solos. Se corren riesgos, uno muy real es extraviarse o ser pieza de caza uno mismo. Se sabe que en lugares boscosos se esconden los animales.  La brigada de cazadores se distribuye en torno al lugar elegido. Acto seguido, y a la voz en grito de tikole, tikole, chizokole, es decir, cacemos, cacemos, avanzan hacia el centro del lugar donde se encuentran atrapadas las piezas deseadas.

En el plan anual de la parroquia se programan dos o tres “chizokoles pastorales”. Este fin de semana, viernes y sábado se realiza el segundo, previo aviso parroquial e invitación a quienes deseen participar en él. De hecho, un grupo de mujeres y jóvenes, encabezados por el párroco, recorren e invitan, en dinámica chizokole, a vecinos de una sección de la parroquia de Chama.

El objetivo del chizokole varía. Para los cazadores puede ser un búfalo, pieza grande o venados. En el caso pastoral es re-animar a cristianos flojos o alejados. Otro es reclutar candidatos al catecumenado. Esta vez es formar una comunidad de estudio bíblico (comunidad de base). Ya hay tres comunidades en el entorno. Una de ellas, por extensión territorial y membresía necesita ser dividida. En ambos objetivos se encuentran siempre no cristianos o miembros de otras comuniones cristianas que piden ser admitidos al catecumenado. En tales casos son las comunidades, ya constituidas, las que los acompañarán en su camino al bautismo o al recibimiento formal en la Iglesia católica si ya han sido bautizados. En chizokole pastoral no se trata de fijar un centro de oración, tipo capilla, a la que se acude una vez a la semana. Se trata más bien de promover espíritu de comunidad cristiana en la sección o aldea, vecinos que se reúnen semanalmente en diferentes domicilios; fieles que oran, estudian la biblia y comparten soluciones a necesidades en la sección o aldea. En todo caso, las comunidades vecinas se reúnen en domingo para celebrar la eucaristía. La palabra chizokole para los hablantes chitumbuka es esencial como para nosotros misioneros lo es la palabra animación. Luego el que anima es animado.

“Navidad es Misión”

Mensaje del Consejo General de los Misioneros Combonianos

Queridos hermanos:

Cada vez que llega la Navidad y meditamos este acontecimiento de salvación, nos conmueve la humildad del Hijo de Dios en el pesebre: «Tanto amó Dios al mundo que (nos) entregó a su propio Hijo» (cf. Jn 1, 13-17). Y no lo da a luz en un palacio ni en un suntuoso palacio, ni siquiera en una sencilla morada; elige algo más humilde: un refugio donde, por la noche, se encierran los animales de la familia. Y así, la cuna del Hijo de Dios es un pesebre. Jesús nace pobre y entre los pobres.

Es importante que nosotros, misioneros combonianos, captemos el carácter misionero de la Navidad. El envío del Hijo es la primera gran misión. Este Niño Dios es el primer misionero del Padre. Tres son sus salidas: del Padre, privándose de la gloria divina; de sí mismo («se despoja de sí mismo», «se hace nada», «asume la condición de esclavo» –kénosis– Fil 2,7); y del mundo, para volver -resucitado y victorioso- al Padre, con la intención de llevarnos con Él: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas […] Voy a prepararos un lugar […] Y vendré otra vez y os llevaré conmigo, para que donde yo esté estéis también vosotros» (Jn 14,2-3).

Locura de amor

Este camino de salvación es locamente divino. Y hay que estar “loco” para tomarlo por verdadero. ¡Pero es verdad! Una vez que entras en esa lógica, te sientes proyectado al descubrimiento de la verdad. Inaugurando el Congreso Eclesial de Florencia en septiembre de 2015, el Papa Francisco dijo: ‘Nuestra fe es revolucionaria por un impulso que viene del Espíritu Santo. Debemos seguir este impulso para salir de nosotros mismos, para ser hombres según el Evangelio de Jesús. Toda vida se decide por la capacidad de darse. Es ahí donde se trasciende a sí misma y llega a ser fecunda».

