Viaje del Papa a Asia y Oceanía

En estos días, y hasta el 13 de este mes, el papa Francisco está realizando uno de los viajes más largos de su pontificado. Visitará cuatro países de Asia y Oceanía: Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Foto: Vatican Media.

Victor Gaetan
Agencia Fides

Roma (Agencia Fides) – La audaz peregrinación de Papa Francisco por cuatro países, del 2 al 13 de septiembre, estará marcado por una serie de encuentros diversos y significativos. Las naciones anfitrionas, Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, recibirán al Pontífice con entusiasmo, mientras él, a su vez, buscará inspirar a las personas y líderes de cada región. Las prioridades diplomáticas del Papa, y también los efectos conseguidos, se pondrán de manifiesto a lo largo del viaje, empezando por su compromiso en favor del diálogo interreligioso, uno de los temas centrales de su pontificado.

Una forma de ver esta misión en su amplitud es contemplarla y considerarla a través de los cuatro principios para la convivencia social que el Papa Francisco delineó en la Evangelii Gaudium (parágrafos 217-237): la unidad prevalece sobre el conflicto, el todo es superior a la parte, el tiempo es superior al espacio y la realidad es superior a las ideas. En la misma exhortación apostólica (Evangelii Gaudium, 238-258), el Papa Francisco identifica tres áreas de diálogo cruciales para la búsqueda del bien común: el diálogo con los Estados, con la sociedad y con aquellos que no comparten la fe católica. Su itinerario es un claro reflejo de estas prioridades.

Indonesia: unidad y conflicto

En una entrevista concedida a la Agencia Fides (véase Fides 23/8/2024), el cardenal indonesio Ignatius Suharyo Hardjoatmodjo explicó que la armonía religiosa es un objetivo asociado a la independencia misma del país de los Países Bajos, lograda en 1945. “Nuestras relaciones con la comunidad islámica son realmente buenas. Y esta relación armoniosa se mantiene desde el origen de la nación”, afirmó el cardenal Ignatius Suharyo. Es una forma de valorar la unidad social por encima de la división. Por ejemplo, el primer líder de Indonesia, el Presidente Sukarno, impulsó la construcción de una mezquita en Yakarta en el emplazamiento de un castillo holandés, para simbolizar la superación del colonialismo, y frente a la catedral católica en 1900, para expresar la amistad entre las dos tradiciones religiosas. Recientemente se ha añadido un túnel subterráneo que conecta ambas estructuras. El Papa Francisco visitará tanto la catedral como la mezquita Istiqlal, la mayor mezquita del sudeste asiático, para celebrar un encuentro interreligioso y expresar su “aprecio por el pueblo indonesio, especialmente en el sentido de la libertad de religión y de la convivencia interreligiosa y la armonía entre las comunidades de fe”, según explicó el cardenal Suharyo. Según el Ministerio de Asuntos Religiosos indonesio, la población está formada por unos 242 millones de musulmanes y 29 millones de cristianos, de los cuales 8,5 millones son católicos, una cifra que va en aumento. El Papa Francisco sigue construyendo cada vez mejores relaciones con el islam suní, una prioridad diplomática perseguida desde 2013, cuando heredó un panorama de relaciones fracturadas con gran parte del islam. Como escribió el Papa Francisco en Evangelii gaudium, “la diversidad es bella cuando acepta entrar constantemente en un proceso de reconciliación” (§ 230).

Papúa Nueva Guinea: el todo y las partes

De los 10 millones de habitantes de Papúa Nueva Guinea, más del 95% son cristianos. La mayoría pertenece a diversas denominaciones protestantes, mientras que la Iglesia católica está considerada la comunidad religiosa más numerosa, con cerca del 30% de los creyentes del país. Sin embargo, el cristianismo se ha combinado con las prácticas indígenas locales, dando lugar a una Iglesia culturalmente muy variada. Los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC) son la Orden religiosa que dio inicio a la presencia de la Iglesia en 1881. El cardenal John Ribat es un sacerdote MSC y el primer cardenal de la nación, creado en 2016 por el Papa Francisco. Los líderes de la Iglesia local están muy atentos a las cuestiones medioambientales y, desde la publicación de Laudato Si’, han dado especial prioridad a la protección del medio ambiente, oponiéndose a la explotación minera y a la deforestación llevadas a cabo por empresas comerciales. Esta actividad proteccionista es un excelente ejemplo de cómo reconocer que el todo es mayor que sus partes individuales. En la Evangelii Gaudium, el Papa utiliza una analogía con la naturaleza para describir este principio: “Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos. Es necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios” (§ 235).

