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De la gratitud al compromiso

Celebraciones del 75 aniversario de la presencia de los combonianos en México
El sábado 14 de octubre los Misioneros Combonianos celebramos una misa de acción de gracias en la Basílica de Guadalupe por los 75 años de nuestra presencia en México. El domingo 15 nos congregamos todos en Xochimilco, sede de nuestro noviciado y de la casa provincial, para clausurar de manera festiva este hermoso acontecimiento.

Por: P. Rafael González Ponce, mccj

San Daniel Comboni visitó a nuestra Madre de Guadalupe, esa frase podría resumir lo que hemos vivido el sábado 14 de octubre en la Basílica del Tepeyac. Era la culminación de un año jubilar por los 75 años de presencia evangelizadora de los misioneros combonianos en México. Numerosos grupos se empezaron a concentrar en el atrio mariano, muchos con sus banderas y camisetas coloreadas de símbolos alusivos a la ocasión, venidos de todas nuestras comunidades esparcidas a lo largo y ancho del país.

La solemne celebración litúrgica nos hizo experimentar un gozo orante lleno de fe y esperanza. Mons. Jaime Rodríguez Salazar, primer obispo comboniano mexicano, presidió a la Eucaristía, mientras que el P. Rafael Güitrón Torres, superior provincial, nos fortaleció con su homilía: “Somos conscientes que nuestro agradecimiento no es sólo un hacer memoria del pasado sino sobre todo un compromiso para el presente y el futuro…” para concluir rezando a la Morenita: “Que no tengamos otra pasión sino anunciar el Evangelio y caminar al lado del pueblo que sufre para contagiarles Vida. Bendice, Madre, esta nueva etapa de los misioneros combonianos que hoy iniciamos en el nombre de tu Hijo Jesús

Al día siguiente, verdaderamente en un ambiente festivo, continuó la celebración en el cerrito del noviciado de Xochimilco. Alrededor de dos mil asistentes entonamos, al ritmo de mandolinas y flautas, los cantos a Comboni y el himno de los 75 años, compuesto por el P. Jesús Lobato. El señor obispo de Xochimilco, Mons. Andrés Vargas Peña, con gran amistad, tuvo a bien acompañarnos. Cabe destacar la presencia de dos miembros del Consejo General, el P. David Costa Domíngues y el Hno. Alberto Lamana Cónsola. Nuestras provincias hermanas de Centroamérica y de Estados Unidos estuvieron representadas, la primera por su provincial el P. Juan Diego Calderón Vargas y la segunda por nuestra querido P. Enrique Sánchez González.

Al final del día, recorriendo los puestos de taquitos, tamales, elotes, perros calientes, horchata y ricos postres…o entretenidos en la tómbola… todo era gratitud hacia los organizadores y los seminaristas. Un trío amenizaba con sus románticas baladas y del otro lado no se cansaban de interpretar la tradicional danza de los viejitos. Los motores de los autobuses empezaron a calentar pues a muchos les esperaba un largo viaje para regresar a sus lugares de origen, mientras los abrazos y mutuas bendiciones nos llenaban el corazón de alegría y paz. Es hermoso pertenecer a esta familia misionera que hoy vuelve a soñar grandes horizontes.


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Dos vidas consagradas a la misión

Las hermanas Ana Rosa Herrera y María Lourdes García (en el centro de la foto) son dos misioneras combonianas que acaban de hacer sus votos perpetuos, es decir, se acaban de consagrar de por vida para el servicio misionero siguiendo las huellas y el carisma de San Daniel Comboni. Ana Rosa ha sido destinada a Kenia, mientras que María Lourdes espera volver pronto a Palestina, donde lleva ya unos años trabajando con los pueblos beduínos. Las dos nos comparten su testimonio.

Hna. Ana Rosa Herrera Cisneros
El Molino, Huajuapan de León, Oaxaca
Enviada a Kenya

Qué significa para ti tu consagración perpetua para las misiones?

Tiene un sentido de amor, de pertenencia y de compromiso a predicar la Palabra de Dios en tierras lejanas; de ser su testigo para toda mi vida en medio de su pueblo. Significa acoger una llamada a la misión ad gentes y, al mismo tiempo, un compromiso con la Iglesia local y universal. Seguir el envio de Jesús: “vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio”.

Qué te motiva regresar próximamente a la misión?

