Iglesia en Gumuz, Etiopía: compromiso por la paz y relanzamiento de la pastoral

Por: P. Isaías Sangwera Nyakundi, mccj
Desde: Gublak, Etiopía

comboni.org

Etiopía es un país de gran diversidad cultural, lingüística y religiosa. Con el tiempo, el fortalecimiento del sentimiento de identidad, alimentado también por la definición constitucional de «república federal», ha contribuido a la escalada de tensiones entre los distintos grupos, tanto en las relaciones internas como en las relaciones entre los estados regionales y el gobierno central. [En la foto, el padre Isaias Sangwera, comboniano con los gumuz, da las gracias a la ONG Cnewa].

El estado regional de Benishangul-Gumuz está situado al oeste del país, en la zona de Metekel, y limita al norte y noreste con la región de Amhara, al sur y sureste con las regiones de Oromia y Gambela, y al oeste con Sudán. La capital regional, Assosa, está situada a unos 680 kilómetros al oeste de Addis Abeba. La mayoría de sus habitantes son de etnia gumuz, un pueblo de origen nilótico, no muy numeroso (unos 200.000) pero que abarca un vasto territorio y habita actualmente tanto en Etiopía como en Sudán. En Etiopía, los gumuz permanecieron al margen de la sociedad etíope durante muchos siglos. En las últimas décadas han adquirido derechos propios y control sobre sus tierras y responsabilidad política gracias al ascenso de su propia élite en la gestión del poder. Agroclimáticamente, la mayor parte de la región se sitúa entre los 580 y los 2730 metros sobre el nivel del mar. Está dotada de enormes recursos naturales, como bosques, tierras de cultivo y agua.

La Iglesia católica

La primera misión católica de la región fue abierta en 2000 por las hermanas misioneras combonianas en Mandura. Los combonianos les siguieron y abrieron dos comunidades apostólicas en Gilgel Beles en 2003 y en Gublak en 2011. Benishangul-Gumuz es una zona de primera evangelización y de compromiso con la promoción humana y el desarrollo, llevado a cabo principalmente en los sectores de la educación y la sanidad. Desde hace unos cuatro años, por desgracia, la zona -como varias otras regiones de Etiopía- es escenario de combates que han puesto a dura prueba la vida de la población.

La misión católica de Gublak fue la más afectada y sufrió las peores consecuencias del conflicto. Cuando estallaron los combates, la población se vio obligada a huir para ponerse a salvo. Los misioneros habíamos optado por quedarnos solos en la zona, pero al empeorar la situación, también nos vimos obligados a abandonarla. La población en general, pero también nuestras comunidades cristianas, experimentaron inseguridad, inestabilidad, saqueos, asesinatos, y varios jóvenes católicos se unieron a las milicias rebeldes.

A nuestro regreso en 2022, junto con miles de personas que también habían vuelto, habíamos celebrado con los fieles la gran solemnidad del Mesqel (la Cruz) con una misa solemne en la víspera, encendiendo el tradicional gran fuego de la bendición (demerà), una hoguera litúrgica, con bailes, cantos y gritos de alegría. En los enfrentamientos interétnicos que se han producido en los últimos años en torno a las misiones de Gilgel Beles y Gublak, hemos sido una fuente de aliento para todos los gumuz. A veces vistos con recelo por el gobierno, a veces hemos sido convocados por las agencias de inteligencia de seguridad.

Algunos misioneros de Gublak fueron incluso detenidos durante un tiempo y nuestros vehículos fueron confiscados temporalmente bajo la sospecha de que se utilizaban para el contrabando de bienes robados o, peor aún, para comunicarse secretamente con los rebeldes.

Años de conflicto

En los últimos años, por tanto, nuestras actividades y la fe de las comunidades cristianas se han visto puestas a prueba. Como misioneros y misioneras en esta zona, hemos optado por permanecer junto a la población a pesar de los peligros. Hemos sufrido las consecuencias de nuestras opciones misioneras. Desde nuestro regreso, hemos centrado nuestro trabajo en animar a los miembros de los diversos grupos étnicos a vivir en unidad y coexistencia pacífica. Más aún en este año jubilar centrado en la esperanza. Hemos reanudado la organización de iniciativas de formación cristiano-humanas a todos los niveles, animando a los líderes eclesiales y a los fieles a profundizar en su fe, en el conocimiento de la palabra de Dios y en la identidad de la Iglesia católica, su estructura y su tradición. Ser profético hoy en Etiopía exige un serio compromiso en los campos de la justicia, la paz y la promoción de los derechos humanos.