Timor Oriental: el tiempo y el espacio

Es bien sabido que Timor Oriental, tras lograr la independencia en 2002, es actualmente la nación con mayor porcentaje de católicos del mundo. Colonia portuguesa hasta 1975, estuvo controlada por Indonesia hasta 1999. Diversos estudios demuestran que más de 170.000 personas murieron durante la ocupación militar indonesia a causa de ejecuciones arbitrarias, desapariciones y hambruna. Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Timor Oriental en 1989, mientras el país aún estaba bajo ocupación indonesia, se sembraron las semillas de la identidad nacional. A pesar de las tensiones, la Iglesia se opuso firmemente a la violencia. A través de la protección de los ciudadanos perseguidos y el cuidado de la comunidad, la fe se fortaleció gradualmente. En 1975, alrededor del 20% de la población era católica, cifra que ascendió al 95% en 1998. Esto se debió también a que la Iglesia era cercana a las aspiraciones nacionales. El proceso por el que Timor Oriental alcanzó la independencia es una excelente aplicación del principio expuesto por el Papa Francisco de que el tiempo es superior al espacio. El Espíritu Santo puede entrar en el espacio creado en el tiempo; el tiempo permite que la confianza crezca y que las soluciones maduren sobre el terreno. Como escribe el Papa Francisco en Evangelii Gaudium “Este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad”. La visita del Papa al primer nuevo país del siglo XXI, donde el primer cardenal de la nación, Virgílio do Carmo da Silva, SDB, creado por el Papa Francisco en 2022, es arzobispo de Dili, será sin duda una visita llena de alegría.

Singapur: la realidad y las ideas

La prosperidad económica y la integración mundial hacen de Singapur la nación más desarrollada que visitará el Papa. Su mensaje sobre el medio ambiente cobra de nuevo relevancia, al igual que su llamamiento a la regulación de la inteligencia artificial [3]. Francisco se unirá a otro arzobispo que creó cardenal en 2022 (el primero en la historia de Singapur), el cardenal William Goh Seng Chye, que forma parte del Consejo Presidencial para la Armonía Religiosa de Singapur y trabaja en estrecha colaboración con la comunidad budista, la mayor comunidad religiosa del país. El Papa Francisco admira el compromiso explícito de las autoridades de Singapur de garantizar la libertad religiosa y cooperar con todas las confesiones. Como explicó el cardenal Goh a EWTN Vaticano: “El Estado nos ve como socios. Somos colaboradores del gobierno porque es por el bien común de la gente. Nos ocupamos de las necesidades espirituales, ayudamos al Gobierno a gobernar con justicia, expresamos nuestras opiniones y el Gobierno nos está muy agradecido”. El Papa también admira la política exterior de Singapur, que evita depender de cualquier potencia mundial, lo que corresponde a su visión de un mundo multipolar que respeta la autonomía de las culturas. A menudo describe esta visión de la globalización recurriendo metafóricamente a la imagen del poliedro o del fútbol: todas las culturas, como las caras de un poliedro, deben coexistir y poder florecer, sin que prevalezca el dominio homologador de ningún Estado. El principio es que la realidad es superior a las ideas. Como explica la Evangelii Gaudium, “es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma” (§ 231).

El Papa Francisco se adentrará en la realidad con su viaje apostólico a Asia y Oceanía esta semana. Millones de cristianos, musulmanes, budistas y personas que no confiesan ninguna fe serán testigos gozosos y recibirán las bendiciones del Sucesor de Pedro. Que Dios siga bendiciendo su ministerio en el mundo.