La contemplación de este “niño salido del Padre” es necesaria para la misión.

«En la Palabra de Dios aparece constantemente este dinamismo de “salida” que Dios quiere provocar en los creyentes. Abrahán aceptó la llamada a partir hacia una nueva tierra (cf. Gn 12,1-3). Moisés escuchó la llamada de Dios: “Ve, yo te envío” (Ex 3,10) y condujo al pueblo a la tierra prometida (cf. Ex 3,17). A Jeremías le dijo: “Irás a todos aquellos a quienes yo te envíe” (Jr 1,7). Hoy, en el «id» que Jesús nos dice, están presentes los escenarios y desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos estamos llamados a esta nueva “salida” misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá qué camino le pide el Señor, pero todos estamos invitados a acoger esta llamada: a salir de nuestra propia zona de confort y tener el coraje de llegar a todas las periferias necesitadas de la luz del Evangelio» (Evangelii gaudium, 20).

¡En qué mundo llega!

Este año la Navidad se celebra en estado de guerra. El mundo vive una situación dramática: hay gente destruida, gente asesinada, gente que muere. La violencia se abate sobre hombres y mujeres sepultados bajo los escombros de sus casas, millones de personas desplazadas en sus propios países o refugiadas en las naciones vecinas, ancianos perdidos sin asistencia, niños abrumados en su inocente vida cotidiana.

Muchos de nuestros hermanos están llevando a cabo su misión en situaciones similares. Nuestros pensamientos y oraciones están con ellos.

Y, sin embargo, el Señor Jesús nace de nuevo para nosotros en un mundo tan pobre -por no decir desprovisto- de dignidad. ¿Por qué? Por el misterio del amor de un Dios que, por amor, se hizo niño. Un amor que estamos llamados a «encarnar» en las situaciones que nos toca vivir, testimoniándolo y concretándolo en el compartir, en la participación, en la comunión, en el don, en el servicio.

Sabemos –por experiencia directa– que a menudo es un amor “a alto precio”. Pero como seguidores de Comboni, un “loco” que hizo de la Cruz su «amiga», su «esposa indivisible, eterna y amada, y sapientísima maestra» (Escritos, 1710; 1733), no nos desanimamos, porque creemos que nuestra debilidad revela paradójicamente la omnipotencia de Dios: una omnipotencia que tiene poco poder, por supuesto, porque sólo se manifiesta en nuestra voluntad radical de hacer «causa común», y a cualquier «precio», con las personas entre las que vivimos.

Dejémonos transformar por la Navidad

Nuestro deseo de una Feliz Navidad este año se traduce en una invitación a nosotros mismos y a todos vosotros a dejarnos transformar por el misterio que celebra esta solemnidad.

¿Cómo será nuestra próxima Navidad? Es difícil saberlo. Ciertamente podemos desear que esté marcada por la paz, rica en alegría y presagio de serenidad. Pero también podría ser muy distinta y saber más a establo y pesebre que a cielo. Pero poco importa: lo importante es dejarse transformar por el misterio de la venida del Verbo en la carne (cf. Jn 1,14), pidiendo al Espíritu que nos ayude a «escuchar» esta Palabra, que siempre tendrá la forma del llanto de un recién nacido, y a acoger con fe al Salvador del mundo, que siempre tendrá la fragilidad y la debilidad de un niño.

Cerramos esta carta con un esclarecedor pasaje de Dietrich Bonhœffer, pastor luterano, mártir del nazismo:

«Dios no se avergüenza de la bajeza del hombre, entra en ella. […] Dios ama lo perdido, lo despreciado, lo insignificante, lo marginado, débil y afligido. Donde los hombres dicen «perdido», Él dice «salvado». […] Donde los hombres apartan indiferente o altaneramente la mirada, allí pone él su mirada llena de incomparable amor ardiente. Donde los hombres dicen «despreciable», allí Dios exclama «bendito». Allí donde en nuestra vida hemos llegado a una situación en la que sólo podemos avergonzarnos ante nosotros mismos y ante Dios, […] allí mismo Dios se hace cercano, como nunca antes: es allí donde Dios quiere irrumpir en nuestra vida, es allí donde muestra su cercanía, para que comprendamos el milagro de su amor, de su cercanía y de su gracia».