El compromiso de larga duración de la Iglesia con el desarrollo humano integral va de la mano con la formación sobre la Doctrina Social de la Iglesia para promover colaboradores laicos capaces de ayudar a crear una cultura de la vida, la paz, la justicia, el desarrollo sostenible y el respeto por la creación. Después de más de 20 años de presencia, somos conscientes de que el evangelio que hemos tratado de comunicar no ha calado hondo en el tejido cultural de los gumuz, y en este tiempo ha prevalecido el poco respeto por la vida humana y un fuerte sentido de venganza. Así nos lo confirmaron jóvenes católicos que regresaron a sus hogares tras haber formado parte de grupos combatientes.

Cientos de inocentes han perdido la vida, como la madre de un catequista asesinada con veneno por los rebeldes porque se sospechaba que practicaba el mal de ojo, o la ejecución sumaria de varias jóvenes enfermeras secuestradas y ejecutadas a sangre fría sólo por ser de etnia no gumuz por los rebeldes, entre ellas algunos jóvenes católicos que confesaron. Tales episodios dejan una profunda herida en quienes sufrieron sus consecuencias.

Volver a la normalidad

En cambio, desde el cese de los grandes enfrentamientos, el gobierno regional ha hecho un llamamiento a las familias gumuz para que abandonen sus escondites y se instalen en lugares especialmente preparados. Muchas familias aceptaron la invitación a pesar de los inconvenientes causados por la ausencia de servicios básicos en los lugares establecidos, al tiempo que se convencía a muchos miembros de los grupos armados para que se sentaran a la mesa de negociaciones. De hecho, en la zona donde operamos y en los distritos de Pawi, Dangur y Mandura, a pesar de un acuerdo de principio, las autoridades se han desentendido hasta ahora de investigar la responsabilidad de los crímenes ocurridos. Así pues, la confianza de la población en las autoridades regionales, en el puesto de mando de Meketel y en las instituciones gubernamentales de Addis Abeba ha ido disminuyendo. Como consecuencia, algunos grupos rebeldes marginales están reforzando su presencia en algunos pueblos del distrito de Mandura y lanzando ataques esporádicos contra las milicias gubernamentales. A mediados de enero, el ejército respondió lanzando una operación especial que acabó con la vida del líder rebelde. Unos días más tarde, en represalia, un vehículo público que circulaba entre las localidades de Gilgel Beles y Chagni fue atacado causando decenas de víctimas. Una señal concreta de que aún no se ha logrado una verdadera pacificación. Con este telón de fondo, estamos convencidos de que los esfuerzos y recursos de la Iglesia deben desplegarse en la preparación de los trabajadores laicos mediante una educación seria y una formación continua en una Iglesia local que se transforme en una auténtica «escuela de educación para la paz».

Proponemos, por tanto, que los programas de educación, formación e iniciación sacramental encuentren, siempre que sea posible, una conexión con el gran tema de la paz, haciendo hincapié en los modos concretos para que todos los fieles, desde los niños hasta los jóvenes y los adultos, encarnen estas enseñanzas en sus relaciones mutuas y en la sociedad de la que forman parte. Son ellos, de hecho, quienes actuarán en el gobierno, la empresa, la judicatura, la vida familiar, la sociedad civil y el ejército.

Si bien es cierto, en efecto, que los sacerdotes y los religiosos son llamados, instruidos, formados espiritualmente y encargados sobre todo de responder a las necesidades de los fieles para su crecimiento espiritual, el papel específico de los laicos, como exhortó el Vaticano II, es «la renovación de todo el orden temporal».

Diálogo interreligioso e inculturación

Otro tema prioritario de nuestra actividad pastoral es el diálogo interreligioso. Geográficamente, nuestros centros de misión de Benshangul-Gumuz limitan con Sudán. En consecuencia, la religión islámica tiene una gran influencia en la vida de nuestra población. El conflicto de los últimos años ha puesto de manifiesto que la religión puede ser a veces fuente de conflicto y división. Desde nuestro regreso, hemos observado que cada vez se construyen más mezquitas en los pueblos de la gumuz.