Asamblea Continental de Hermanos Combonianos en África

La Asamblea Continental de los Hermanos Misioneros Combonianos se llevó a cabo en Nairobi, Kenia. La reunión contó con la presencia del Hermano Alberto Lamana, consejero general, y del Padre John Baptist Opargiw, superior provincial de Sudáfrica.

Por: Hno. Raúl Cervantes
Con información de: New People Media Centre

Del 27 al 30 de agosto se celebró en Nairobi, la capital de Kenia, la Asamblea Continental de Hermanos que trabajan en el continente africano. La Asamblea contó con la presencia del Hno. Alberto Lamana, Asistente General de los Misioneros Combonianos y responsable de acompañar el trabajo y el servicio de todos los Hermanos del Instituto.

La formación de los Hermanos, la sostenibilidad del trabajo en la misión, su impacto dentro del Instituto o la especificidad del trabajo profesional que los Hermanos realizan en la misión son algunos de los temas que se trataron. En la Asamblea se encuentran Hermanos que trabajan en diversos campos profesionales, como la sanidad, la formación profesional, el diálogo interreligioso, la formación de jóvenes, Justicia y Paz, etc. Entre ellos están los mexicanos Juan Carlos Salgado, médico, que trabaja en el hospital Saint Michel de Donomanga, en Chad, y el Hno. Andrés Gaspar, enfermero, que trabaja en el hospital de Mapuordit, en Sudán del Sur (Abajo, las dos primeras fotografías).

Los Misioneros Combonianos se encuentran presentes en 17 países del continente africano. Aproximadamente 75 Hermanos de todo el mundo misionan ahí, con excepción de Egipto, Sudán y Eritrea. Aunque no todos, esta semana se han reunido para compartir ideas, proyectos, enfoques y retos que viven día a día en las distintas realidades que tiene África.

El primer día, 27 de agosto, el Hermano Dzinekou Yawovi Jonas, director del Institute for Social Transformation, presentó el «enfoque de innovación social» de la Universidad Tangaza en Nairobi, el cual «ofrece un marco para abordar los desafíos actuales, haciendo hincapié en el diseño de enfoques prácticos a los problemas contemporáneos. Así, ayuda a asegurar que el trabajo de la misión sea relevante y tenga impacto en nuestro mundo en constante evolución». Ese mismo día, el superior provincial de Sudáfrica, el padre John Baptist Opargiw, alentó a los Hermanos a ser personas que aprecien el trabajo en equipo y la colaboración.

El día 28 las actividades giraron en torno a tres puntos: formación de los Hermanos, vida comunitaria e informes de las provincias y delegaciones del África francófona y la anglófona. En este segundo día se continuó con la presentación del Hermano Christophe Yata sobre la sostenibilidad en el trabajo de la misión, sumado a diálogos grupales que tenían como objetivo explorar estrategias prácticas y soluciones para garantizar la viabilidad a largo plazo y el impacto dentro de la familia comboniana.

Finalmente, el 30 de agosto, el Hermano Alberto Lamana, Asistente General,  expuso la situación de los Hermanos en el Instituto y cómo «la disminución en el número puede afectar la dinámica social dentro de nuestra congregación», así como no olvidar que «la misión nunca puede ser usada como un instrumento para hacer la Iglesia más grande, sino para hacer visible el Reino de Dios».

Publicada la Biblia en lengua guji

A partir de ahora, los guji podrán leer la Palabra de Dios en su lengua materna. Kitaaba Woyyicha, la Santa Biblia en lengua guji, fue presentada al público en una concurrida ceremonia en Addis Abeba, capital de Etiopía, el 12 de mayo de 2024. La traducción ecuménica de toda la Biblia al guji comenzó en el año 2000 y tardó más de dos décadas en completarse. El Nuevo Testamento en guji se publicó en 2007, hace 17 años.