Pidamos a María que nos ayude a acoger a Jesús como lo acogió ella, y a su hijo pidamos la gracia de dejarnos transformar por su venida.

Para todos ustedes nuestros mejores deseos de una Feliz Navidad.

El Consejo General

Imagen: Navidad Mística, de Sandro Botticelli.
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Asamblea Continental de Animación Misionera

Del 3 al 6 de diciembre pasado tuvo lugar en San José, Costa Rica, la Asamblea Continental de la Animación Misionera de los Misioneros Combonianos. En ella se compartieron las actividades e iniciativas de animación misionera en cada una de las circunscripciones combonianas del continente americano y de Asia y se elaboró el plan continental para los próximos años. 

Por: P. Héctor Peña, mccj

Apenas hemos concluido nuestra Asamblea Continental de la Animación Misionera en América. Nos reunimos en Costa Rica y tuvimos como sede, la casa de pastoral de la diócesis de Alajuela en la provincia del mismo nombre. Nuestra asamblea inició el martes 3 de diciembre y la concluimos a los pies de nuestra señora de los Ángeles en su santuario nacional ubicado en Cartago el pasado día 6.

Fueron tres los ejes que movieron los trabajos de estos días: Iluminativo, informativo y programático. En la parte iluminativa, tuvimos la oportunidad de refrescar un poco la misionología con la ponencia del director nacional de las OMP de Costa Rica, el padre Jafet Peytrequín Ugalde, quien luego de haber participado en el CAM6 vino a compartir con nosotros su visión a cerca de los congresos misioneros en América, especialmente este último, que retoma con toda su fuerza la animación misionera de las Iglesias locales en las cuales se debe instar a vivir con más fuerza la misión ad gentes.

En otro momento el padre Fernando González, secretario general de la misión de los combonianos, nos recordó las conclusiones de la Asamblea General de la Animación Misionera que tuvimos en Roma el pasado mes de abril, las cuales nos invitan a fomentar nuestra incursión en los medios digitales y a una colaboración más cualificada involucrando a los laicos en nuestro servicio misionero.

Por su parte Monseñor Vittorino Girardi, misionero comboniano, nos hizo un repaso por los documentos capitulares que nos recuerdan el compromiso que tenemos con la animación misionera y lo hizo también citando otros documentos de la Iglesia. Nos recordó aquella célebre frase de los documentos de Puebla en los que se invita a la Iglesia de América a dar desde su pobreza misioneros al mundo.

Por último, dentro de este marco referencial de la animación misionera, nos habló Mons. Bartolomé Buigues Oller, Obispo de la diócesis que nos albergó esos días para presentarnos, desde su perspectiva, el panorama que en las iglesias de Costa Rica tiene la dimensión misionera y como se busca comprometerla cada vez más en esta importante tarea de la Iglesia universal.

Dentro de la parte informativa tuvimos la oportunidad de escuchar los informes de las actividades de animación misionera que se están realizando en las provincias y delegaciones del continente. Como siempre, un momento como éste, nos ayuda a mirar la dinamicidad y creatividad que en el plano de la animación misionera se está realizando en el Instituto.

Finalmente, luego de habernos escuchado y con elementos suficientes en mano, nos pusimos a concretar nuestro plan continental de animación misionera, que no fue otra cosas sino actualizar el anterior pero que en esta ocasión nos compromete a contagiar la pasión por la misión al pueblo de Dios, sintiéndonos animadores misioneros en sinodalidad, al estilo de San Daniel Comboni, en el contexto actual; trabajando en comunión, participación y colaboración.

Todos los participantes sabemos que el verdadero trabajo luego de una asamblea como esta, sigue en la comunicación y por su puesto en la aplicación de los compromisos. Hacia ello queremos encaminarnos a fin de seguir renovando nuestro celo misionero y contagiar ad intra y ad extra de nuestras comunidades el amor a las misiones a ejemplo de nuestro Fundador San Daniel Comboni.