A menudo están dirigidas por operadores musulmanes, incluso de otros países, con evidentes intenciones proselitistas y actitudes radicales y agresivas. Utilizan en muchos casos la distribución de ayuda material o dinero para atraer a la gente, en contraste con lo que se hace en nuestras misiones, donde incluso la ayuda humanitaria siempre se ha dado y se sigue dando de forma incondicional e independiente a todos, independientemente de su afiliación religiosa o étnica. Estamos convencidos de que la práctica religiosa, en sus diversas expresiones, puede desempeñar un papel importante en la promoción del encuentro, la aceptación mutua y la paz.

En cuanto a la urgencia pastoral de inculturar el Evangelio expresándolo a través de los valores tradicionales de los gumuz, estamos muy agradecidos a los primeros misioneros que dieron pasos positivos en este ámbito. Pretendemos seguir colaborando con la Iglesia local en la producción de material litúrgico y catequético, adoptando la gramática oficial propuesta por el gobierno, para profundizar en el encuentro del evangelio con la cultura local.

Conclusión

Somos conscientes de que la evangelización es una realidad compleja y dinámica. Esto se ha hecho aún más evidente para nosotros en la familia comboniana de Etiopía, entre los gumuz, en este período de renacimiento pastoral en el post-conflicto. Hemos tenido la confirmación de que la auténtica evangelización no debe partir de nosotros mismos, sino de la contemplación de la obra del Espíritu, verdadero protagonista de la actividad apostólica, que sopla y actúa de maneras siempre nuevas.

El compromiso de todo evangelizador es, por tanto, poner la oración y el encuentro con Cristo en la base de toda iniciativa. Esto nos ayuda a discernir cómo nos pide el Señor que actuemos, creyendo en la fuerza del Evangelio testimoniado y en la acción del Espíritu. En efecto, es el Espíritu quien nos inspira los mismos sentimientos de san Pablo: «Porque anunciar el Evangelio no es para mí una vanagloria, ya que es una necesidad que se me impone: ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si lo hago por iniciativa propia, tengo derecho a la recompensa; pero si no lo hago por iniciativa propia, es un encargo que se me ha confiado» (1 Co 9,16-17). Las palabras de Lucas 5,4 nos animan: «Salid al mar y echad las redes para pescar», una exhortación significativa para nosotros, combonianos de Gumuz, hoy, que nos invita a recordar el pasado con gratitud, a vivir el presente con entusiasmo y a mirar al futuro con confianza.

Nuestro trabajo, nuestro compromiso, nuestro camino de «peregrinos de la esperanza» continúan en este año jubilar en la búsqueda de nuevos caminos de evangelización.

Los Combonianos entregan la parroquia de Palca al clero peruano de la diócesis de Tarma

En una emotiva ceremonia llena de gratitud y recuerdos, los Misioneros Combonianos se despidieron de la Diócesis de Tarma tras más de 60 años de entrega y servicio. Su presencia fue un faro de esperanza y fe, pues trabajaron incansablemente en casi todas las parroquias de la prelatura y, posteriormente, de la diócesis. Enseñaron religión, supervisaron proyectos arquitectónicos y fortalecieron la fe de muchas personas.

Su travesía, iniciada a petición del Vaticano para establecer una nueva prelatura, ha dejado una huella imborrable en las vidas de quienes fueron tocados por su labor evangelizadora.

La historia comienza cuando los Misioneros Combonianos llegaron dispuestos a afrontar el desafío de construir una nueva diócesis. El P. Humberto Unterberger asumió la parroquia de Palca en 1974, atendiéndola primero desde la comunidad de Tarma y luego estableciéndose en Palca como su primer párroco. Le siguieron el P. Hilmar Gulba (1933-2023), quien amplió la iglesia parroquial con una nave lateral y reemplazó el puente de madera a la casa parroquial por uno de hierro y cemento, y posteriormente el P. Eduardo Falk (1935-2024), quien fue párroco durante treinta años hasta que la enfermedad lo obligó a retirarse a Lima y luego a Alemania, donde falleció el 1 de enero de 2024. Le siguieron el P. Luis Weiss y, finalmente, el P. Alfonso Pérez, quien tuvo el honor de ser el último párroco comboniano.