Texto: P. José Vieira, MCCJ
Fotos: P. Pedro Pablo Hernández, MCCJ

El equipo principal de traductores estaba formado por miembros de las Iglesias católica, luterana, Luz de Vida y Palabra de Vida. Muchas otras Iglesias también participaron en el proyecto con apoyo técnico y financiero.

El Misionero Comboniano P. Pedro Pablo Hernández, evangelizador entre los Guji en Galcha, Haro Wato y Qillenso-Adola durante más de dos décadas, leyó un mensaje del Administrador Apostólico de Hawassa, P. Juan Núñez, MCCJ, en la ceremonia de presentación. “A partir de ahora, los guji podrán leer la Palabra de Dios en su lengua materna. Eso la hace más familiar y cercana, más íntima y entrañable para los creyentes”, escribió el P. Núñez. También subrayó el carácter ecuménico de la traducción, “fruto de la colaboración entre diferentes confesiones cristianas”, agradeciendo al Señor y a todos los que han hecho posible la publicación de la Biblia en lengua guji.

El P. Pedro Pablo Hernández con el traductor católico Tsegaye Hailemichael Barisso.

Tsegaye Hailemichael Barisso, traductor católico de la Misión Galcha, explicó que el equipo utilizó cuatro fuentes principales en su trabajo: Good News Bible (en inglés), las traducciones antigua y nueva en amárico y la Biblia Oromo (de Wollega Oromo, del oeste de Etiopía). También utilizaron el Nuevo Comentario Bíblico de Jerónimo. El equipo de traductores contó con la ayuda de varios consultores internacionales que les prepararon para el trabajo.

“La traducción no ha sido un camino fácil. Empecé casi de niño y ahora soy un hombre hecho y derecho. Al principio era aburrido. Hay que encontrar la palabra común exacta. A veces era doloroso cuando el presupuesto no era suficiente. Pero cuando vi cómo la gente acogía la Santa Biblia en Guji, sentí una alegría muy grande y todas las heridas se curaron”, dijo Tsegaye.

También subrayó la alegría por la experiencia ecuménica. Explicó que la Sociedad Bíblica de Etiopía tenía previsto imprimir 50.000 ejemplares. Sin embargo, muchas iglesias se unieron y, con la ayuda de algunos donantes, fue posible imprimir 200 mil ejemplares en dos formatos.

Kitaaba Woyyicha es una edición conjunta de World for the Word-Ethiopia y la Sociedad Bíblica de Etiopía. La traducción sigue el canon protestante. La Biblia está ilustrada con una serie de dibujos que explican algunos pasajes o conceptos bíblicos. Tiene 1650 páginas. Los mapas bíblicos son a todo color. La Biblia tiene un glosario de cinco páginas que explica algunas palabras y su significado.

El pueblo guji forma parte de la familia oromo. Son más de dos millones, divididos en tres grupos principales. Viven en las montañas y tierras bajas del sur de Etiopía. Antes se dedicaban al pastoreo. Ahora también cultivan sus campos.

Los Misioneros Combonianos empezaron a trabajar en tierras guji en 1976, ayudando ocasionalmente a algunos católicos sidama de Teticha que emigraron a Qillenso y Gosa. Cuando los sidama fueron expulsados, los misioneros abrieron una misión en Qillenso y empezaron a evangelizar a los guji en 1981. De Qillenso pasaron a Soddu Abala (1984), Haro Wato (1995) y Adola (2016). Los jesuitas, junto con las hermanas FMM, abrieron una misión en Gosa en 1985. Ahora es una delegación de Qillenso.

comboni.org

Hno. Andrés Gaspar: «Mostrar a Cristo a través de nuestras obras»

El hermano Andrés Gaspar Abarca es un misionero comboniano originario de Chilpancingo, Guerrero, enfermero de profesión. Lleva más de 15 años en Sudán del Sur, trabajando en el hospital de Mapuordit, en el estado de Lagos, en el centro del país. Aprovechando sus vacaciones en México, le pedimos que nos hablara un poco de este pequeño país africano y nos compartiera su experiencia misionera.

Entrevistó: P. Ismael Piñón, mccj

–¿Cómo está ahora la situación en Sudán del Sur?