Cardenal Ayuso: «Lo que más me ha servido han sido mis 20 años de experiencia misionera en África»

En homenaje al cardenal Miguel Ángel Ayuso, primer cardenal en la historia del instituto de los Misioneros Combonianos, recientemente fallecido, reproducimos esta entrevista que le hizo la revista comboniana Mundo Negro. Su gran experiencia misionera la ayudó mucho en su trabajo “en la retaguardia”, como dice él mismo, para fomentar el diálogo entre las religiones.

Entrevistó: Javier Fariñas Martín, MUNDO NEGRO
Fotos: Javier Fariñas, Misioneros Combonianos, Mundo Negro

El cardenal comboniano Miguel Ángel Ayuso es el prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso desde 2019. Curtido durante 20 años en el trabajo misionero en África, lidera un equipo de 15 personas dedicado a la promoción del encuentro con el otro.

¿En términos no eclesiales, ¿a qué ministerio equivaldría este dicasterio?

Este dicasterio sería un ministerio de asuntos religiosos. Desde aquí nos dedicamos a establecer relaciones oficiales, institucionales, con las conferencias episcopales o con grupos para alcanzar buenas relaciones interreligiosas. Nosotros no nos ocupamos de, entre comillas, cuestiones políticas. La segunda sección de la Secretaría de Estado del Vaticano es la responsable de la relación con los estados y con las organizaciones internacionales. Aunque a veces en nuestro trabajo nos encontramos con personas, grupos o instituciones que quieren abordar cuestiones de tipo sociopolítico, les hacemos ver que nosotros solo nos ocupamos de asuntos interreligiosos. 

¿Tienen contrapartes al mismo nivel en el resto de confesiones? ¿A quién se dirigen cuando tienen que entablar esas relaciones?

Hay una relación bilateral con grupos e instituciones que se acercan a nosotros y manifiestan el deseo de establecer una colaboración regular para reflexionar y potenciar el diálogo interreligioso. Eso ocurre, por ejemplo, con Irán, país con el que tenemos una relación de colaboración desde hace tiempo. Cada dos años nos encontramos en Roma o en Teherán e intercambiamos ideas y reflexiones. También con Irak hemos mantenido algunos encuentros, el último en Bagdad, con sunitas, chiitas y yazidíes. Nuestra contraparte allí es una institución gubernamental que, sin embargo, en su relación con nosotros, aporta reflexión y colaboración de carácter religioso y no político. También mantenemos relación, por ejemplo, con la Academia Real de los Ulemas de Marruecos. Tenemos establecidas una serie de relaciones para compartir, proponer eventualmente algún tipo de mensaje o, simplemente, crear comunión entre las diferentes confesiones.

¿Cuál es el punto de convergencia en esos diálogos?

Principalmente se trata de compartir desde nuestra tradición religiosa, desde nuestra fe; son encuentros de amistad. Buscamos espacios comunes a partir de la diversidad. No pretendemos discutir cara a cara sobre cuestiones teológicas delicadas para ver quién tiene razón, sino que nos encontramos para mirar juntos nuestro mundo y ver qué podemos hacer. Hay una humanidad herida, y hablamos sobre cómo podemos unir nuestras fuerzas para crear un mundo mejor. Se trata de no ­ponernos enfrente sino al lado del otro. Hay muchos elementos que son necesarios como la libertad religiosa, la cohesión social, la dignidad humana… Es interesante ver que en los temas más espinosos, entre las diferentes tradiciones religiosas o, incluso, a nivel político, suele haber puntos de vista comunes. Así, por ejemplo, vemos cómo la Santa Sede y los países musulmanes se sienten unidos en la defensa de la vida y de la familia. 

¿La religión puede ser un instrumento útil para abordar asuntos políticos?