El 1 de febrero, con la presencia del Superior Provincial, P. Nelson Mitchell, se entregó la parroquia Santo Domingo de Guzmán de Palca al clero diocesano, en manos de su obispo, Mons. Timoteo Solórzano MSC. La ceremonia solemne, celebrada en Palca, contó con la asistencia de numerosos sacerdotes combonianos y diocesanos, así como con una nutrida participación de amigos y feligreses. Esta era la última parroquia que permanecía en manos de los combonianos en la diócesis de Tarma.

El día 2 de febrero se celebró una misa en la catedral, donde, al finalizar la ceremonia, Monseñor Solórzano develó una placa conmemorativa en honor a los Misioneros Combonianos. La placa, ubicada junto a la tumba de Monseñor Lorenzo Unfried MCCJ, segundo obispo de Tarma-Cerro de Pasco, representa un recordatorio perenne de su entrega y servicio. Ambas ceremonias estuvieron impregnadas de emoción y gratitud, con cantos combonianos que animaron cada momento.

En 1958 se creó la Prelatura de Tarma con Mons. Antonio Kühner como su primer prelado. Kühner, quien había sido párroco en Huánuco, fue nombrado obispo de esa diócesis en 1980. Mons. Lorenzo Unfried, entonces obispo auxiliar de Arequipa, fue designado como su sucesor y tomó posesión de la prelatura el 4 de enero de 1981. Todas las parroquias estaban en manos de los Misioneros Combonianos hasta que, en 1985, la prelatura fue elevada a diócesis.

Fieles a nuestro carisma comboniano, hemos contribuido a la construcción de esta diócesis hasta verla suficientemente desarrollada. Tras un profundo discernimiento, Palca fue entregada al clero diocesano, marcando el cierre de nuestra presencia en estas tierras andinas, en la perla de los Andes, Tarma. Esta transición representa un momento agridulce, pues simboliza tanto la culminación de una misión como el inicio de una nueva etapa para la comunidad local.

El legado de nuestros hermanos misioneros —al inicio mayoritariamente alemanes y posteriormente españoles, italianos y de otras nacionalidades— es una fuente de inspiración. Su historia refleja no solo los desafíos enfrentados, sino también los triunfos alcanzados gracias a su resiliencia y fe. Su espíritu sigue motivando a misioneros peruanos, especialmente al pequeño grupo que ha salido de estas tierras a la misión ad gentes.

No nos queda más que decir: “Gracias”. Gracias a Dios y a tantos hermanos que forjaron esta hermosa historia misionera llena de esperanza.

Padre Nelson Mitchel, mccj

P. Luigi Codianni, nuevo Superior de los Misioneros Combonianos

Hoy, el P. Luigi Fernando Codianni, de 60 años, ex Consejero General en Roma, ha sido elegido Superior General de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús (MCCJ). El P. Luigi, de nacionalidad italiana, tiene una considerable experiencia religiosa y misionera en los ámbitos de la administración y del servicio al gobierno, particularmente en las circunscripciones combonianas de Brasil e Italia.

El 6 de noviembre de 2024, el P. Tesfaye Tadesse Gebresilasie dimitió como Superior General del Instituto Comboniano, tras su nombramiento como Obispo Auxiliar de la Archieparquía de Addis Abeba (Etiopía). En el ejercicio de su función vicaria, el P. David Costa Domingues, en nombre del consejo general, convocó la votación para la elección extracapitular del nuevo superior general.

El padre Luigi Fernando Codianni nació el 13 de junio de 1964 en Celenza Valfortore, Italia. Ingresó en el Instituto con su primera profesión religiosa en 1988 en Venegono Superiore, Italia. De 1988 a 1993, estudió Teología en São Paulo (Brasil). El 15 de mayo de 1993 fue ordenado sacerdote en Celenza Valfortore, diócesis de Lucera-Troia.