En este momento la situación política es estable, porque las dos etnias enfrentadas, los dinka y los nuer, llegaron a un acuerdo, pero siempre vivimos con incertidumbre, porque en cualquier momento puede estallar de nuevo el conflicto, ya que ninguno de los dos quiere ceder. Por otra parte, la guerra en Sudán nos ha afectado mucho; la gente que es del sur y estaba en el norte ha regresado. También nos afecta a nivel económico, porque mucha mercancía venía de Sudán, y ahora tenemos mucha escasez de suministros. Existe un acuerdo con China sobre el petróleo, pero ahora escasea y la devaluación de la moneda nacional es muy grande. En tiempos de la independencia, un dólar costaba dos libras sursudanesas, ahora un dólar cuesta mil 700 libras.

Yo trabajo en una región dinka. La situación conflictiva ahora está un poquito mejor, aunque entre ellos mismos sigue habiendo divisiones. Hace unos años aún era común ver a la gente con armas. En Mapuordit, donde estoy, salías a la calle y veías a toda la gente con armas. Los asaltos eran muy frecuentes, yo fui asaltado dos veces; una de ellas nos dispararon, pero gracias a Dios salimos vivos, aunque un padre fue herido. A veces me preguntaba, «¿qué hago aquí?». Hace unos dos años cambiaron al gobernador y llegó uno muy rígido que ordenó matar a los delincuentes. Eso hizo que haya menos asaltos. Para mí vivir esos momentos de conflicto fue bastante difícil. Al menos con la llegada del nuevo gobernador todos esos conflictos cesaron y ahora vivimos con cierta tranquilidad, aunque la gente sigue sufriendo por la situación económica.

¿Y en el campo sanitario?

–Todavía tenemos que trabajar mucho en la concientización de la gente en lo que se refiere a la prevención. Por ejemplo, no comprenden ni aceptan la cuestión de las vacunas, especialmente a los niños. Estamos intentando hacer una profilaxis contra la malaria, pero no lo entienden ni lo aceptan. A parte de eso, el gobierno invierte muy poco en sanidad y en educación. La mayor parte del dinero lo gasta en armamento.

En el hospital de Mapuordit se pide a la gente que pague sólo un dólar por la consulta, los análisis y las medicinas; pero evidentemente eso no cubre los gastos del hospital, que son cubiertos en su mayor parte por la diócesis y los combonianos. Hay un acuerdo con el gobierno por el que la diócesis cubre el 60 por ciento de los gastos y los combonianos contribuimos con un 30 por ciento gracias a las donaciones que recibimos. El gobierno debería cubrir el 25 por ciento de los salarios y contribuir también con medicinas, pero ahora, con la devaluación, apenas llega al 5 por ciento, el resto lo deben pagar la diócesis y los combonianos. Por eso la gente tiene muy poca confianza en las autoridades; ya no sólo en el campo de la salud, sino también en la educación, incluso los militares tienen salarios insuficientes. Por miedo, nadie protesta contra estas situaciones.

–Con todas estas dificultades, ¿dónde encuentras la fuerza y la motivación para aguantar y mantenerte ahí?

Yo siempre tengo esperanza. Cuando llegué a Mapuordit todavía era Sudán, aún no se había declarado la independencia de Sudán del Sur. Ya se había hecho el referéndum y la situación estaba bastante tranquila. Fue una época muy bonita para mí. Venían muchas personas al hospital y era muy gratificante ayudar y estar con la gente. Por desgracia todo cambió después de la independencia, cuando estalló el conflicto armado entre las dos etnias, especialmente en 2015. Todo el mundo andaba armado. En ese tiempo, me dije que ya me regresaría para México, pero aguanté. Ayudar a la gente es lo que me hacía sentir mejor. Ahí vivíamos con la esperanza de que algún día volvería la paz. Con la llegada del nuevo gobernador y sus métodos autoritarios, volvió la paz y la gente viene de muchas partes del país para ser curada en el hospital.

–¿Cómo vives tu vocación misionera de Hermano en este campo de la salud?