Sí. Mi predecesor, el cardenal Jean-Louis Tauran, en repetidas ocasiones decía que la religión no es un problema sino que es parte de la solución a los problemas de hoy. El mundo de la política y de lo social no debe mirar con sospecha a la religión o a las diferentes denominaciones religiosas, sino ver en ellas una fuente de donde obtener resultados positivos. En estos últimos años ha habido una especie de interferencia. Aunque a veces lo político ha entrado en lo religioso y viceversa, y esto crea conflictos, divisiones y reacciones de­sagradables, no podemos ignorarnos. 

¿Percibe cierto rechazo a dialogar con el diferente, con el otro?

Sí, he visto que hay miedo, y el miedo es el mayor enemigo del diálogo. En encuentros y reuniones me dicen a veces que hay muchos musulmanes en Europa y que van a invadir e islamizar el continente. Siempre he dicho que no hay que tener miedo a esta presencia extranjera desde el punto de vista social, identitario, intercultural e interreligioso, sino que debemos experimentar la inclusión de la que habla el papa Francisco. A mí lo que me da miedo como cristiano es el abandono de la fe por parte del mundo cristiano, me dan miedo una secularización y una laicización agresivas que luchan contra los valores cristianos. Esto es lo que hace desintegrar nuestra identidad. Esto es lo que me da miedo y me preocupa. Si en Occidente tuviéramos una fe arraigada, no tendríamos miedo de esto. Lo que sí tenemos que hacer es saber acogerlos, aceptarlos e integrarlos desde la diversidad.

¿Este miedo es más propio de los adultos o de los jóvenes?

Este miedo y esta reacción de rechazo que tenemos los adultos se difumina cuando me encuentro con gente joven. No se sienten mal porque viven integrados y aceptan esa integración desde el respeto, la amistad y la colaboración. A veces estamos demasiado preocupados por este asunto. Debemos reconocer que hay una nueva generación que está creciendo y que tiene que aprender estos valores con el objetivo de vivir en diversidad respetando la propia identidad. Una sana diversidad refuerza nuestra identidad. Aquello que nosotros creemos que es un problema, o a lo que tenemos miedo, en realidad dispone de una riqueza potencial enorme siempre que nos lleve a una cultura de la aceptación y la inclusión del otro. Sin embargo, sabemos que esto, muy a menudo, convive por desgracia con una evidente cultura de exclusión.

Hablaba antes del abandono de la fe. ¿Estamos ante un fenómeno eminentemente occidental?

Sí, aunque entre otras confesiones religiosas hay una sensación de que este proceso de secularización, que promueve un modelo de sociedad focalizado en el bienestar desde un punto de vista materialista y que anula la dimensión religiosa que tiene el ser humano, puede provocar la pérdida de nuestras tradiciones.

¿Qué importancia tiene en el diálogo interreligioso el documento sobre la Fraternidad Humana suscrito en Abu Dabi en febrero de 2019?

Es un documento que ha marcado un hito en la historia. Ha tenido una gran recepción en todo el mundo y a todos los niveles porque no es un documento religioso, no es un documento para los cristianos o los musulmanes, sino que es para la humanidad. Se dirige a los líderes políticos y financieros, a los responsables de la sociedad, de las comunidades religiosas, para que se pueda establecer un tipo de convivencia en paz. Todos los participantes en el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales celebrado en septiembre del año pasado en Kazajstán, y en el que participó el Papa, adoptaron el documento. Aunque el texto, que es del papa Francisco y del gran imam de Al Azhar, no está pensado para que otras personas o instituciones lo rubriquen, es importante ver cómo los participantes en el congreso de Kazajstán expresaron su deseo de seguir los pasos propuestos en él. Y no solo eso. El presidente de Timor Este, en su primera comparecencia ante el Parlamento del país, propuso este documento como una hoja de ruta para la labor de su Gobierno.

¿Cuántas veces pasó por las manos del cardenal Ayuso el borrador de este documento?