La alegría y la esperanza de compartir la fe en el Resucitado y seguir colaborando con el Reino de Dios con mi presencia y vida misionera. Encontrarme con nuevas personas y realidades, aprender una nueva lengua, conocer una cultura en una comunidad en Kenya; compartir mi fe con los pueblos que aún no conocen a Jesús y ser una mensajera del amor, el perdón, la reconciliación y la paz; saber que Jesús me espera y envía a una tierra nueva, donde me seguirá guiando y acompañando a vivir en plenitud la llamada -“ven y sígueme”- en medio de mis hermanos y hermanas en Kenya.


Hna. María de Lourdes García Grande
Puebla
Enviada a Israel-Palestina

¿Qué significa para ti tu consagración perpetua para las misiones?

para mí es una entrega total a Dios y a los pueblos donde Dios me quiere enviar. En realidad, ya la primera profesión fue para mi esa entrega total, aunque no tenía una experiencia profunda de lo que conlleva la misión. Ahora, con la consagración perpetua, acojo la misión con todo lo que conlleva: tanto alegrías como tristezas y dificultades y, sí, confirmo mi sí para toda la vida con la confianza de que no estoy sola, sino que es Dios quien me guía y va conmigo, con el apoyo de mi familia Comboniana. 

¿Qué te motiva a regresar a tu misión?

El deseo de seguir compartiendo el rostro de Dios con estos pueblos desfavorecidos y decirles: ¡Hey! Dios no te ha abandonado, está aquí y se hace presente aún en tus sufrimientos y dificultades, Dios te ama. Yo no puedo evangelizar con palabras o cursos de pastoral, pero sí en el compartir del día a día con los beduinos (comunidades del desierto en Palestina). Me da mucha vida el compartir con mujeres y niños a través de jardines de infancia y cursos de empoderamiento. Además de eso, también ellos nos hacen partícipes de su vida cotidiana, sus situaciones difíciles o sus alegrías, cuando hay bodas o funerales, cuando los jóvenes obtienen algún logro o en el nacimiento de algún bebé. Son muchas vivencias que me hacen experimentar a un Dios vivo y amoroso que no pone barreras de lengua o religión.

Hna. Cecilia Sierra: “la oración es vida”


María Cecilia Sierra es una Misionera Comboniana mexicana. Ha trabajado en varios países. Ahora vive en el mundo árabe oriental. Habla de sus experiencias. «’Gracias’ es la palabra que emana de lo más profundo de mí cuando contemplo su acción y me siento parte de su obra amorosa».

Todo es gracia. La gratuidad y la belleza divinas son valores que definen y guían mi vida y mi oración. “Gracias” es la palabra que emana de lo más profundo de mí cuando contemplo su acción y me siento parte de su amorosa obra.

Este sentido de gracia y gratuidad me sumerge, me conecta con lo divino y me prepara para descubrir sus huellas en el mundo. En verdad, Dios me ha prodigado con exceso de mansedumbre, misericordia, ternura, gracia y bondad.

Comencé a descubrir la belleza y la ternura de Dios desde muy temprana edad. Mi conciencia de su presencia empezó a surgir cuando tenía cinco años, con mi primera Comunión.

A los doce años era catequista, participando en actividades misioneras en pueblos indígenas. El rancho de mis padres, la tierra, los cultivos, los árboles y los animales emanaban lo divino para mí. Observé extasiada el amanecer y el atardecer. Las palabras de consuelo de Isaías en el Salmo 138 y la persona de Jesús en los Evangelios han sido fuentes dominantes de inspiración.

La gracia y el Espíritu de Dios han guiado mis pasos hacia espacios sagrados en Italia, Estados Unidos, Egipto, Sudán, Sudán del Sur y Guatemala. Como religiosa mexicana me siento privilegiada y enriquecida por el cariño que me han prodigado los corazones que me han acogido y por tanta diversidad cultural que me desafía y enriquece. Sé que fui abundantemente bendecida. Pero vivir en Tierra Santa es otro nivel.

Llevo unos meses viviendo entre Jerusalén y Jericó. El desierto se ha convertido para mí en un espacio sagrado. Mi ministerio como misionera comboniana se expresa en el trabajo en los campamentos beduinos en el desierto.

Visitamos a las familias diariamente y promovemos actividades de educación y desarrollo bajo un sol abrasador. Por eso me consuela detenerme al atardecer. Con la brisa del atardecer, el alma recupera la calma y se renueva. También por la noche –en el silencio de nuestra pequeña capilla– recuerdo los encuentros, los rostros y la acción de Dios favoreciendo la comunión.

Desde ese espacio, la oración me reconecta con las personas y sus historias, sueños y resiliencia; con las flores que florecen y resisten el intenso calor; con las piedras bellamente formadas que anhelan contar su historia antigua; con las cuevas y refugios, las cabras y los pastores.