Trato de vivir con esperanza y dar buen ejemplo. La gente se da cuenta. En los tiempos de conflicto, muchos voluntarios se fueron porque no querían arriesgar sus vidas. Nosotros, sin embargo, decidimos quedarnos para seguir trabajando por la gente. Mostrar a Cristo a través de nuestras obras, de nuestro trabajo, a veces no es fácil, pero hacemos el esfuerzo de ayudar y decimos a la gente que no somos nosotros los que estamos ayudando, sino que es Cristo quien nos envía para ayudarles; eso es lo que nos ha dado la fuerza para trabajar como Hermanos.

–¿Qué le dirías a tus paisanos mexicanos?

En primer lugar, que sigan rezando por Sudán del Sur, porque estamos aún muy lejos de la paz y esperamos llegue pronto, además, que se estabilice la situación económica para que la gente ya no sufra más. Les diría también que sigan haciendo oración por nosotros y que no dejen de apoyar a la misión, también materialmente, porque cuando lo hacen están apoyando nuestro trabajo y ayudando a la gente. Y si hay alguno que es médico o enfermero y quiere venir como voluntario, el hospital está abierto y da la bienvenida a quien quiera venir a colaborar. Allá lo esperamos.

Fiesta de San Miguel y del Santo Cristo de Acebes

El padre José de Jesús nos habla sobre el nuevo obispo, monseñor Mikel Garciandía Goñi, que recibió la ordenación episcopal el pasado 20 de enero en la catedral de San Antolín, Palencia. También comparte su experiencia en la Unidad Pastoral de Frechilla y las parroquias que la constituyen: Frechilla, Guaza de Campos, Mazuecos de Valdeginate y Autillo de Campos.

Por: P. José de Jesús García
desde Palencia, España

El pasado 8 de mayo fue la fiesta patronal de San Miguel Arcángel, en Frechilla. Para iniciar la novena, monseñor Miguel nos honró con su presencia, presidiendo la misa en la ermita de San Miguel, a dos o tres kilómetros fuera del pueblo. Posteriormente se transportó en procesión la imagen de San Miguel hacia la parroquia. A petición de los habitantes del pueblo, el obispo bendijo los campos, en los que se sembró cebada y trigo. Nuestro nuevo obispo es devoto de san Miguel y también lleva su nombre. En casi todas las familias de Frechilla hay alguien que lleva ese nombre. El padre José Antonio Ovejero y su servidor acompañamos el novenario y conclusión de la fiesta con una misa solemne.

Continuando con las fiestas patronales, nos preparamos para Pentecostés, que coincide con la fiesta del Santo Cristo de Acebes, ermita ubicada a 3 kilómetros de distancia, en las afueras del poblado de Guaza de Campos. Dicha ermita es una construcción del siglo XVI. En su interior tiene un bonito retablo, obra del pintor español del renacimiento Pedro Berruguete, realizado en 1501. La ermita del Cristo de Acebes se encuentra en el campo, donde hoy no hay casas. Según cuentan los vecinos, tiempo atrás había un pueblo y, por alguna razón, la gente se fue a vivir a otro lugar.

La fiesta del Cristo de Acebes se celebra el día de Pentecostés. Nueve días antes comienza la novena. Suelen venir familiares de los vecinos de Guaza desde diferentes lugares de España para participar. El primer día los vecinos traen en procesión la imagen del Cristo de Acebes. Lo hacen en oración y silencio, trasladándola a la parroquia de Guaza. La procesión va acompañada por un grupo musical llamado Dulzaina, de música tradicional castellana, especial para estos momentos religiosos.

Para revivir el tiempo pasado y hacerlo presente para las nuevas generaciones, se conserva una hermosa tradición. Se cuenta que cuando había más habitantes en Guaza, se daba pan, cebollas y queso, pero sólo a los niños que participaban en la misa. Es una tradición que nació de los pastores y agricultores, pues estos productos son de esta zona. Hoy, esta fiesta tiene un sentido más tradicional y de bendición para continuar reavivando la fe. Los vecinos participan para recordar a sus seres queridos, con la certeza de que, si estuvieran vivos, por ninguna razón faltarían a la fiesta del Santo Cristo de Acebes.