El padre Codianni realizó su primer trabajo pastoral en Italia, de 1993 a 2001. Después de esta experiencia misionera en su patria, fue destinado a la Provincia de Brasil Nordeste. De 1994 a 2010, fue Superior Provincial de Brasil Nordeste. En 2011, regresó a Italia, donde, entre otros compromisos, fue ecónomo provincial.

En el Capítulo General de 2022, fue nombrado Consejero General y, a continuación, se hizo cargo de las circunscripciones de Europa, del sector económico y de los aspectos jurídicos y de representación.

comboni.org

Ordenado el nuevo obispo de Hawassa, Etiopía

El Padre Gobezayehu Yilma, que fue nombrado vicario apostólico de Hawassa, Etiopía, el 15 de noviembre, fue ordenado obispo el 9 de febrero de 2025, en la catedral “Pacto de la Misericordia”, poniendo fin a una larga espera de cuatro años para un nuevo obispo en la circunscripción católica más grande en términos de fieles en Etiopía.

Por: P. José da Silva Vieira y P. Pedro Pablo Hernández
Misioneros Combonianos
Desde Hawassa, Etiopía

Monseñor Gobezayehu Yilma -que tomó el nombre episcopal de Merhakristos («guiado por Cristo» en ge’ez, la antigua lengua litúrgica de Etiopía)- fue ordenado por el cardenal Berhaneyesus Souraphiel, archieparca de Addis Abeba, asistido por monseñor Abraham Desta, vicario apostólico de Meki, y monseñor Tesfaye Tadesse, obispo comboniano auxiliar de la archieparquía de Addis Abeba.

Mons. Massimo Catterin, encargado de negocios de la Nunciatura vaticana en Addis Abeba, agradeció a Mons. Merhakristos por haber aceptado la llamada de Dios para ser Vicario Apostólico de Hawassa.
Otros siete obispos -seis de Etiopía y uno de Nigeria- estuvieron presentes, junto con más de 100 sacerdotes, tanto locales como de otras diócesis o institutos misioneros. También había un gran número de religiosas y catequistas, y una enorme multitud que llenaba la catedral y tres grandes carpas en el exterior: unos 5.000 fieles católicos. También había numerosos invitados de Europa y Estados Unidos, políticos locales y representantes de iglesias protestantes.

La liturgia, alegre, bien organizada y concurrida, se celebró en rito latino en amárico y duró más de cinco horas. Se recitaron oraciones en las diversas lenguas presentes en el vicariato: sidama, guji, borana y gedeo. El acto fue retransmitido por la televisión etíope Pax Catholic TV y la Sidama Media Corporation, así como por Internet, Radio Fana en tres lenguas (amárico, oromo y sidama) y en un circuito cerrado fuera de la catedral.

El misionero comboniano Padre Juan González Núñez, administrador apostólico de Hawassa durante más de cuatro años, saludó la ordenación del nuevo obispo con gran alegría. «El período ‘provisional’ fue tan largo que parecía haberse convertido en permanente. Pero nadie olvidó la espera, y todos siguieron rezando para que Hawassa tuviera un pastor. Y el día propicio ha llegado. Hoy, 9 de febrero de 2025, celebramos su consagración y su toma de posesión de la sede vacante. Este es el motivo de nuestra alegría», escribió en su mensaje.

En los discursos pronunciados al final de la celebración, monseñor Massimo Catterin, encargado de negocios de la Nunciatura vaticana en Addis Abeba, agradeció a monseñor Merhakristos que aceptara la llamada de Dios para ser vicario apostólico de Hawassa. «Recuerde que fue consagrado obispo en el Año Jubilar», dijo. Agradeció al P. Núñez su generoso servicio como Administrador Apostólico.

Mons. Merhakristos nació en Dodola, en la zona de Bale, hace 46 años. Antes de ingresar en el seminario mayor de Meki, estudió agricultura en la Universidad de Jima. Después siguió una formación teológica en el Instituto Franciscano Capuchino de Addis Abeba y fue ordenado sacerdote en 2005. Tiene un máster en Estudios del Desarrollo por el Instituto Kimmage de Estudios del Desarrollo, una licenciatura en Doctrina Social Católica y un doctorado con una tesis sobre la evaluación ética del paradigma del Estado desarrollista basado en la antropología cristiana de Juan Pablo II por la Universidad Pontificia de Maynooth, Irlanda.