Haber superado el desafío de recorrer caminos sinuosos, de caminar por senderos solitarios, tortuosos y estrechos en el desierto reconforta y eleva el espíritu.

El desierto –su inmensidad y belleza, dureza y aridez– me conecta con las ammas (mujeres sabias) del desierto. Portadoras del Espíritu, son iconos inspiradores en mi anhelo de unión y encuentro con lo divino. La belleza del desierto reclama el corazón: “La llevaré al desierto y hablaré a su corazón” (Oseas 2,16).

Sintiendo la constante llamada a la interioridad y al recogimiento, mi alma sonríe feliz y agradecida. Enamorado de tanta belleza y ante tanta gracia abundante, sólo logro suspirar profundamente y balbucear un “gracias” que brota de lo más profundo de mi alma.

Extensión de la CIM en Barahona, Rep. Dominicana

Con ilusión vamos a comenzar una nueva Comunidad Intercongregacional Misionera (CIM) en Barahona, República Dominicana. Los desafíos son fuertes, pero confiamos una vez más en la oración de quienes nos acompañan en nuestro caminar misionero.

Por: Comunidad Intercongregacional Misionera

En julio pasado nos informaron que nuestra comunidad fue llamada a tener una «extensión» en República Dominicana. Las Misioneras Combonianas, las Maestras Católicas del Sagrado Corazón de Jesús y las Mercedarias Misioneras de Barcelona asumiríamos esta nueva CIM, abierta en todo momento a otras congregaciones que quieran integrarse a nuestra misión, ya sea en Haití o ahora en República Dominicana.
El obispo, monseñor Andrés Napoleón, puso en nuestras manos tres urgencias que necesitan atenderse en Pueblo Nuevo, un barrio marginal y conflictivo de Barahona:
1.- Ser presencia de una mística católica en el único colegio parroquial que hay en un barrio en el que están proliferando las sectas protestantes.
2.- Atender un Centro de Día para personas mayores pobres y vulnerables y que, de no ser por este recurso, estarían sumidas en la soledad y el abandono.
3.- Acompañar en la pastoral parroquial a los diferentes grupos que ya están en marcha.
El 20 de julio, Carmelita, Maninha y Clemencia fuimos a Barahona para conocer directamente en qué consistiría nuestra nueva misión. Compartimos dos días con las Hermanas Vicentinas, quienes después de 52 años de presencia en la zona se retiran del lugar. Con mucha sencillez y calor de hermanas nos explicaron en qué consistiría el relevo en sus actividades.
La CIM ha estado presente en Haití y para nosotras es un gran desafío asumir esta nueva comunidad. Es exigente y asusta un poco, pero confiamos en que, con ayuda de Dios, saldremos adelante. Se nos garantiza casa para vivir y un pequeño sueldo para manutención, pues, aunque no se podrá asumir ningún trabajo subvencionado por el estado dominicano por ser todas extranjeras y sin residencia legal, hay un convenio entre instituciones católicas y el gobierno de República Dominicana al que el obispo nos da la posibilidad de acogernos.
Creemos que en este barrio encontraremos también presencia de familias haitianas a quienes podremos acompañar y orientar. Sabemos que son muy duras las circunstancias que pesan sobre las personas de nacionalidad haitiana que han emigrado desde su país en búsqueda de nuevas oportunidades de vida y que se han encontrado actitudes racistas que las denigra y excluye. Si la CIM en Barahona es una extensión de la CIM de Haití, siempre tendrá en su orientación escuchar el clamor de quien es pisoteado y oprimido.
Deseamos un buen inicio de misión a las hermanas destinadas allá: Rosa María del Socorro López Castañeda, María Pedro Gonçalves y Cynthia Cristina Jiménez López. Y en Haití permaneceremos: María del Carmen Santoyo González, Clemencia Rodríguez Hidalgo y Luigina Coccia.
Tenemos la certeza de que tratamos siempre de actuar escuchando la voz de Dios en el clamor de las personas más pobres y vulnerables, pero somos frágiles y necesitamos la fuerza de la oración.

Fiesta de San Daniel Comboni

Cuando la vida continúa para siempre

Por: Hna Maria Teresa Ratti, smc

Hoy, 10 de octubre de 2023, recordamos el día en que nuestro amado padre Daniel Comboni entregó su vida a las manos de Dios para siempre. Era la tarde del 10 de octubre de 1881. En aquellas horas llenas de dolor y tristeza, en la ciudad de Jartum, corazón palpitante de su inmenso Vicariato, los terrones del Evangelio eran fecundados con una semilla preñada de vida entregada en plenitud. Y se regaban con el caudal de una pasión capaz de generar las multitudes que la nigricans margarita llevaba siempre en su seno de Madre de la Humanidad.