Es un documento del papa Francisco y del gran imam. Ellos han dicho en numerosas ocasiones que lo han ido trabajando los dos. Sí puedo decir, y no en referencia a este texto, que en la Curia somos y nos sentimos una familia, colaboramos los unos con los otros y estamos al servicio del Santo Padre, de las conferencias episcopales y de las comunidades cristianas en todo el mundo. Por tanto, la actividad del Papa se ve enriquecida por este apoyo que se da en este espíritu de familia y que se expresa, a veces, en documentos como el de la Fraternidad Humana. Es bonito trabajar en la retaguardia.

¿Qué requisitos deben cumplir para trabajar en «esta» retaguardia del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso?

Creo que el punto central sobre el cual se apoya todo lo demás es el de la motivación para trabajar y la identificación con la propia fe. Esto nos ayuda a construir después. El conocimiento de las lenguas es un vehículo que ayuda, no es absolutamente necesario pero ayuda mucho. Hay que conocer un poco las tradiciones religiosas, hay que tener una experiencia de vida, de contacto intercultural e interreligioso. A mí lo que más me ha servido han sido mis 20 años de experiencia misionera en África. No soy diplomático, pero sí tengo experiencia pastoral que, con el tiempo, se ha ido completando con una década en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos y ahora como prefecto de este dicasterio. Pero lo que realmente vale es la experiencia y estar motivado para trabajar sobre el diálogo. Después, el trabajo diplomático se va aprendiendo poco a poco. Creo que bastaría solo una cosa para abordar las relaciones interculturales e interreligiosas: un poquito, un poquito, un poquito de sentido común. ¡Cuántas cosas y cuántos problemas se podrían solventar con un poquito de sentido común!

Sin hablar de éxito o fracaso, ¿cuándo sienten en el dicasterio que han logrado algo importante?

Más que en términos de éxito, trabajamos en términos de servicio. Tratamos de servir, de hacer el bien sin mirar a quién. Nosotros colaboramos con muchas comunidades religiosas, con el Consejo Mundial de las Iglesias, pero también con diferentes comunidades y denominaciones cristianas porque tenemos una necesidad de comunión entre nosotros para dar testimonio de unidad a los que pertenecen a otras tradiciones religiosas. Aquí, aparte del diálogo interreligioso, nos interesa el diálogo intrarreligioso. ¿El éxito? No nos da tiempo a pensar en él porque cuando obtenemos algún objetivo ya tenemos sobre la mesa cuatro o cinco más.

Cuando el Papa fue a Bangui, pidió permiso y rezó en la mezquita. En las relaciones interreligiosas, ¿qué importancia tienen los gestos?

Son fundamentales. No hay que hacer un revoltijo que haga pensar que con los gestos perdemos nuestra identidad, pero hay momentos en los que se ven cosas que impactan muchísimo, como ver al papa Francisco en los jardines vaticanos con los líderes judío, musulmán y palestino en un clima de oración, pero no para rezar juntos, sino para, juntos, rezar, que es distinto… A veces personas y comunidades con muy buena intención hacen una especie de potaje que no es bueno. Hay gestos de los cuales no podemos escandalizarnos, sino que tenemos que acogerlos como gestos de comunión y no de división, confusión o renuncia a la propia fe.

¿Somos de escándalo fácil?

En el entorno interreligioso, sí. En ocasiones, en todas las tradiciones religiosas hay posiciones radicales, hay tradicionalistas a los que les cuesta acercarse a los demás. He visto trabajos muy bonitos de misioneros en África. Les he preguntado por su actividad y se saben de memoria los nombres y apellidos de todos los fieles de la parroquia, pero si les pregunto si hay protestantes o musulmanes en la aldea, me dicen que ellos no se preocupan de eso, que solo se interesan por los «suyos». Hay personas santas y capaces a las que les falta esa dimensión de apertura a los demás. Se le atribuye a André Malraux la frase que dice que «el siglo XXI será religioso o no será». Y es verdad. Vivimos en sociedades donde las diferentes tradiciones, y en concreto la nuestra, tienen necesidad de dar testimonio de su fe. Esto, no obstante, no debe hacerse desde un punto de vista proselitista, sino desde una perspectiva de acogida del otro para que podamos construir juntos una sociedad mejor. Tenemos un gran desafío y no debemos tener miedo ni ser excluyentes. Si realmente quiero estar identificado con mi fe, con mi cultura, con mi ser, entonces tengo que abrirme a los demás. Cuando salimos de nosotros mismos y descubrimos otras realidades y culturas, volvemos a mirarnos, nos redescubrimos y reforzamos nuestra identidad. En lugar de temer que vamos a perder parte de lo que somos, nos sentimos identificados y, a la vez, diferentes de los otros, pero plenos de humanidad en este mundo en el que vivimos. Como dijo el Papa durante la pandemia, todos estamos en la misma barca.  