Antes de su nombramiento como Vicario Apostólico de Hawassa, Mons. Merhakristos fue Vicario Adjunto del Vicariato Apostólico de Meki y Director Ejecutivo de Caritas-Meki. Mons. Merhakristos es el quinto obispo del Vicariato de Hawassa y el primer etíope que lo gobierna. Los obispos anteriores eran todos italianos: tres combonianos y un salesiano.

El Vicariato Apostólico de Hawassa, en el sur de Etiopía, se extiende sobre una superficie de más de 100.000 kilómetros cuadrados, con nueve millones de habitantes. Cuenta con casi 290.000 fieles, distribuidos en 20 parroquias y 558 capillas.

Dos misioneros combonianos, el padre Bruno Maccani y el padre Bruno Lonfernini, ambos expulsados del sur de Sudán, llegaron a Hawassa el 18 de diciembre de 1964, para iniciar una empresa misionera de gran éxito, primero entre los Sidamo, luego entre los Gedeo y los Guji. Más tarde, se les unieron los Misioneros del Espíritu Santo entre los borana, los salesianos, que se hicieron cargo de la misión de Dilla de los combonianos, y los Apóstoles de Jesús, de Kenia, que se hicieron cargo de dos misiones combonianas, una entre los gideos y otra entre los gujis, e iniciaron la presencia católica entre los sidamos. Los jesuitas y los Fidei donum abrieron sendas misiones entre los gujis.

Actualmente, el Vicariato cuenta entre su personal con 531 catequistas a tiempo parcial y 109 a tiempo completo, 74 religiosos de 11 congregaciones misioneras y una local, 47 religiosos y seis hermanos de cuatro institutos misioneros, 21 sacerdotes diocesanos, nueve seminaristas mayores y dos diáconos.

comboni.org

Consagración episcopal de Mons. Tesfaye Tadesse

El 2 de febrero de 2025, en el marco de la celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, tuvo lugar en Addis Abeba, capital de Etiopía, la consagración de su nuevo obispo auxiliar, Tesfaye Tadesse Gebreseliase, misionero comboniano. Monseñor Gebreseliase llega a la arquidiócesis después de estar al frente de los Misioneros Combonianos como Superior General durante ocho años.

Mons. Tesfaye Tadesse Gebresilasie nació en Harar el 22 de septiembre de 1969 y pocos meses después llegó a Addis Abeba, de donde era y es su familia. Realizó todos sus estudios, desde la escuela primaria hasta el final de la secundaria, en la ciudad de Addis Abeba. En 1986 entró en el postulantado de los Misioneros Combonianos, hizo sus estudios de Filosofía, en el Philosophicum del CFIPT en Addis Abeba. Inmediatamente después de terminar los estudios de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (91-94), hizo el Año Propedéutico de Estudios Islámicos (94-95) en el Pontificio Instituto de Estudios Islámicos y Árabes de Roma (PISAI). Estudió árabe en el centro académico de Dar Comboni en El Cairo y luego siguió otro año de estudios islamológicos en el PISAI de Roma, (96-97). Posteriormente obtuvo la licencia en Estudios Árabes e Islamología en Roma, en el mismo instituto, en 2000-2001.

Emitió sus primeros votos en el Instituto de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, el 1 de mayo de 1991, en el noviciado de Awassa, Etiopía, y sus votos perpetuos en Roma el 1 de noviembre de 1994. Fue ordenado diácono en Roma el 06/01/95 y sacerdote en Addis Abeba, en su parroquia dedicada a San Salvador, el 26 de agosto de 1995. Después de sus estudios de lengua árabe e islamología, ejerció como párroco en Jartum (Sudán) en la parroquia de Omdurman (1997-2000) y en el Vicariato de Awassa en Etiopía en los años (2001-02); después de un breve curso de formación en la Universidad Salesiana de Roma (UPS), ejerció su ministerio en la promoción vocacional y la formación (2003-04).