Alrededor del moribundo Daniel Comboni estaba, desconsolado, un pequeñísimo grupo de misioneros, rodeados por el pueblo que, en el Mutran es Sudan -el padre de la nigricia- había visto el verdadero signo del cuidado que Dios tiene por todas sus criaturas. Eran todavía un pequeño rebaño que demasiado pronto quedó huérfano de su “pastor, maestro y médico”. Con cada uno de ellos, Mons. Comboni había formado “una causa común”, que le había llevado a declarar que: “Viviré y moriré con África en los labios”. Para siempre.

Muchos gemidos y sollozos se elevaron al cielo cuando se anunció la triste noticia. Sor Teresa Grigolini, su hija espiritual y discípula de la primera hora, recordaba: “La irreparable pérdida del Excelentísimo Monseñor nos sumió a todos en la más profunda pena y dolor. Ah, pobre Monseñor, le recuerdo como si estuviera presente. Su gran corazón abrazaba al mundo entero. La inmensa caridad que fermentaba en su corazón y la ilimitada confianza en Dios que tenía no pueden ser concebidas sino por aquellos que se acercaron a él aquí en África principalmente. A veces decía: cuando quieras consolarme, dime que quieres a África. Era el amigo de todos los pobres, y por eso al conocer la noticia de su muerte hubo un grito general de dolor en toda la ciudad, un movimiento extraordinario. Ah! África ha perdido a su Apóstol más ferviente, y nosotros a un padre amoroso. En cualquier caso, adoramos en silencio las disposiciones divinas’. (cf. Extractos de su carta a un hermano, 10 de noviembre de 1881).

También nosotros queremos hoy detenernos en el silencio, escuchar de nuevo las palabras y los hechos de una vida vivida bajo el signo de una “vocación ardua, difícil y santa” (Escritos, 6814).

O Nigrizia, O Morte” había repetido Daniel Comboni en su vida cotidiana de incansable misionero apostólico. Lo había escrito con letra clara desde la primera redacción del Plan para la Regeneración de África, en 1864: “Este plan no se limitaría, pues, a las antiguas fronteras trazadas por la Misión de África Central (…) sino que abarcaría y, por tanto, explicaría y extendería su actividad sobre casi toda África”. (Escritos, 813)

En aquella triste noche del 10 de octubre de 1881, la muerte cortó los latidos de un corazón que había abarcado el mundo; un corazón que había abarcado la historia de un inmenso continente, del que se había convertido en hijo predilecto y fiel pastor. Al recoger su último aliento, la amada Nigrizia se convirtió en heredera y custodio indiscutible de una herencia preciosa y santa. Para ser regenerada y compartida en la vida de sus gentes y en los caminos de toda la Humanidad.

La extraordinaria fecundidad generada por la vida -y la muerte- de Daniel Comboni se alza ante nuestros ojos como un estandarte de gloria a la fidelidad divina en todas sus obras.

Hoy, en el tiempo de la sinodalidad como paradigma eclesial fundante para vivir la misión evangélica, el dies natalis de San Daniel Comboni nos recuerda que, en la cita del Sínodo de los Obispos que tiene lugar este mes en Roma, la Iglesia que vive en África está presente como protagonista. Sí, la Perla Negra brilla y, desde el Cielo, Comboni sonríe y bendice.

Inicia el Sínodo de la Sinodalidad

Francisco abrió la primera Congregación General del Sínodo sobre la Sinodalidad y recordó a todos los participantes reunidos en el Aula Pablo VI que la asamblea “no es un parlamento, ni un encuentro entre amigos”.

Texto y foto: Vatican News

La escucha, ayuno de la palabra pública, mucho espacio para el Espíritu Santo, la oración, la reflexión -especialmente sobre los textos de San Basilio-, sin lugar para la cháchara, la mundanidad, las ideologías.
Sentado a la mesa con los representantes de la Secretaría General del Sínodo, el Papa abrió la primera Congregación General del Sínodo sobre la Sinodalidad y señaló a los más de 460 participantes el camino a seguir durante estas cuatro semanas de trabajo, instando a todos los periodistas, que hacen un trabajo “muy bonito, muy bueno”, a que les ayuden a transmitir el mensaje de que la “prioridad” es “escuchar”, antes de hablar.