Hoy se da el pan, queso y cebolla a las personas que participan de la misa o que llegan a la fiesta. Al estar repartiendo esos alimentos, la gente nos dice: «deme para mi mamá que no pudo venir porque hoy no está bien de salud. Me dijo: “ve a la fiesta, haz oración por mí y si hay pan, queso y cebolla tráemelos porque son del Santo Cristo y están benditos, los comeré y me harán bien”».Dios escuche nuestras oraciones y nuestras plegarias por cada persona de cualquier parte del mundo que nos pide rezar por ellas, por sus necesidades materiales y espirituales.Doy gracias a Dios por cada testimonio de fe que he visto y veo en esta gente. Es una bendición de Dios, y da gran alegría conocer la religiosidad y las tradiciones populares de los pueblos que integran la milenaria diócesis de Palencia.

Me despido de los bienhechores, amigos y familiares, y les pido sus oraciones para continuar el trabajo misionero que se nos ha encomendado en esta diócesis.

¡Viva el Sagrado Corazón!

A Federico Sinjuicio lo tenían etiquetado en el pueblo por ser una de las personas más extravagantes y que rompía con todos los esquemas de los bien pensantes y de las personas educadas de la alta sociedad. Usaba pantalones rojos y camisa amarilla y le gustaba ponerse una corbata de moño al cuello, de riguroso color morado.

Le encantaba subirse al quiosco de la plaza y cantar a medio día el Ave María de Schubert, con una voz de tenor extraordinaria, pero más desentonada que la de don Pancho el güero bajo la regadera, cuando se estaba bañando por las mañanas.

No era raro encontrarlo hacia las cuatro de la tarde por los rumbos del mercado, tirado bajo la sombra de un árbol, haciendo la siesta, después de los tacos que había comido gracias a la providencia que se había manifestado a través de alguna alma caritativa o evaporando los tres o cuatro mezcales que los amigos, por quitárselo de encima, le habían invitado.

Fede Sinjuicio, como todos lo llamaban, era un hombre bueno que no le hacía daño a nadie y su sencillez revelaba la belleza que llevaba por dentro, en un corazón noble, en un alma limpia y en unos sentimientos que se desbordaban cuando de hacer el bien se trataba.

Para muchos Fede se había convertido en parte del folclore del pueblo y todos notaban su ausencia cuando no lo veían deambular por los portales o dormido en una banca del atrio de la parroquia.

Algo que nadie se explicaba era cómo fuese posible que aquel hombre, en sus momentos de lucidez, hablara con tanta elocuencia y aquel que parecía el último del pueblo se prodigara en gestos de ternura y de servicio cuando encontraba a alguien en quien descubriera el mínimo dolor y cualquier sufrimiento.

Cuando alguien le preguntaba por qué ayudaba a los demás, respondía como el más cuerdo que jamás se hubiese visto. Es el Sagrado Corazón que me manda, decía, y repetía las palabras de san Juan, sacando de la bolsa de su pantalón un papel amarillento en donde estaba escrito: si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nunca lo ha visto nadie; si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.

Con frecuencia se le encontraba por las calles llevando una pancarta en donde estaba escrito: Dios es amor y eso basta. Y muchas de las personas que salían de la Iglesia, después de la hora santa, se sentían menos confundidas con la verdad que Fede les anunciaba en su pancarta que con los eruditos sermones del señor cura, quien siempre acababa enredado tratando de explicar la unión hipostática.

Y es que Federico Sinjuicio, en la simplicidad de su vida y en su aparente sin juicio, había ido entendiendo que la vida sin amor era como la fiesta sin música, como las torres sin campanas, como el comelón sin dientes o como la feria sin castillo. Le gustaba decir que era mejor una olla de frijoles compartida con los pobres que unas puntas de filete comidas a solas.