De 2002 a 2004 fue Consejero Provincial en Etiopía, y en 2005 fue elegido Superior Provincial de los Combonianos en Etiopía, cargo que desempeñó hasta septiembre de 2009, cuando fue elegido Consejero General en el XVII Capítulo General de 2009. De 2005 a 2009 fue presidente de la Asociación (Conferencia) de Superiores Mayores Religiosos de Etiopía (CMRS).

En 2015, durante el XVIII Capítulo General, fue elegido Superior General y en el XIX Capítulo General fue reelegido Superior General para un segundo mandato.

De 2017 a 2022 fue Vicepresidente y Presidente de SEDOS y de 2018 a 2021 miembro del Consejo Ejecutivo de la USG (Uniones de Superiores Generales); participó en la primera y segunda sesiones del Sínodo sobre la Sinodalidad (octubre de 2023 y 2024) como delegado electo de la USG.

El 6 de noviembre el papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de la Archieparquía de Addis Abeba, Etiopía, asignándole la sede titular de Cleopátide. El 2 de febrero de 2025, fiesta de la Presentación del Señor y Día de la Vida Consagrada, fue consagrado obispo en la catedral de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María de Addis Abeba.

Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2024

Las asociaciones Abowani y Okani, que trabajan con el pueblo baka en Camerún, han sido galardonadas con el Premio MUNDO NEGRO a la Fraternidad 2024. El acto de entrega tuvo lugar el pasado 1 de febrero en Madrid. Luc Ndeloua, presidente de la Asociación Abowani, y Timothée Emini, encargado de asuntos jurídicos y políticos de la Asociación Okani, recibieron el galardón durante el XXXVII Encuentro África, en el que se reflexionó sobre el tema «Los primeros. Pueblos indígenas de África hoy».

Abawoni y Okani

La Asociación Abowani fue fundada en 2007 en la localidad de Mintom, en la provincia del Sur gracias al programa «Acción de gestión duradera de los bosques integrando a las poblaciones pigmeas baka (AGEFO-Baka)», financiado por la Unión Europea. Okani nació un año antes en Bertoua, provincia del Este, impulsada por cinco comunidades pigmeas de la zona –Andom, Loussou, Nkolbikon, Mayos y Bonando– y con el apoyo del programa «Asociación por la autopromoción de las poblaciones del este de Camerún (APEC)», impulsado fundamentalmente por misioneros católicos. Además de contribuir a la elaboración de los estatutos y conseguir la legalización por parte del Estado, los programas AGEFO-Baka y APEC, con el apoyo de Inades-Formation Cameroun, organizaron talleres para que líderes bakas de diferentes comunidades se formasen en la gestión de este tipo de asociacionismo étnico. AGEFO-Baka y APEC llegaron a su fin, pero Abawoni y Okani han seguido adelante con sus actividades gracias al empeño de sus dirigentes, aunque condicionados por proyectos y apoyos financieros externos.

Timothée Emini
Luc Ndeloua

XXXVII Encuentro África

La primera jornada, el 1 de febrero, se desarrolló en la Sala de Exposiciones de los Misioneros Combonianos. Después de la presentación del Encuentro, a cargo del director de la revista MUNDO NEGRO, P. Enrique Bayo Mata, tuvo lugar un espacio para la reflexión con la conferencia «Pueblos y comunidades indígenas en África. Realidad y perspectivas de futuro», a cargo de la profesora María del Ángel Iglesias Vázquez, investigadora principal del Grupo de Investigación y Relevancia del Estatus y la Condición de Indígena, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

A continuación, Chema Caballero, colaborador de MUNDO NEGRO y autor del libro Edjengui se ha dormido: Del victimismo al activismo de los pigmeos bakas, mantuvo un diálogo con los dos galardonados para conocer la realidad del pueblo baka y el trabajo que realizan las asociaciones Abowani y Okani. Como conclusión del acto, el provincial de los Misioneros Combonianos en España, P. Miguel Ángel Llamazares, hizo entrega del Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2024.

El domingo, 2 de febrero, a las 11:30 h tuvo lugar la clausura del Encuentro con la celebración eucarística en la parroquia de la Santísima Trinidad (Martínez Villergas, 8, MADRID), en la que participaron el coro parroquial Satri y el coro Karibu.

Misa de clausura en la parroquia Santísima Trinidad

Puede ver el encuentro completo en el canal de MUNDO NEGRO en YouTube.