El Espíritu Santo protagonista

El Papa llegó temprano al Aula Pablo VI, para la ocasión modificada en sus espacios, saludado por los presentes empezando por los dos obispos chinos, miembros en la asamblea por nombramiento papal. Junto a cardenales, obispos, religiosos, consagrados y consagradas, Francisco rezó y cantó la invocación al Espíritu Santo, el que -dijo en su breve discurso introductorio- es el verdadero “protagonista” del Sínodo. 
“El protagonista del Sínodo no somos nosotros, es el Espíritu Santo, y si dejamos paso al Espíritu Santo, el Sínodo irá bien.”

No a la charlatanería, una enfermedad frecuente

Y precisamente para “no entristecer al Espíritu” que se desanima con “palabras vacías, palabras mundanas”, el Papa vuelve a advertir contra la “charlatanería”, un “hábito humano, pero no bueno”, una “enfermedad muy frecuente entre nosotros” y “común en la Iglesia”.

La prioridad de la escucha

Más que las palabras, la preocupación del Papa es que durante el Sínodo se dé espacio a la escucha: “Existe la prioridad de la escucha -dice- y debemos dar un mensaje, y esto a los operadores de prensa, a los periodistas que hacen un trabajo muy bello, muy bueno. Pero debemos dar precisamente una comunicación que sea reflejo de esta vida en el Espíritu Santo”.
“Hace falta un ascetismo -perdón por hablar así a los periodistas- pero, un cierto ayuno de la palabra pública para custodiar esto. Y lo que se publique, que sea en este ambiente. Algunos dirán -lo están diciendo- que los obispos tienen miedo y por eso no quieren que los periodistas digan. No: el trabajo de los periodistas es muy importante. Pero hay que ayudarles a decir esto, este ir en el Espíritu.”

Mensaje a los periodistas

Francisco recuerda cómo la controversia y la presión de los medios de comunicación en Sínodos anteriores se superponían a las discusiones en el aula, a menudo incluso dirigiendo el orden del día. “Cuando (hubo) el Sínodo sobre la familia, estaba la opinión pública hecha por los mundanos de nosotros, que era dar la comunión a los divorciados: y así entramos en el Sínodo. Cuando (hubo) el Sínodo para las Amazonas, estaba la opinión pública, la presión, que era hacer los viri probati: entramos con esta presión, ¿no?”.
“Ahora -dice el Papa- se especula sobre este Sínodo: ‘¿Pero qué harán? Quizá el sacerdocio a las mujeres’, no sé, estas cosas las dicen fuera, ¿no? Y dicen tantas veces que los obispos tienen miedo de comunicar lo que está sucediendo”. Por eso el Pontífice se dirigió directamente a los “comunicadores”, pidiéndoles “que hagan bien su función, con justicia, que la Iglesia y las personas de buena voluntad -los otros dirán lo que quieran- comprendan que también en la Iglesia existe la prioridad de la escucha. Transmitan esto: es muy importante”.

Reflexionar sobre los textos de San Basilio

A continuación, el Papa señala algunos textos de antología patrística como instrumento de reflexión para todos los participantes: “Están tomados de San Basilio, que escribió ese hermoso tratado sobre el Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque quiere que comprendamos esta realidad, que no es fácil… Por favor, reflexionen y mediten sobre ellos”, exhorta.

Un Sínodo deseado por todos los obispos del mundo

“No es fácil”, dice el Papa, embarcándose ahora en este Sínodo sobre la Sinodalidad, fruto de un camino de 60 años: “No es fácil, pero es hermoso”. Sobre todo, es un Sínodo, el que comienza hoy, “que todos los obispos del mundo querían”.
“En la encuesta que se hizo después del Sínodo de Amazonas, a todos los obispos del mundo, el segundo lugar de preferencia fue éste: la sinodalidad. En primer lugar estaban los sacerdotes, en tercer lugar creo que una cuestión social. Pero, en segundo lugar [la tema de la sinodalidad estaba en segundo lugar]. Todos los obispos del mundo vieron la necesidad de reflexionar sobre la sinodalidad. ¿Por qué? Porque todos se dieron cuenta de que la fruta estaba madura para tal cosa.”

No es una reunión “parlamentaria”

Así que “con este espíritu comencemos a trabajar, hoy”, afirmó Francisco, recordando de nuevo -como hizo hoy en su homilía durante la Misa en la Plaza de San Pedro- “que el Sínodo no es un parlamento: es otra cosa; que el Sínodo no es una reunión de amigos para resolver algunas cosas del momento o dar opiniones: es otra cosa”.
“Si hay otros caminos por intereses humanos, personales, ideológicos en medio de nosotros, no será un Sínodo, será una reunión más parlamentaria, que es otra cosa. El Sínodo es un camino que hace el Espíritu Santo.”