A él, por gracia divina, le había sido dado entender que más valía ser feliz que vivir con un tesoro en casa, pero sin poder salir a la puerta. Y para ser feliz para nada servía el ser famoso  si tenía que vivir aislado de las personas a quienes él amaba.

El amor lo había hecho libre y le había dado aquella sencillez que sólo se vive en los primeros años de la vida, cuando la ambición, el orgullo, el deseo de acumular cosas y poder no cuentan. Cuando la prepotencia que hace egoístas y rencorosos todavía no infectan el corazón; cuando la tristeza y la insatisfacción que enferman el alma y paralizan con sus prejuicios el corazón sencillo de quien se reconoce humano aún no contaminan la bondad que nos hace divinos sin perder lo humano.

A Fede nadie había podido envenenarle el espíritu impidiéndole reconocer a los demás como hermanos y muy alegre cantando simplemente decía: es el Sagrado Corazón, hermanos.

El amor le había enseñado a disfrutar de todo, reconociendo la bondad de Dios en lo que a los ojos de los demás parecía pequeño y despreciable; sobre todo cuando se vive con la soberbia que hace pensar que no se necesita de los demás y que en todo nos bastamos.

Federico no sabía lo que significaba la palabra individualismo y la indiferencia no existía en su lenguaje habitual, porque para él todas las personas que encontraba eran iguales. Él no sabía de alcurnias, ni de sangres azules, no distinguía los colores de la piel y nunca le habían explicado eso de las clases sociales.

Un día, entrando a media misa en la parroquia del centro, había oído al párroco que predicaba y, sin hacerse notar, se había acomodado atrás de una de las grandes columnas, desde donde podía ver todo sin ser visto, para no distraer a los devotos de la cofradía de los corazones coronados de espinas.

Era un sermón de esos que dicen que se hacen con el corazón y Federico, que de tonto no tenía ni un pelo, había grabado en su mente y en su corazón la frase principal que decía: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados.

A él esto le había bastado y cuando se le subían los grados del etílico que había consumido, se hacían más claras sus palabras y no se cansaba de repetir: porque soy pecador, Dios me ha amado.

Fede no había frecuentado muchas clases de teología y no había pasado por los grandes seminarios, pero había guardado en su corazón aquella experiencia que, aún en sus desvaríos, le permitía volver a ponerse delante de Dios y reconocer que en aquel Corazón traspasado siempre habría un lugar en donde encontrar cobijo y del cual nadie lo sacaría para expulsarlo como indeseado.

Durante los novenarios al Sagrado Corazón, Federico Sinjuicio, no se perdía ninguno de esos encuentros y aunque eran a la misma hora en que todos estaban viendo La rosa de Guadalupe, él sabía que más valía quedarse unos minutos contemplando aquel Corazón abierto que todos los milagros que le contaban los miembros de los cenáculos de santo Tomás, el desconfiado.

Seguramente su hazaña más grande fue haber compuesto un poema para las fiestas del Sagrado Corazón, en el que la rima y la métrica poco le habían importado. Para alegría de todos sus paisanos se había contentado en repetir veinte veces, ¡Viva el Corazón de Jesús! ¡Viva el Corazón que tanto nos ha amado! ¡Viva Jesús en la cruz en donde nos ha mostrado su corazón traspasado para decirnos que nadie como Dios nos ha mejor amado!

Los años pasaron y con ellos también Federico Sinjuicio desapareció de su pueblo, sin que nadie se diera cuenta, pero la gente no lo olvidaba, pues decían que había sido un rostro en el que habían conocido el amor que Dios nos tiene y que brota de aquel corazón traspasado.

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados.

Queridos, si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nunca lo ha visto nadie; si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. Reconocemos que está con nosotros y nosotros con él porque nos ha hecho participar de su Espíritu. Nosotros lo hemos contemplado y atestiguamos que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo.

Si uno confiesa que Jesús es Hijo de Dios, Dios permanece con él y él con Dios. Nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tuvo. Dios es amor: quien conserva el amor permanece con Dios y Dios con él”. (I Jn 4, 10-16)

P. Enrique Sánchez, mccj