Entrevista publicada por la Revista Mundo Negro. Marzo 2023, Pág. 42-47

Fallece el Cardenal Miguel Ángel Ayuso

El cardenal Miguel Ángel Ayuso, prefecto del Dicasterio para el Diálogo interreligioso, falleció en la mañana de hoy, 25 de noviembre, a consecuencia de una insuficiencia cardiorrespiratoria grave. El Cardenal Ayuso había sido ingresado en la clínica Gemelli de Roma a causa de una insuficiencia respiratoria y de problemas cardíacos. Fue el primero -y hasta ahora único- miembro del instituto comboniano nombrado cardenal. Tenía 72 años.

Miguel Ángel Ayuso Guixot nació en Sevilla (España) el 17 de junio de 1952. Hizo sus primeros votos el 15 de agosto de 1975 en Moncada (Valencia) y fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1980, tras haber estudiado la Teología en Roma, donde se licenció en Árabe y Estudios islámicos por el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de Roma (PISAI). En 1982 fue destinado a Egipto y en 1986 a Sudán, donde permaneció hasta 1994. En el 2000, obtuvo también un Doctorado en Teología sistemática y Dogmática por la Universidad de Granada (España). Buena parte de su vida misionera la pasó como profesor de Islamología, tanto en Jartum (Sudán) como en El Cairo (Egipto), hasta que fue nombrado director del PISAI en 2003.

El 30 de junio de 2012 fue designado por el papa Benedicto XVI como nuevo secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso,​ que era presidido por el cardenal Jean-Louis Tauran, y vice-prefecto de la Comisión para las Relaciones Religiosas con los Musulmanes, presidida por el cardenal Francis Arinze.

El 29 de enero de 2016, el papa Francisco le otorgó el título honorífico de obispo titular de la diócesis de Luperciana​ (situada en la Sede titular Cartaginense de Túnez).​ Recibió la consagración episcopal​ el 19 de marzo del mismo año, en la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano, de manos del propio papa Francisco.

El 26 de septiembre de 2017 fue confirmado como secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso in aliud quinquennium. El 15 de mayo de 2019 fue nombrado presidente del mismo Pontificio Consejo y miembro de la Congregación para las Iglesias Orientales.

El 1 de septiembre de 2019, el papa Francisco anunció, en el tradicional rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro del Vaticano, la creación de trece nuevos cardenales, entre los que se encontraba Mons. Ayuso. El Consistorio en el que fueron creados miembros del colegio cardenalicio se celebró el 5 de octubre de ese año.

El 13 de octubre de 2020 fue nombrado miembro de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Tras la entrada en vigor de la constitución apostólica Praedicate evangelium el 5 de junio de 2022, pasó a ser prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. El 17 de febrero de este año fue nombrado miembro del Dicasterio de las Causas de los Santos.

Trabajó como principal representante del Vaticano en el restablecimiento del diálogo con el gran imán Ahmed el-Tayeb de la mezquita Al-Azhar de El Cairo. Fue también uno de los artífices de la declaración conjunta sobre la Fraternidad Humana, emitida por el Gran Imán y el Papa Francisco en febrero de 2019 en Abu Dhabi.

Con su muerte se pierde un gran defensor del diálogo interreligioso. Hablaba numerosas lenguas, entre ellas el árabe, el italiano, el inglés y el francés. Dio numerosas conferencias y escribió numerosos artículos sobre el islam y el diálogo entre las religiones.

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